Sobrevivir en tiempos difíciles.

1497 Words
—¡NOOOO!¡Oh por Dios! —Samira corre hasta donde está su abuela y la abraza—¡Abuela háblame... dime algo! ¡No te mueras!—grita con el alma en un hilo. Rápidamente llegaron, con una camilla, varios enfermeros la llevan a emergencias, le ponen oxígeno y una intravenosa. Una enfermera se queda en la entrada de emergencia con Samira para consolarla, y darle ánimos. Samira está quebrada, siente que si algo le pasa a su querida abuela en ese momento, quiere que el cielo también se la lleve a ella Por otra parte, en la gala de tecnología. Paola se sentía inquieta, como vio que su enamorado ya estaba recogiendo todo, decide acercarse al novio de Samira para contarle lo que ha sucedido. —Scoot regresó en un momento, creo que nuestra velada de hoy no va a poder ser cariño, mi amiga tiene una emergencia y debo estar con ella. —No te preocupes corazón, termino de empacar estos folletos y te llevo a donde esté tu amiga, lo posponemos para otro día. —El novio de mi amiga está aquí le avisaré, para que nos acompañe. —Bien cariño ve te espero aquí. Paola toma su bolso y su copa con Champaña, se dirige hasta el área donde está Hugo. Levanta la vista y ve que aún está rodeado de varias personas, nota que habla con un señor de mediana edad que a leguas se ve adinerado, por sus ropas y el reloj con la correa roja distintivo de la marca Richard Miller valorado en dos millones de dolares. Entonces empieza a caminar más lento hacia él, dando chance de que termine su conversación, cuando ve que la rubia a su lado toma su brazo. Paola se extraña, y se detiene a varios pasos del grupo, al escucharla decir mi amor. —¿Mi amor?—susurra Paola. —Gracias señor Vandel por asistir. —No es nada, el evento se dio maravilloso, mi hija me insistió en venir, sabes que te ama con locura, y te apoya en todo. —Si...Yesenia es buena conmigo. —Y ¿Cuando le pedirás matrimonio, a mi hija? te noto muy lento,—se ríe a carcajadas— tienen mucho tiempo saliendo, es hora de que sienten cabeza. —Aun somos jóvenes, estamos organizando algunas cosas todavía. Hugo no quería hablar mucho, ya tenía pensado, terminar esa misma noche con Yesi, para al siguiente día pedirle a Samira que fuera su novia formal, y ahora este viejo se la estaba poniendo difícil. —¡Papa! no seas así, será mejor llamar a Rolando para que te lleve a casa, yo me iré con Hugo a nuestro apartamento. —¿Nuestro apartamento?¡pero que hijo de la gran manzana!—vuelve a susurrar Paola. —Sabes como soy hija, ya es hora de que se casen y me den nietos. Cuando Paola escuchó todo eso, casi se atraganta con la champaña y empezó a toser involuntariamente. Llamando la atención del grupo. —¿Esta bien señorita?—pregunta el Sr. Vandel al girarse. —Cof, cof...Ummm , si, estoy bien gracias por preguntar—mira a Hugo con una mirada de desprecio. ¡Como diablos, le hacía eso a su amiga, Hugo es un desgraciado y mal nacido!— pensó —Bueno, será mejor que me valla—dice el viejo volteando se de nuevo. —Esta bien papi, me llamas cuando llegues. —Si, mi corazón, ustedes también avísenme cuando estén en el apartamento. Paola seguía al lado de pie, mirando de reojo, estaba que ardía del coraje. ¿Como le iba a explicar a su amiga lo que había escuchado? ¡Samira le había dicho que le había entregado su virginidad a esa escoria! —Bien mi reina, termino aquí y te alcanzo en tu carro. Solo dame 15 minutos más —le dice dándole un beso en los labios—. Debes estar agotada con esos zapatos. Paola vio aquello y quería desaparecer, la copa en sus manos está casi quebrada, de lo fuerte que la estaba apretando. En ese momento le suena su celular, y se aleja para responder al ver que era Sami. —{¿Aló, Sami?, ¿Qué pasa por qué lloras tanto? habla...