Narra Pavel
—Hola, Cynthia. ¿A qué hora es mi primera reunión hoy?— le pregunto a mi asistente por teléfono mientras me apresuro a prepararme para ir a trabajar.
Siempre puedo contar con que mi asistente llegará temprano. Realmente me ayuda a quitarme el estrés cuando llego tarde, lo que suele ocurrir la mayoría de los días. Mi hija Maisey me mantiene alerta. No veo la hora de que la agencia que contraté me encuentre una buena niñera. No es que necesite trabajar más, pero me liberará para concentrarme en los asuntos importantes de mi negocio que no puedo hacer durante el día. La mayor parte del tiempo estoy en reuniones, al teléfono en una reunión o en mi computadora, lo adivinaste, en una reunión.
—Buenos días, señor Madison. Su primera cita es a las nueve de la mañana con la señora Gloria Acosta, representante de Digital Chips, Inc.
—Genial. Llego tarde como siempre. Si llega antes que yo, instálala en la sala de conferencias. Asegúrate de que también tenga algo para beber.
—Por supuesto.
Justo cuando cuelgo el teléfono con Cynthia, mi teléfono suena alertándome de otra llamada.
—Soy Pavel Madison, ¿cómo puedo ayudarle?
—Buenos días, Sr. Madison, soy Shantal de la agencia de niñeras y le llamo para informarle que hemos contratado a una persona y que empezará a trabajar con usted ho–, dijo una voz femenina profunda a través del teléfono, sorprendiéndome.
—Fantástico. ¿Puedes enviarme sus credenciales, por favor?— pregunto, sabiendo que necesito asegurarme de que la nueva niñera sea la adecuada. He tenido muchas niñeras en los últimos años y solo espero que encuentre la perfecta para Maisey.
—Por supuesto. Los enviaremos de inmediato.
—Muchas gracias por contratar a alguien tan rápido.
—Creo que descubrirá que tiene la experiencia y las calificaciones necesarias para el trabajo y sus referencias son impecables.
—Maravilloso. Gracias de nuevo, Shantal.
—De nada, señor Madison.
El teléfono se queda sin señal.
Este día parece que va a ser un gran día. Solo pienso en cómo espero que sean rápidos con el proceso de contratación y aquí está ella, empezando hoy.
Con suerte, esta niñera funcionará. He estado buscando niñeras como una mujer busca zapatos. Nunca pensé que pudiera ser tan difícil encontrar una buena ayuda.
Me siento y suspiro.
Este último año ha sido duro y una montaña rusa de altibajos. Me vendría bien una ayuda constante y fiable para Maisey. Ella, en particular, ha pasado por momentos difíciles desde la muerte de su madre. Solo necesita a alguien que se quede a su lado y que no renuncie ni la despidan. Maisey necesita estabilidad además de mí y no puedo estar allí para ella todo el día, todos los días, aunque quisiera poder estarlo.
Sacudo la cabeza para aclararme las ideas antes de que los recuerdos vuelvan a invadirme. Hoy tengo que dar lo mejor de mí. No puedo regodearme en el pasado, aunque quisiera.
Llego a la oficina justo después de las nueve. Cynthia me recibe en el ascensor con una taza de café, una pila de mensajes y media dona. Tomo los tres de Cynthia y me meto la dona en la boca. Comienzo a examinar los mensajes, priorizándolos para después de la reunión mientras caminamos hacia la oficina.
—La señora Acosta la está esperando en la sala de conferencias.
Me trago la dona.
—Gracias, Cynthia.
Ella va a su escritorio y yo abro la puerta de la oficina, dejo mi maletín y mis mensajes en el escritorio y voy a la sala de conferencias.
—Señora Acosta, gracias por su paciencia —cruzo la sala a grandes zancadas, con la espalda recta, y le estiro la mano para estrecharla. Ella se pone de pie y me saluda.
—No se preocupe, señor Madison. Su asistente fue muy amable y me ofreció un café mientras esperaba.
