Narra Clara
Me tiemblan las manos cuando aprieto el botón del ascensor.
No puedo creer que esté haciendo esto. Cuanto más me digo a mí misma que es totalmente inocente y que no es ni remotamente una llamada de sexo, más me convenzo de que es exactamente lo contrario.
Es por la forma en que me miró cuando me pilló en medio de una foto desnuda. Esa mirada, el deseo en su expresión, la pura lujuria animal como si quisiera cruzar la habitación y llevarme bruscamente sobre su escritorio. Me miró de arriba abajo y le gustó lo que vio; le gustó lo suficiente como para llamarme una semana después para una reunión no especificada.
Cruzo el área de recepción vacía, entro y cruzo el edificio hacia la oficina de la esquina. Debería darme la vuelta y correr a casa; esta no soy yo, no hago este tip
