Mañana regresaremos al pueblo, así que en dos días más o menos, la realidad volverá a alcanzarme. Por lo tanto, planeo disfrutar de este día. Sobre un gran y mullido tapete, hay extendida una manta grande, y en ella, están recostados los cuatro bebés de la casa. Toñito juega con un caballito de madera que le ha regalado el señor Fernando, mientras que la señorita Aurora imita los cuidados que hemos tenido con los bebés, en su hermosa muñeca.
Todo es apacible, el sonido del gramófono de fondo me invita a soñar y recordar aquellos momentos de baile que fueron tan divertidos para mí.
—Tienes corrida la puntada, mira —dice la señorita Catalina al ver mi chueco bordado.
Ahora si entiendo por qué mi nueva madre pasaba horas trabajando en su costura, hacer algo bonito es muy difícil y sumame