La señora Acosta es una señora mayor y bonita. Tiene cabello largo y oscuro y ojos pequeños y marrones. Su rostro irradia confianza y me da ganas de escuchar acerca de su empresa y lo que tienen para ofrecerle a la mía.
—Por favor, siéntese. Hábleme de su empresa y de lo que ofrece en materia de herramientas y equipos de inteligencia artificial.
Nos sentamos y ella me pone un folleto delante. Lo revisamos juntos. Mi interés aumenta cuando me muestra una plataforma de código fuente para proyectos de aprendizaje automático. Parece fácil de usar. Sin embargo, dudo cuando me muestra la lista de precios. Es bastante caro.
—Señora Acosta, gracias por tomarse el tiempo de reunirse conmigo hoy. Me interesa lo que ofrece su empresa. Permítame analizar la información y presentársela a la junta directiva y la llamaré la próxima semana. ¿Le parece bien?
—Creo que sería genial. Aquí está mi tarjeta. Llámame si tienes alguna pregunta.
Nos damos la mano y charlamos un poco mientras la acompaño hasta los ascensores. Un rápido saludo y regreso a mi oficina. Cynthia me entrega otro fajo de mensajes y la miro con amabilidad. Cynthia tiene la piel oscura y rizos negros hasta los hombros. Al principio dudé en contratarla porque era muy guapa. No quería arriesgarme a tener relaciones laborales, pero no tenemos nada en común y nos vemos como nada más que una chica que compañeros de trabajo confiables. Estoy agradecido de tener a alguien como Cynthia como mi asistente.
Al llegar a mi gran oficina, me siento detrás de la computadora y paso mi mano por mi espeso cabello castaño. Mi oficina es la más grande del edificio, ya que soy el jefe de la misma. Hay un enorme escritorio de roble en el medio de la habitación, detrás del cual estoy sentado en este momento, y una pared con una estantería que va desde el piso hasta el techo llena de libros de negocios y de autoayuda. Es una colección bastante impresionante, pero admito que no he leído la mayor parte del material.
Cuando abro el correo electrónico que el servicio de niñera me envió con las credenciales de la nueva niñera, suena el intercomunicador.
—Sí.
—Señor, no se olvide de su reunión con la junta directiva.
—¿Ya es esa hora? Gracias Cynthia—cierro el correo electrónico y vuelvo a la sala de conferencias. La junta es pequeña y está formada por jefes de departamento. Todavía tengo autonomía sobre la empresa, ya que la creé yo mismo. Sin embargo, me doy cuenta de que no soy la persona más inteligente de la sala y me gustaría recibir aportes sobre decisiones importantes para ayudar a que mi empresa avance. Ellos son mis asesores de mayor confianza—.Buenos días a todos—digo mientras entro en la habitación. Todos se sientan erguidos ante mi presencia y se siente bien saber que tengo un gran efecto en las personas que me rodean, especialmente en mis compañeros de trabajo y empleados.
—Buenos días.
Les doy la mano a todos y les pregunto cómo están. Me gusta saber cómo están las personas que trabajan para mí, así puedo asegurarme de brindarles la mejor atención a ellos y a sus familias. Me hace sentir bien saber que estoy cerca de todos los que trabajan para mí. Construí esta empresa desde cero y estoy orgulloso de todo lo que he logrado, pero sé que no lo hice solo. Cada una de las personas en esta sala ha desempeñado un papel fundamental en nuestro éxito.
Ocupo mi asiento a la cabecera de la mesa.
—Comencemos—cada departamento me da un breve resumen del progreso de la tarea y lo que necesitan para completarla a tiempo. Tomo algunas notas y luego presento mi informe de progreso y agrego la información que aprendí en mi reunión anterior con el representante—.Estamos a mitad de trimestre y las proyecciones están en línea con lo previsto. No veo que sea necesario hacer ningún ajuste todavía. ¿Qué opinan del precio de la plataforma? ¿Deberíamos seguir buscando opciones o considerarlo?—miro alrededor y encuentro las miradas de todos. Se oye un murmullo mixto de sí es, no es y tal vez—.Está bien, seguiremos buscando, pero dejemos esto en un segundo plano por si acaso. ¿Algo más?— las cabezas se mueven de un lado a otro—.Muy bien, gracias por asistir. Salgo de la sala entre murmullos y conversaciones y vuelvo a la oficina. El resto del día pasa volando. No es hasta el final del día que puedo leer las credenciales de mi nueva niñera.
