Aparte de la herida en la pierna de Coil, todos los demás estaban bien. Quill y los tres arqueros estaban ensangrentados por la pelea, pero por lo demás, bien. Los ocho salieron al muelle. Mykal sólo se sentía un poco débil. Intentó disimular la pérdida de energía, siguiendo el ritmo de los demás. Sentía la cabeza ligera y las rodillas le temblaban a cada paso que daba. Sabía que Blodwyn no se engañaba, pero agradecía que no dijera ni una palabra.
—Dinos otra vez, Wyn, ¿por qué vamos a depositar nuestra confianza en los piratas? —dijo Eadric.
—Es una larga historia —dijo.
Se acurrucaron juntos en el extremo del muelle. El aire era fresco y el calor de sus cuerpos combatía el descenso de las temperaturas. La gran embarcación no era más que una silueta negra en el río. Estaba demasiado le
