Tanner
¿Qué mierda te pasa? me gritó la voz en la cabeza. Eres tan jodidamente manipulador y embustero que quieres follarte a tu propia pupila. De todas las mujeres del mundo, tiene que ser tu pupila, la chica a la que se supone que debes proteger de tipos como tú.
Me senté en el borde de la cama, sacudiendo la cabeza, con los grandes hombros encorvados, respirando hondo, intentando calmarme.
Porque cuando la recepcionista dio por hecho que Daniela era mi mujer, me quedé tan sorprendido como la niña. Claro, yo estoy en forma y sano para mi edad, en plena forma por ir al gimnasio cinco días a la semana y Daniela parecía madura a nuestra llegada, con un sexy pero recatado jersey de cuello alto y falda, botas largas hasta las rodillas. Así que quizá era natural que la gente pensara que éra
