Capítulo 4.

2101 Words
Tae Young estaba nervioso luego de que la doncella Jo le informara que ya era hora de la visita del príncipe Won Goo, y pensó en la manera de no delatarse sobre que él no era la persona original de ese cuerpo, aunque se había dicho que todo podía ser más fácil de lo que creía, claro, si es que el príncipe no tenía el mismo carácter del Emperador. La noche anterior las damas a su servicio entraron alarmadas luego de que el emperador se fuera, y la Dama Kim parecía en extremo preocupada mientras revisaba su rostro que todavía tenía una marca ligeramente roja debido al golpe recibido. Aunque parecía que no tenía la autoridad para preguntar sobre eso, ella igual lo hizo, sobre cuál había sido la razón para que el Emperador se enfureciera tanto, y él prefirió no responder. La noche anterior se enteró de que al parecer esa era la primera vez que el Emperador se atrevía a levantar una mano hacia él, y fue algo que a Tae Young le costó mucho creer, ya que por la manera en que este lo golpeó diría que era algo recurrente, o quizás su enojo llegó a tal grado que la única manera de sacarlo fue golpeándolo. Bueno, eso no importaba, él ya empezaba a tener una imagen sobre el hombre con el que estaba casado. Esa mañana mientras se vestía no pudo quejarse de la ropa tan ostentosa que debía usar, sin embargo, cuando su cabello fue peinado, pidió que no fuera recogido por completo, así su cabeza no se sentiría más pesada de lo que era, sin embargo, aunque este fue recogido por la mitad, igualmente le fue colocado algunos tocados de los que no pudo quejarse, suponiendo que era algo a usarse aunque estaba confinado a su palacio. —¡El príncipe Won Goo está aquí! —fue anunciado. Tae Young se removió un poco frente a la mesita de té en la que estaba sentado, esperando ver entrar a un joven que quizás tenía el mismo aire imponente que el Emperador, sin embargo, a quien observó fue a un niño no mayor a los cinco años, quien en cuanto lo vio se postró en el suelo haciendo una reverencia. —Saludos, Rey Ta-Tae Ho. No pudo evitar que una pequeña sonrisa apareciera en sus labios, ya que el príncipe Won Goo le parecía demasiado tierno haciendo aquella reverencia, y se veía tan educado mientras vestía una ostentosa túnica de color azul, y su cabello n***o estaba recogido por completo por una horquilla de jade, sin embargo, pudo notar que su piel era tan blanca como la suya y no del tono un poco bronceado que tenía el Emperador. —Por favor, Majestad, reciba un pequeño regalo que he hecho para usted. El sirviente que había entrado junto con el príncipe hizo una reverencia a su lado y se colocó de rodillas, extendiendo sus manos para mostrar el regalo que el príncipe había llevado para él, y vio a la doncella Jo mirarlo como si esperara su aprobación para tomarlo, sin quedarle más opción que asentir. —¿Por qué debe haber tantas formalidades si es mi hijo? Tae Young en realidad no estaba entendiendo el asunto de la formalidad con la que el príncipe actuó, porque si pensaba en sí mismo cuando era pequeño, si no hubiera visto a su mamá en días, él habría corrido a abrazarla, diciéndole lo mucho que la extrañó, sin embargo, el niño frente a él lo primero que hizo fue postrarse en el suelo y casi en tono suplicante ofrecerle regalos, como si temiera que los rechazara. —Majestad... —intervino la Dama Kim. Si al principio ver al niño ser tan formal le causó ternura, comenzaba a dejar de serlo, y más si este no se levantaba del suelo todavía, como si esperara su aprobación para hacerlo. Ni siquiera lo pensó antes de colocarse de pie y acercarse al príncipe. —Won... príncipe Won Goo. Se corrigió luego de ver la sorpresa en la Dama Kim cuando intentó llamarlo por su nombre. —Levántate. Lo tomó suavemente del brazo para ayudarlo a colocarse de pie, bajo