Ya eran las tres de la tarde y Samira no pudo probar mucho del estofado de pato que mandó a preparar, por eso decidió comer un poco de fruta, no sabe por que lleva tantos días con ese malestar.
Ella iba a entrar al baño a ducharse cuando, de pronto suena su celular.
—«Hola buenas tardes, ¿quién me habla?»—pregunta al no reconocer el número—«¿Aló? Si no dicen nada voy a colgar»
—«Hola mi muñeca ¿me extrañaste?»
Samira puede reconocer esa voz a kilómetros. Sintió miedo de solo escucharlo, volvió a su mente aquel momento fatídico, donde ella por más que luchaba, no se detenía, su cuerpo tiembla, siente pánico, se ha quedado muda y cuelga la llamada. Ella pone el celular encima de la cama, llevándose ambas manos a la boca.
—¿Cómo diablos consiguió Matías mi número—se pregunta pensativa mi
