Después de la experiencia en la azotea, Lucas y yo pasamos el resto de la noche en una cabaña donde, por lo general, los chicos se reunían a tomar. Para mi alegría, esa noche estábamos solos.
Su presencia era un consuelo y un refugio en medio del caos que se había desatado en mi vida. Sin embargo, no podía ignorar el hecho de que algo más grande y oscuro estaba en juego.
A la mañana siguiente, el sol no parecía tan brillante como de costumbre, y la tranquilidad de la mañana contrastaba inquietantemente con la ansiedad que sentía. Decidí que era hora de hacer algo al respecto; no podía esperar más para enfrentar el problema de frente.
—Tengo que descubrir qué quiere Caleb. ¿Por qué viajar tantas horas hasta aquí para buscarme de nuevo? ¿Por qué sigue diciendo que es un error estar en Elora? ¿Por qué sus celos, o envidia? No sé ni qué siente él. ¿Por qué quiere alejarme de lo único que, en este momento, me trae paz?
—¿Qué quiere? —le dije a Lucas mientras desayunábamos en la cafetería del campus. Su rostro se volvió serio al escuchar mis palabras.
—No estás sola en esto. Pero debemos tener cuidado. Necesitamos más información —respondió con un tono que dejaba claro que no estaba dispuesto a dejarme sola.
Ese día, Lucas estuvo conmigo. Me acompañó a todas mis clases, aunque no fueran clases que él tomara regularmente. Estaba ahí para que no sintiera miedo, pero no podía concentrarme en estudiar. Asistía a mis clases porque él me guiaba, diciéndome que mi mente necesitaba estar ocupada para dejar de pensar en Caleb. Sin embargo, mis miedos y las tantas preguntas que rondaban mi cabeza continuaban.
Al terminar la última clase, le pedí a Lucas que me acompañara a llamar a mis padres. Debía contarles lo que había sucedido y que Caleb había aparecido de nuevo. Al llamar a mi madre, ella me dijo:
—Cariño, hemos intentado llamarte muchas veces y no hemos podido encontrarte. Ni tu amiga Tahis sabía dónde estabas; dijo que anoche no dormiste en tu cuarto. ¿Estás bien?
—Sí, mamá, todo está bien, pero tú suenas preocupada. ¿Te sucede algo?
Lo que ella estaba a punto de contarme jamás lo imaginé. ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo puede una persona estar en dos lugares al mismo tiempo? Mi madre me dijo que la noche anterior, Caleb había tenido un trágico accidente y se encontraba en el hospital, muy grave. Le grité a mi madre:
—¡No puede ser! Él estuvo anoche en el campus, me siguió y me amenazó.
Mi madre quedó en silencio por un momento y luego dijo:
—Hija, estás equivocada. Caleb está entre la vida y la muerte en la clínica de la ciudad.
Me quedé pálida en ese momento. No sabía qué pensar y mi celular cayó al suelo. Lucas me abrazó y me hacía preguntas, pero yo no podía hablar; estaba en shock.
Si Caleb no era la persona que me había atacado la noche anterior, ¿quién era el hombre que me atacó? Podía asegurar que era su voz, y usó las mismas frases; dijo exactamente lo mismo que él me había dicho antes.
Cuando finalmente reaccioné, le conté todo a Lucas. Él habló con mi madre y le aseguró que yo iba a estar bien, que estaba con él y que nada me pasaría. Después de contarle todo y pensar en la situación, le dije:
—Debo viajar ya mismo a mi pueblo. Debo ver con mis propios ojos a Caleb y confirmar que es él quien está en la clínica.
A Lucas no le parecía una buena idea, pero, como me había dicho antes, no estaba sola, y decidió que me acompañaría.
Pronto tendríamos una semana de receso por Acción de Gracias, así que era el momento perfecto para ausentarnos de la universidad. Tomé algunas cosas, al igual que él, y emprendimos el largo viaje hasta mi pueblo, sin imaginar lo que nos esperaba.