Capítulo 3

1089 Words
Narra Clara —Odio estar haciéndolo así—Mark suena distante. Hay viento de fondo como si estuviera conduciendo con las ventanillas bajadas. Apenas puedo mantener la cabeza erguida, entre ser atrapada en medio de lascivia y esa locura. Necesitamos hablar de respuesta, siento como si mi columna estuviera a punto de liberarse de mi espalda. —¿Haciendo qué? ¿Dónde estás ahora mismo? —Estoy en camino. Me fui hace un par de horas. —¿Horas? No entiendo. —No, me dirijo al oeste. Tengo un viaje muy largo por delante y espero que no estés enojada, pero tomé tu auto. —Tomaste el... espera, ¿estás conduciendo hacia el oeste, hacia dónde? ¿Y por qué te llevaste mi auto? —Sabes que mi auto nunca llegaría a California. Lo siento, Clara, pero de todos modos casi nunca conduces, así que ¿qué te importa? Sacudo la cabeza y el cerebro me da vueltas. —Espera, retrocede. ¿California? ¿Por qué conduces hasta California? ¿Y por qué ni siquiera mencionó la foto desnuda que le envié hace como dos minutos? Hay una breve pausa. Más viento por una ventana. ¿Por qué diablos no puede enrollarlo para que pueda oírlo? Ese es el clásico Mark: es completamente ajeno a todo lo que lo rodea. Confiable cuando se trata de cosas importantes, pero está en su pequeño mundo la mitad del tiempo. —Clara, te dejo. Bueno, no, te dejé. Me fuí... Hago un sonido ahogado. —¿Tú qué? ¿Vas a romper conmigo? —No usemos un lenguaje tan fuerte, ¿vale? Nos estamos separando. Yendo por caminos diferentes. Encontré algo realmente emocionante y si no aprovecho esta oportunidad, nunca tendré otra oportunidad. —¿Oportunidad? ¿En California? ¿Romper? ¿Y te llevaste mi auto ?— me estoy tambaleando y tengo que sentarme en la silla de Lisa Snell para evitar desmayarme y golpearme la cabeza con la esquina de su escritorio ¿Qué diablos está pasando? Suena como si le estuviera explicando matemáticas a un niño y lo odio por eso. Eso es peor que dejarme por teléfono, peor que ignorar la foto de mis senos peor que robar mi auto. Lo desprecio cuando se vuelve condescendiente. —Encontré un grupo de personas con ideas afines que creen en la búsqueda de la verdad—dice como si eso fuera completamente razonable, esta hablando del club de videojuegos que esta obsesionado —.Toda mi vida he estado estancado siguiendo la misma rutina. Despierta, trabaja, vete a dormir. Lo juro, en realidad nunca estoy viviendo. —Pero has sido mi novio durante años. Yo también estoy en esa rutina, ¿sabes? —Lo sé, y eres genial, pero nunca lo entenderías. No puedes correr riesgos, ¿verdad? Hago una mueca, agarrando el teléfono con fuerza. —Tomé uno hoy. Te envié un maldito desnudo—odio lo pequeña que suena mi voz. —Y te ves increíble. De verdad, Clara, voy a extrañarte, pero enviarme una foto sucia no es gran cosa. —¡Quizás no para ti!—casi le cuento que Renzo me atrapó, pero las palabras se mueren en mi garganta. Mark ya no es mi novio. No puedo contarle lo que pasa en mi vida. No, él no merece saberlo. —Claro, sé que es difícil para ti salir de tu pequeña y cómoda caja normal, pero es exactamente por eso que tengo que irme. ¿No lo entiendes? Llevamos un tiempo estancados, ya lo sabes... —Uno del que estaba tratando de sacarnos—puedo escuchar la patética desesperación en mi voz y desearía no ser así. ¿Por qué tengo tanto miedo ahora? ¿Por qué me importa si aburrido, nada me deja Mark? Pero me importa, realmente me importa, y eso me está matando por dentro. —Sabes que eso nunca cambiará. Nunca cambiarás. Después de lo que te pasó, realmente no puedo culparte por ello. Creo que cualquiera estaría bastante jodido. —No hables de eso—digo en voz baja, mientras una repentina y abrumadora rabia se acumula en mi pecho. —Estás atrapada en el pasado, Clara. Si tan solo pudieras abrirte al... —se detiene de repente como si hubiera dicho demasiado. —¿El qué? Mark parece molesto. —Sabía que no lo entenderías. Por eso no te lo iba a decir. Me río, incapaz de evitarlo. —Adiós, Clara. Intento llamar de nuevo, enviar mensajes y no pasa nada. Me hundo en la silla, tratando de asimilar lo que acaba de pasar. Mi novio me dejó justo después de tomar la primera foto desnuda que tomé. Me aventuré muy, muy fuera de mi zona de confort, tan lejos que, sinceramente, me sorprende haber sobrevivido, y su respuesta fue Tenemos que hablar . Ahora se dirige a California (en mi maldito auto) Y todavía tiene la foto. Estoy tan abrumada, tan completamente asustada que ni siquiera puedo llorar, a pesar de que estoy perdiendo la única constante en mi vida. Debería llamar a la policía y presentar una denuncia policial, pero no puedo obligarme a hacerlo todavía. Mark ha sido mi apoyo desde la universidad, y sí, no es emocionante, no es el tipo de persona que enciende fuegos artificiales en mi estómago, pero siempre estuvo ahí. Anhelo la coherencia. Necesito consuelo, rutina, confianza. Mark me dio todo eso. ¿Ahora qué tengo? Me acercó hacia mi pequeño escritorio atascado en la esquina del armario de suministros, tomo todas mis cosas y me apresuro a casa. En el viaje soy un desastre total. Abro la puerta de mi departamento y entro a la sala de estar, y él definitivamente lo hizo. El departamento está vacío. Las cosas grandes todavía están ahí (muebles, televisión, la mayoría de los platos y vajillas, la estructura de la cama y el colchón), pero todo lo demás ha desaparecido. Electrónica, ropa, decoración, cualquier cosa que valga unos pocos dólares. Mi colección de tazas de leche vintage. Mis discos y el tocadiscos. Mi equipo de tejer. Mi maldita computadora portátil y mi secador de pelo. Todo se fue. —¡Mark!–grito en su buzón de voz—.Me robaste el auto. ¡Me robaste la vida! ¡Voy a llamar a la maldita policía, imbécil! Tiro mi teléfono contra la pared, pero eso no ayuda. El silencio en mi pequeño a Departamento permanece intacto cuando finalmente me hundo en el suelo, con las rodillas pegadas al pecho y empiezo a llorar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD