Quiero conocerte.

2175 Words
—Ummm.— Vuelve a gemir Samira. Cuando ella siente esa corriente de placer, decide no pensar en nada más... deja salir un gemido... las piernas le tiemblan, y respira muy agitada. —Me encanta tu piel, el escucharte gemir me hace sentir muy complacido, realmente he hecho un buen trabajo.—Le dice Hugo mordiéndose él mismo, su labio inferior, cuando nota que ella está llegando al clímax, el también ya está en su límite, él le termina de quitar el vestido y el brasier, para que ella esté mas cómoda. —Quiero besar tus senos.—Le dice mientras la sigue tocando. —Tu puedes hacerlo.—Le responde Samira aún agitada. El le besa los pechos, son tan suaves al tacto, Samira siente que va a derretirse, él se acomoda sosteniendo su cadera, la embiste varias veces más, y cuando siente que se viene, saca su virilidad y termina fuera de ella. —Dios... esto es tan bueno.— Le confiesa Hugo mientras le planta otro beso. —¿Te ha gustado todo lo que hicimos? Samira lo abraza por un momento, ambos tienen los cuerpos húmedos de sudor. —Si... me ha gustado mucho, me siento increíble—Le responde Samira mientras acaricia su pelo. Hugo toma papel y la limpia con delicadeza, el papel lo tira directo al inodoro, y descarga el baño. Luego regresa a la habitación con una toalla húmeda y termina de limpiarla, nota que era virgen realmente por la mancha de sangre dejada en la sabana. Cuando recuperan el aliento, cambian las sabanas por unas limpias y vuelven a acostarse. —¿No necesitas llamar a tu trabajo? — Pregunta Hugo mientras sigue admirando su pelo, y sus grandes ojos. —Ya envié una nota de voz a mi jefe por w******p cuando estaba en el baño temprano, le dije que faltaría por algo que me sucedió, no me pidió explicación y me dijo que me tome en día libre si lo necesitaba, para que resolviera cualquier cosa, que el se encargaría de todo. — Bien... ¿Y que te gustaría hacer?... podemos salir a comer, no sé...lo que te apetezca. — No tienes que esforzarte en complacerme, además es tu día libre e imagino que quieres descansar, yo estoy bien quedándome aquí tranquila, yo...no quiero llegar tan temprano a casa de mis abuelos, no viven tan lejos... pueden pensar que ha pasado algo en el trabajo, me han despedido o algo así y no quiero eso, no quiero preocuparlos son personas muy mayores. Además debo pensar en una excusa para cuando me vean las heridas del cuello y el rostro. —Estoy bien con cualquier cosa, puedes quedarte aquí conmigo, de todos modos la habitación está pagada hasta las 6:00 pm. —Bien.. entiendo... si es así, llamaré a algún restaurante para pedir comida, es lo justo que si pagaste el cuarto, yo pague la comida. imagino que comes mucho por lo fuerte que eres.—Le dice sintiendo un poco de vergüenza al ponerse la ropa interior. Hugo no quiere detenerla, él deja que ordene la comida, el sabe que son de dos estatus sociales diferentes, el no quiere que ella sepa realmente quién es él, ni a dónde pertenece, además él no desea que Samira se sienta inferior a él, así que oculta por el momento decirle que es el hijo del Ceo de una importante compañía. —¿Aló? necesito un delivery de dos combos grandes de perritos calientes, por favor, si... extra papas, pagaré en efectivo, ¿25 dólares? está bien, estoy en el 46 West 17th Street, entre la 5th y la 6th Avenida, Hotel Chelsea Inn habitación 608, bien... muchas gracias.—Samira cuelga el celular. —¿Siempre comes comida rápida?—Pregunta Hugo, mientras colocaba su boxer. —No siempre... solo cuando me toca trabajar hasta tarde, por lo general mi abuela cocina y me separa una porción para comer en el trabajo.— Le responde Samira mirando su cuerpo bien definido de reojo. —Eso me recuerda, que debe estar echo un desastre en mi bolso...no quiero ni verla. — ¿ Tu no cocinas? Y...