¿Qué? ¡no puede ser! voy de inmediato}—cuelga y se apresura a donde está su enamorado. —¿Ya hablaste con él? —le dice Scott a Paola, al verla—. Yo estoy listo solo espero por ustedes. — El no vendrá...apuremos, —responde aún enfurecida—realmente pasó algo malo, Samira me llamó llorando desesperada, su abuelo murió y su abuela está en emergencia. No se que carajos pasó. Scott y Paola salieron del edificio a toda prisa para dirigirse al parqueo por su Jeep, y de ahí al hospital. *En la mansión Valdivia. Alejandro acaba de tomar una ducha, su pelo corto aún destilaba el agua, rodando por sus hombros, tiene deseo de fumar, ya que no lo pudo hacer en todo el día, busca entre los pantalones que se había quitado, encontrando solo la caja de cigarros, se puso a pensar, donde carajos habría puesto su encendedor favorito. Se sienta por un momento al borde de la cama, pasando su mano por el pelo mojado meditando. —Maldicion... no es justo.—dice en voz alta y se ríe—. Esa preciosa sabrá mi nombre y yo aquí, preguntándome cuál sería el nombre de ese ángel. Alejandro recuerda que su encendedor lo puso en el abrigo que le dio a Samira, y no en los bolsillos del pantalón. Piensa que Samira leerá su nombre gravado en el encendedor Zippo. *Por otro lado. Ya eran las 7 de la mañana, Samira se encontraba abriendo la puerta de su habitación en el apartamento de sus abuelos, la noche anterior era un caos, gracias a Dios Paola apareció como su salvadora y la ayudó junto a Scoot para los trámites del sepelio de su abuelo, ella no tenía cabeza para nada de eso, se le partía el alma cada vez que pensaba en su abuelito amado. Paola contrató los servicios de una enfermera, para cuidar a su abuela, su amiga le insistió que regresará al apartamento a tomar una ducha, comer algo y dormir un poco, pues a su abuela la habían estabilizado, pero la caída tenía repercusiones en la cabeza y abría que operarla, no ha pegado un ojo para dormir en toda la noche y no es para menos. —¿¡Dios que voy a hacer!?—pensaba en voz alta mientras colocaba el abrigo de aquel extraño sobre la cama. Además de estar muy preocupada por la salud de su único familiar vivo, las facturas del hospital, y el sepelio ascendieron a más de 30 mil dolares, aunque el hospital hizo un acuerdo con ella de enviarle las facturas divididas en varios pagos a su casa, debía cumplir sino tendría repercusiones, en su vida y podía hasta caer presa, su amiga le prestó dinero para el depósito, pero ella debía buscar la manera de buscar mucho dinero y rápido. —No puedo permitir que el banco se quede con este apartamento, como hizo con la casa de mis padres, si se acumulan las facturas una tras otra.—murmuraba aún con los ojos llorosos. No podía seguir dependiendo de su amiga, (ya le debía mucho dinero) y del trabajo de medio tiempo. En ese momento llegaba a su mente, la pelirroja de la boutique que le dio la tarjeta, recordó que ella no tenía que acostarse con nadie sino quería, piensa en llamar para preguntar, cuanto les pagarían solo por ella estar en el bar, ya sea sirviendo tragos, o limpiando. —¿Dónde abre puesto la Maldita tarjeta?—se dice Samira mientras pone su close de cabeza. Al fin la encontró en el bolsillo del pantalón que uso ese día de compras con Paola. Busca su teléfono y marca el número. —{Hola buenos dias—saluda en cuanto tomaron la llamada.—Soy Samira Robles}. —{Buenos días, Angeles de Jimmy ¿en que te ayudo?} —{Llamo por un trabajo, la señorita Brittany Collins me dio su tarjeta. Quería saber cuánto paga.} —Esa información solo se da en persona, corazón, políticas de la empresa. Debes venir a la entrevista a las 7 de la noche, vestida de blanco, completa hasta la ropa interior, si tiene pedrería mejor, aunque Brittany te haya dado la tarjeta solo eres un prospecto, hay que evaluar te, y debes firmar exclusividad, además debes traer análisis del último mes, para confirmar de que no estás enferma. Samira piensa que no perderá nada con ir hasta el bar en la noche. Si trabajar en aquel bar pondrá fin a sus preocupaciones de dinero, y que su abuela esté bien, entonces valdría la pena el sacrificio. — Bien, nos veremos en la noche.—dice Samira.
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