Estaba embarazada, era una realidad. No sentía felicidad, tampoco tristeza. Había una rara sensación en mi que no tenia nombre. Estaba embarazada. De Esteve. Hace mas de quince días que lo sabia y aun no decidía nada. ¿Qué tenia que decidir? Tenía que decírselo, era el padre, tenia que saberlo. — ¿Por qué te noto tan confusa?— Sofia, Susana y Maia eran las únicas que lo sabían. Éramos las únicas en el casillero. — ¿Cómo quiere que esté? Está embarazada.— Susana ya intentaba poner su mano en mi vientre, como si se notara algo, cuando no era así. — ¿Estas pensando no tenerlo?— Me preguntó Sofia. — No he pensado en esa posibilidad. Pero mañana se lo comunicaré a Esteve, que vamos a tener a un hijo. — La idea me asustaba, el hecho de decírselo, de verlo de nuevo y no sabía