En el viaje en auto a casa, miro brevemente sus credenciales y me gusta lo que veo hasta ahora. Ahora, si tan solo pudiera no subirse a mi cama, esto podría funcionar.
Llego a casa y me recibe una Maisey muy emocionada que no puede esperar para contarme todo sobre la señorita Schriefer. La escucho atentamente mientras la sigo dentro de la sala de estar. Dejo mi maletín en la silla, me quito la chaqueta del traje y me siento en el sofá junto a ella.
—Mira, papá, hice este dibujo para ti—me entrega papel de construcción amarillo con monigotes que la representan a ella y a la señorita Schiefer. Están tomadas de la mano y sonriendo. Le sonrío a Maisey. Creo que lo hizo para la nueva niñera, pero acepto el dibujo. Lo pondré con los otros que ha hecho para mí.
—¿Te gusta tu nueva niñera?— Maisey asiente con la cabeza vigorosamente, lo que me calienta el corazón y me genera ansiedad al mismo tiempo. Si esta nueva niñera resulta que la niñera es como todas las demás. Tendré que dejarla ir o renunciará cuando la regañe y eso destrozará a Maisley, otra vez. Se encariña con mucha facilidad desde que su madre falleció el año pasado y me rompe el corazón cada vez que tengo que dejar ir a una niñera—.Me alegra que te guste tu nueva niñera, Maisley. ¿Sabes dónde está la señorita Schriefer?
Maisey me toma la mano y me lleva a la cocina. Una mujer de pelo castaño rojizo, de espaldas a mí, está de pie junto al fregadero enjuagando unos platos. Me aclaro la garganta para llamar su atención.
La Sra. Schrieffer se da vuelta y la familiaridad me golpea en el pecho. Juro que la conozco de algún lado. Esa sonrisa se adapta a alguien que solía conocer, pero ¿a quién? Sacudo la cabeza mientras trato de no mirarla fijamente para no hacerla sentir incómoda.
—Hola, señorita Schriefer. Es un placer conocerla finalmente. Estaba esperando con ansias su llegada y su ayuda—me sonríe cálidamente. Mi corazón se agita un poco.
¿Qué está pasando dentro de mí?
—Por favor, llámeme Carla —dice. Se acerca y me tiende la mano, que tomo. Es cálida y suave y su apretón de manos es firme. Otro pequeño vuelco en el pecho. Estaba diciendo que necesito que la niñera se mantenga fuera de mi cama, así que no puedo pensar en ir a la suya. Es solo que su belleza y familiaridad son inesperadas.
—Por supuesto. ¿Cómo estuvo tu primer día, Carla?
—Su hija señor Madison es una auténtica alegría. Se nota que ha sido bien educada.
—Por favor, llámame Pavel. El señor Madison era mi padre —le sonrío. Sus ojos evocan una imagen que no logro identificar—. Maisey me mostró un dibujo que hizo de ustedes dos. Está muy enamorada de ti, Carla.
—Gracias. A mí también me gusta— ella mira a mi hija con cariño, lo que me remueve las entrañas.
Un silencio incómodo permanece entre ellas por un momento hasta que Carla lo rompe.
—Tienes una casa muy bonita. Gracias por permitirme quedarme aquí.
—De nada. Tiene todo el sentido del mundo—asiente con la cabeza—¿Te importaría bañar a Maisey esta noche mientras me pongo al día con el trabajo? Prometo no entretenerte más allá de las seis, según el acuerdo, de manera habitual. Ha sido un día así.
—Por supuesto, y en el futuro no será un problema si me necesitas después de las seis. Estaré feliz de pasar tanto tiempo como sea posible con Maisey—mira a mi hija, que se ha ido de mi lado y se ha unido al de Carla.
