El taxi vino directo a mi casa. ¿Cuánto hacia que Esteve no ponía un pie aquí? Cuando abrimos la puerta, mis brazos acariciaron sus hombros y terminé besándolo, el también a mi. Este beso me llevó aquel día, donde sentí por primera vez sus labios, seguía besando tan bien como siempre. Sus manos acariciaban mis pechos y aquel toque era divino. Tocaba mis nalgas y me acercaba a el. Lo fui guiando hasta la habitación y ahora estábamos sobre mi cama. Quitó mi ropa con mucha facilidad, yo lo ayudé con el sostén, sus manos tocaban mis pechos desnudos, se quedó observándome luego de besarme y entonces se retiró. — Esteve, ¿estas bien? — mi cuerpo siguió al suyo. — Rachel… no te vayas. — Arrastraba su lengua y confundía mi nombre, con ella, tapando su cara con ambas manos, hablaba en v