¿Qué preparó tu abuela hoy? — Si sé cocinar, pero mi abuela me consciente mucho, ella dice que mientras ella tenga fuerzas, me alimentará. Ella me hizo unos canelones de carne en salsa roja. Aunque ahora se convirtieron en revueltos de canelones —bromea Samira. —Eres muy graciosa...y hermosa a la vez, me alegra que te sientas mejor, y tomes todo esto como experiencia, la vida continúa, siempre hay personas malvadas en este mundo. A los 30 minutos el teléfono suena, Hugo toma la llamada. El recepcionista pregunta si había hecho un pedido. —Sí, es nuestro, enseguida bajamos—Le informa Hugo y cuelga. Ya ha llegado el pedido, señorita Samira. Samira termina de cambiarse para bajar a recibir su pedido. Cuando llega al pequeño lobby, Samira toma el dinero y lo entrego al chico, tomando su pedido. *Ya en la habitación de vuelta. — ¡Están muy ricos!—Se emociona Hugo al probar los perritos calientes que Samira había ordenado, tenía siglos que no los probaba, la última vez, fue en el instituto, su hermano mayor los había comprado para el. —¡Si... están muy buenos, y debes de probar sus Yaroas también son muy buenas!.—Le dice Samira mientras se comía una papa frita. Pasaron las horas volando, Hugo se sentia tan a gusto hablando, en compañía de esa mujer...y eso que había tenido varias, entre ellas vírgenes, pero nunca nadie como Samira. Con las otras sentía que lo buscaban por el dinero, o para que les consiga algún puesto en la compañía de su padre, o por fama, nunca antes nadie lo había tratado como una persona normal, común y corriente, y eso extrañamente lo hizo feliz. En ese momento no necesita la conexión de su padre, ni su apellido, ni su dinero para hacer a aquella chica feliz. Solo necesita estar ahí para acompañarla y protegerla. Cuando llegaba el momento de despedirse, Hugo no quiere que aquello fuera solo sexo del momento, realmente le gusta Samira. Se alistaron para salir del motel, entregaron la llave. —¿Cual estación del metro tomas? —Yo tomo la línea 33rd street. —Bien te acompaño. En 15 minutos llegaron a la estación caminando, pero Hugo no siente que han durado tanto caminando, van tan entretenidos hablando, que sintió que llegaron muy rápido. El se siente como cuando estaba en el instituto y acompañaba a alguna novia a su casa, con su chofer siguiéndolo detrás en el carro. A excepción de esta vez le había informado a Frank su chofer que tomaría un taxi para regresar a la mansión. —Se que nos conocimos hoy... y tuvimos sexo... pero ¿Existe alguna posibilidad de volver a verte y saber de ti?...— Le pregunta Hugo a Samira antes de que tomara el metro subterráneo.—Me gustaría que me llevarás personalmente a probar de nuevo esos perritos calientes...estaban realmente deliciosos. Samira saca de su bolso una tarjeta de presentacion, y la pone en sus manos antes de subirse al metro. — Drip Drop Café ...Barista, Samira Robles—susurra Hugo en voz baja cuando leía lo que dejaba en sus manos. — ¡Ya estoy en casa!—anuncia Samira al entrar por la puerta del apartamento. —Mi niña ya está aquí, ¡a buena hora!, la cena casi está lista.—le dice su abuela mientras aún remueve la sopa de pollo. Aquel aroma inundaba el pequeño apartamento. —Ummm...huele rico abuela, ¿que prepara hoy mi cocinera favorita?.—pregunta curiosa Samira mientras deja su bolso en una de las sillas del comedor. ¿y mi abuelo, dónde está?. —Es la sopa de pollo que tanto te gusta, ese viejo cascarrabias, se molestó porque quería ir al bingo, le dije que deje de estar apostando, cree que porque ganó el otro día, puede seguir ganando, quería que lo acompañará y me negué. —Bueno el próximo lunes estaré libre, puedo acompañarlo, el me enseñó como jugar y dos son mejor que uno. —Bien, bueno ve a traerlo está en el sótano, ya voy a servir...¡Oh mi Dios, pero que te ha pasado en la cara, y el cuello?—La mira horrorizada su abuela al verla con la curita en el cuello y el rostro aún colorado. —¡No es nada!...pasa...que Jesús mi compañero abrió la puerta del almacén de golpe, el iba con unas cajas, y no me vió, me empujó por accidente, pero estoy bien ya me puse medicamento.