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Durante las dos siguientes semanas, Susana me ayudaba con las oficias. Le había insistido que no era necesario, pero ella terminaba antes de las suyas y venia para ayudarme. Aun estaba a la espera de que Thiago o Laura me dijeran algo, estaban tardando mucho y eso me traía nerviosa. Y los malestares iban en aumento, decían que no seria un embarazo tranquilo. Salíamos de los casilleros cuando recibí un mensaje de Esteve. Me había llamado en varias ocasiones, lo mas probable para ofrecerse a pagar el aborto. “Rachel, quiero estar a tu lado cuando lo vayas hacer. ¿Puedo llamarte después?” Ignoré su mensaje y salimos de la empresa. Éramos las ultimas. Había un hombre sentado junto a una maceta, lo cual era muy raro. A esta hora aquí no había nadie. — Como sea un pervertido, le parto t

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