la atenta y atónita mirada de todos los presentes, pero Tae Young no se preocupó por eso, sino que se concentró en el rostro del niño, que parecía estar luchando con su deseo de sonreír mientras sus ojos avellanas brillaban. Al parecer el príncipe no sólo tenía su tono de piel, sino que incluso sus ojos. —Majestad —el sirviente se apresuró en hablar —el príncipe Won Goo no lo molestará, hará sus tareas en completo silencio hasta que sea hora de retirarse. No hay necesidad de ser severo con él —su tono fue suplicante. El ceño de Tae Young se frunció con aquellas palabras, ¿acaso el sirviente estaba sugiriendo de que él podía lastimar al niño o fue algo que mal interpretó?, pero al ver a su alrededor, parecía que la sorpresa ahora estaba reemplazada por ese sentimiento de preocupación, haciendo que una vez más se preguntara sobre cómo era el Rey Tae Ho, ¿él era capaz de dañar a su propio hijo? —¿Por qué todos se ven asustados?, no es como si fuera a dañar a mi propio hijo. Cuando dijo que tomaría el té mientras estaba en compañía del príncipe, todos parecían bastante sorprendidos una vez más, porque por lo general el Rey Tae Ho solía encerrarse en su alcoba durante las visitas de su hijo o pedía informar que estaba indispuesto, de esa manera lo evitaba, y era algo que estuvo permitido siempre, pero ahora no sería así si tenía un castigo que cumplir. Tae Young intentó no mostrar en su rostro la molestia que comenzaba a sentir cuando poco después de que llegara el príncipe también llegó un hombre, el que era el maestro del niño, comenzando con enseñanzas que a su parecer no correspondían a la edad de Won Goo, sino que era para una más avanzada, pero se obligó a no opinar mientras se compadecía del pequeño príncipe, viéndolo esforzarse por dar lo mejor de sí, y a pesar de eso nunca parecía ser suficiente. No hubo demasiada interacción entre él y el príncipe porque poco después de que el maestro de este se fuera, el niño también tuvo que hacerlo, pero Tae Young estaba seguro que vio una pequeña sonrisa aparecer en sus labios mientras hacía una reverencia como despedida. Cuando todos se fueron, tomó el regalo que el príncipe había llevado para él y lo abrió, encontrándose con una pintura de un tulipán amarillo, en el que quizás la técnica no era la mejor, pero la persona que lo pintó parecía haber hecho su mejor esfuerzo. —El príncipe pintó su flor favorita, que detalle —comentó la doncella Jo y luego pareció darse cuenta de que lo hizo —lo siento, Majestad —se disculpó. —Está bien —dijo sin emoción Tae Young. Su mirada se concentró en el dibujo, bien, ahora sabía que el Rey Tae Ho tenía una flor favorita y al parecer su hijo intentaba ganarse su afecto haciendo ese tipo de regalos. —Doncella Jo, coloque la pintura en un lugar que todos cuando entren en este salón puedan verla —habló dándosela. —Eh... eh, sí, su Majestad. —Dama Kim —miró a la otra mujer —para la próxima visita del príncipe Won Goo, quiero que haya dulces para él. Empezaba a acostumbrarse con cada expresión de sorpresa por las decisiones que tomaba, y aunque tan sólo el día anterior había dicho que intentaría hacer bien el papel del Rey Tae Ho, ahora cambiaba su decisión, porque actuaría de acuerdo a como él creyera que era lo mejor, y por ahora le parecía tan injusto que el príncipe Won Goo tuviera que soportar el desprecio de su propio padre por mucho que éste se esforzara por ser aceptado, así que haría lo necesario para que el niño fuera feliz mientras él estuviera en ese mundo. *** Las cejas del Emperador se fruncieron mientras el maestro encargado de la educación del príncipe Won Goo, le informó que esa tarde el Rey Tae Ho lo echó de su palacio, argumentando que el príncipe ya estudiaba lo suficiente afuera de ahí, que no necesitaba seguir con sus lecciones