Era medio día del miércoles, las personas salían para almorzar, Esteve había entrado a la oficina de Loren y de un portazo cerró la puerta. Aquel enorme hombre, con un físico muy llamativo, ojos hermosos y sonrisa encantadora, tenia un enorme corazón, en el cabían la tristeza, el enojo, el amor y también el odio. Solo que Esteve no tenia idea de como seccionar las partes que debían ubicar cada una y a veces esas emociones ocupaban el espacio de otras. Por ejemplo al enamorarse, simplemente enloquecía y su corazón rebozaba de amor sin dejar espacio a nada más. Cuando odiaba, este abarcaba la mitad, mezclada con el enojo, no dejaba espacio ni para el amor. Mas cuando estaba triste, hacía una rara mezcla entre eso y el enojo, con solo una pizca de amor. Miró a los ojos a Loren y todo lo que