Las horas pasaron, pero yo no conseguía conciliar el sueño ni estar en paz. A pesar de la calidez de mi habitación y la presencia tranquilizadora de Tahis, el eco de su voz seguía resonando en mi mente, cada palabra impregnada de amenaza. El miedo se aferraba a mi corazón y la incertidumbre de no saber que hacer. Tahis era mi amiga más cercana en ese momento, pero involucrarla significaría ponerla en peligro, algo que jamás podría permitir.
Me levanté de la cama en ese momento, sabiendo que no encontraría descanso esa noche. Caminé por el pasillo en silencio, el eco de mis pasos sonaba en las paredes del viejo edificio. Necesitaba un lugar donde pensar, un lugar donde pudiera sentirme segura, aunque fuera por un momento. Mis pies me llevaron sin pensar a la azotea, donde solíamos pasar las noches viendo las estrellas.
El viento frío me recibió cuando abrí la puerta que daba a la azotea, haciendo que me estremeciera. La luna seguía alta en el cielo, y por un instante, me sentí pequeña ante su inmensidad. Me acerqué al borde, mirando las luces lejanas de la ciudad, buscando respuestas en ese mar de luminiscencia.De repente, escuché un ruido detrás de mí. Me giré de golpe, sentia el corazón latiendo en mi garganta, preparada para lo peor.
Pero lo que vi no era una sombra amenazante, sino una figura alta y familiar.
—No esperaba encontrar a nadie aquí a estas horas —dijo una voz suave, que reconocí al instante.
Era Lucas, un compañero de clase de astronomía con quien había compartido algunas miradas y sonrisas furtivas, pero nunca más que eso. Siempre había algo en su presencia que me tranquilizaba, y ahora, más que nunca, necesitaba esa calma.
-Lo mismo digo -respondí, intentando que mi voz sonara despreocupada, aunque sabía que mis ojos debían delatarme.Él se acercó lentamente, como si no quisiera asustarme, y se paró a mi lado, mirando hacia la ciudad.
Su proximidad era reconfortante, y por un momento, el terror que había sentido antes pareció desvanecerse.
-¿Estás bien? preguntó después de un rato, con una preocupación genuina en su tono.Mis ojos se llenaron de lágrimas, y antes de que pudiera evitarlo, me encontré contándole todo lo que había pasado. Su rostro se endureció mientras hablaba, y cuando terminé, una sombra de furia cruzó sus ojos.
-No dejaré que te haga daño otra vez dijo con una firmeza que me sorprendió.Su mano se deslizó hacia la mía, entrelazando nuestros dedos. El contacto fue electrizante, y de repente, me sentí más fuerte.
No estaba sola, y sabía que Lucas estaba dispuesto a enfrentar el peligro a mi lado.
-Gracias -susurré, apretando su mano. La noche fría ya no parecía tan aterradora con él a mi lado.
Mientras el viento soplaba a nuestro alrededor, llevándose el miedo con él, supe que juntos podíamos superar lo que viniera. Había encontrado no solo un aliado, sino quizás algo más, algo que nunca había esperado encontrar en medio del caos.