— miente Samira no podía decirle la verdad a su abuela de lo sucedido, Además que decirle no cambiaría nada y eso llevaría a más preocupación y mas preguntas. —Wao que chico ni más despistado, tengo calmantes te los daré luego de cenar —Le dice la abuela, —Bien abuela, iré a buscar a mi abuelo —Samira baja las escaleras hasta el sótano para traer a su abuelo y disfrutar de la deliciosa sopa de pollo especialidad de su abuela. *Días después. Ya han pasado dos días desde el incidente, Samira vuelve a su trabajo, sin ningún otro percance y por algunos comentarios de las personas de la zona, se entera de que el ladrón que estaba azotando esa área fue arrestado y enviado a la cárcel, para que sea el ejemplo de los que rompen la ley. —Aquí están sus dos capuchinos señor Gonzalo.— Anuncia Samira al oficial de policía que está sentado esperando. — ¡ Muchas gracias ! Samira esta cafetería ha mejorado su sabor, desde que estás aquí. Me encanta más cuando estás en la tarde, jejeje así te puedo ver y saludar, ya a esta hora estarías llegando a tu casa. — Si.. ni que lo diga me gusta más trabajar de día. y hablando de todo menos del diablo ¿Es cierto que agarraron al tipo que atacaba a horas de la noche? —Si...nos hicieron una llamada y fuimos al lugar, lo encontramos desmayado. No se quién fue que lo golpeó, pero dos testigos testificaron después, mi supervisor se encargó de todo después de eso, le darán mínimo 20 años. Tienen muchas pruebas y tenía muchas denuncias de otras personas. Samira tuvo miedo de denunciar que quiso abusar de ella, además de que le quería robar, pero al escuchar que no iba a salir por mucho tiempo la tranquilizó bastante. En ese momento se acuerda de Hugo, se siente como una boba el verse a ella misma el día anterior esperando su llamada o su visita, piensa que el no la va a contactar y se dice a sí, misma que no se va a arrepentir por darle su virginidad a alguien que conoció en un día. —¿Debí haberle pedido su número?, ni siquiera sé si llegó bien a su casa... Ella no sabe nada de él, y en ese momento no sintió la necesidad de preguntarle nada, pues se la pasó muy bien en su compañía...ese día pasaba muy lento, Samira siente que más gente de lo acostumbrado pasan a ordenar sus cafés preferidos, muchos de sus clientes les dan propina muy generosa, que hasta piensa en comprarle a su abuela un masajeador para sus pies. Dan las 10 de la noche y a Samira le toca hacer el cierre del local. —Bien Samira hoy es tu turno de cerrar, yo me iré temprano, Yudith quiere ir a la última tanda del teatro.—le comenta Sergio refiriéndose a su novia. —Si señor, yo me encargó, ya son las 10 será mejor que se apure... gracias por darme aquel día sin previo aviso. —No es nada a cualquiera nos puede pasar una emergencia, y se que no eres mentirosa, al contrario en todos estos meses haz hecho un excelente trabajo y las ventas han subido bastante...si el negocio sigue mejorando, el año que viene les haré un aumento a ustedes chicos, se lo merecen. Ya su jefe cuadró todo el dinero de la caja, solo deja un cambio de efectivo, para empezar al otro día pone el dinero en un maletín y se va en su carro, dejando a Samira terminar de limpiar y recoger lo que falta, momento después la campanita del negocio suena dando alerta que alguien a entrado, Samira ya había apagado las luces para salir, ve la silueta de un hombre de pie en la puerta, ella al ver la persona vuelve a encender las luces. —¿Ya cerró? le pregunta el hombre desde la entrada del negocio con la puerta aún en la mano. —¿Hugo?—Pregunta Samira sorprendida al ver ese rostro conocido. —Hola Samira, ¿Llego tarde para ordenar un café macchiato?—Agrega con una sonrisa. Samira sonríe al verlo, realmente no esperaba verlo por lo menos ese día. —Bueno, realmente llegaste justo a tiempo...
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