mientras lo visitaba. Gruñó por lo bajo y sus puños se apretaron por el enojo, se suponía que ese era un castigo para el Rey Tae Ho, pero según había escuchado de los guardias del palacio de este, no parecía ser así, sino que ahora su esposo disfrutaba de las visitas del príncipe, que convivía con él tanto como pudiera e incluso aceptaba sus regalos con una sonrisa sincera. Desde que se casaron era la primera vez que escuchó que el Rey Tae Ho sonreía sincero y, que disfrutaba de las visitas del príncipe Won Goo, cuando desde que nació parecía no quererlo cerca, y para él fue más fácil dejar que alguien más lo cuide en lugar de hacer exigencias, decidiendo dejarlo en paz en su palacio, y las noticias que más tenía de él era cada vez que enfermaba. Si bien, el Rey Tae Ho estaba a su lado en los asuntos importantes, para él seguían siendo dos desconocidos como el día que lo vio llegar al palacio, y si se había casado con él fue para controlar a su reino, uno que cada vez empezaba a volverse más fuerte y que si seguía de esa manera podría convertirse en una molestia para el Emperador, y qué mejor manera de dominarlo que con una alianza matrimonial. Esa no había sido su idea sino la de su padre, él sólo había ascendido poco después de haberse casado, y como todos sabían, el Emperador necesitaba un sucesor, por lo que las visitas a la alcoba del Rey Tae Ho se volvieron más recurrentes y este nunca había manifestado su disgusto a ese hecho. La salud delicada del Rey Tae Ho había hecho que un primer embarazo terminara en un aborto y, fue cuando el Emperador había comenzado a considerar la idea de tener una concubina. Decidió que quería que fuera mujer porque consideraba que su cuerpo era más apto para llevar un bebé, ya que su propio padre, el ahora Rey viudo, el único heredero que le dio al antiguo Emperador fue él, al menos oficialmente, porque su papá había tenido concubinas y por lo tanto tenía otros hermanos. Mientras conseguía una mujer que le gustase lo suficiente como para convertirla en su concubina, sus visitas a la alcoba del Rey Tae Ho no cesaron, y para el momento que dejó de visitar su alcoba este estaba embarazado nuevamente, pero los ojos del Emperador estaban encandilados con su concubina Shi Gyu Ri, que además de ser hermosa, estaba tan dispuesta a complacerlo y no era un muñeco sin vida en la alcoba como lo era el Rey, además de que asumía que su embarazo iba a terminar de la misma manera que el anterior, en un aborto. Como había pensado, ella no demoró en quedar embarazada, sin embargo, para su mala suerte y tal vez la buena suerte del Rey Tae Ho, este le había dado un hijo varón, mientras que el bebé que nació de la concubina, fue una niña, así que quien lo más seguro heredara el título de Emperador en el futuro fuera el príncipe Won Goo, a menos que ella pudiera darle un heredero varón. En el pasado muchos consideraron que si el hijo de la concubina Shi hubiera sido varón, el título de Emperador sería heredado por este, sin importar que el príncipe Won Goo fue el primero en nacer, porque desde que llegó al palacio todos sabían que aquella mujer se convirtió en la preferida del Emperador y por esa misma razón a veces parecía que estaba por arriba del Rey Tae Ho. —Dama Jin —le habló a la mujer que estaba siempre a su lado para servirle —informe al Rey Tae Ho que esta noche lo visitaré en su alcoba. —Sí, Majestad. La mujer se retiró rápidamente después de hacer una reverencia, mientras que los puños de Min Kyung se apretaron con fuerza por el enojo. Si bien, en el pasado el Rey Tae Ho nunca se quejó de sus visitas a su alcoba, sabía que él prefería que hubiera dejado de hacerlo, pero él ya había tomado una decisión y esa noche su esposo tendría que cumplirle en la cama.
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