—Muchas gracias. Estaré en mi oficina si me necesitas —observo a Carla tomar la mano de Maisey y caminar por el pasillo y pienso en cómo la conozco. No hay mucha gente que tenga ese tipo de impacto en mí.
Agarro mi maletín y me dirijo hacia el pasillo opuesto a mi oficina. Enciendo la luz y cierro la puerta. Abro la computadora portátil y vuelvo a hacer clic en las credenciales de Carla. No veo las residencias que ella había determinado antes de la mía. Supongo que eso tiene sentido por razones de privacidad.
Abro Google y escribo su nombre.
Carla Schriefer.
¿Qué demonios? No me extraña que me pareciera familiar. Ambos somos de Piedmont, Dakota del Norte.
¿Pero de dónde la conozco?
Mientras me desplazo, veo aparecer una imagen de f*******:.
Ahora puedo ubicarla. Era la mejor amiga de mi hermana y siete años menor que yo.
Recuerdo mis días en Piedmont. Fueron unos años de locura. Empiezan a aparecer recuerdos que había mantenido a raya durante bastante tiempo y los reprimo.
Me pregunto si me reconoce. Cambié mi apellido de Smith a Madison cuando fundé mi empresa. No quería que mi pasado pueblerino se filtrara en mi vida neoyorquina. Mantener las dos cosas separadas me protege de cualquiera que busque dádivas o una forma de chantajearme.
Me quedo sentado y pienso en Carla por un momento. No era un tipo muy agradable en ese entonces, así que realmente espero que ella no se acuerde de mí.
Probablemente debería dejarla ir ahora que lo sé, pero Maisey está tan enamorada de ella y no le hace daño que Carla sea absolutamente hermosa. Ella era bonita antes y probablemente la razón por la que fui tan mala con ella fue porque me gustaba, pero nuestra diferencia de edad en ese momento hacía que fuera muy ilegal para mí salir con ella o incluso considerarla de una manera romántica, así que nunca me permití pensar de esa manera. Ella era solo una niña en ese entonces y yo era muy grosero con cualquiera que fuera remotamente atractivo y estaba fuera de los límites.
Así que, en lugar de eso, me comporté como un completo imbécil e hice todo lo que estaba a mi alcance para alejarla. Cada vez que sabía que estaba en la casa, encontraba una razón para desaparecer o burlarme de ella. A medida que crecía, opté por la primera opción.
Luego conocí a mi esposa. Ella tenía mi misma edad, teníamos muchas cosas en común y luego nació Maisey, nuestra princesita. Pensé que nunca volvería a ver a Carla en mi vida después de dejar Piedmont. Ahora ella está bañando a mi hija y le enseña el primer grado en casa.
Creo que por ahora lo guardaré para mí.
Me dispongo a cerrar la computadora portátil cuando uno de esos recuerdos en la nube aparece en mi mente. Es una foto de mi exnovia Nicoli Petrovich. La foto es de los dos mirando el amanecer. El pelo largo y rubio ondea al viento y yo le sonrío. Ver su sonrisa perfecta pero malvada es como recibir una patada en el estómago. Todavía la extraño, aunque no sé por qué.
No todo fue malo. Pasamos momentos muy buenos juntos. Ella fue la primera persona con la que me abrí desde que murió mi esposa. Lamenté su pérdida.Su muerte me llevó años. No quería mirar románticamente a otra mujer y no tenía deseos de intimidad. Por eso he tenido tantas niñeras. Rechazo sus insinuaciones y al día siguiente renuncian. A veces es una semana, a veces un par de meses. En los casos en los que he dicho que no varias veces, reciben una indemnización y luego trabajo desde casa o hago que la Sra. Bailey cuide a Maisely mientras voy a la oficina.
Cuando conocí a Nicoli, sentí que era hora de dejar de llorar y dejar entrar a alguien. No sabía que era el diablo a quien había dejado entrar en mi corazón.
Nota: Las historias de octubre son las siguientes para que las agreguen a sus bibliotecas.
1. La deuda de papá.
2. Un trato con la niñera.