En la siguiente cita quien estaba a mi lado era Esteve y eso se sentía muy raro. Su mano no era la misma que la de Thiago. Lo extrañaba. Pero la emoción de Esteve al ver y escuchar por primera vez al bebé era impresionante. No tenía idea qué pasaba con Thiago, se pasaba poco por la oficina y apenas un rato, siempre se iba antes. Aquella mañana Esteve me llevó al trabajo como ya hacía siempre, ese día Thiago llegó más temprano, por lo que nos encontramos juntos en la entrada. — Buenos días, Rachel. — Buenos días, Thiago. Tienes muchos documentos en tu escrito. Se vuelven acumular poco a poco. — el ascensor se abrió y yo entré primero. En aquel diminuto espacio su olor inundó todo el lugar y yo me acerqué para olerlo, más él se alejó. — Lo siento. — No pasa nada. — creó que solo