Mi Ceo está enamorado.

1367 Words
Alejandro lleva en brazos a Samira hasta la habitación principal, depositando su cuerpo en la inmensa cama, él toma un comando de control de la mesita de noche y enciende el aire acondicionado, pone música romántica y cierra las cortinas con el, la música sale por los pequeños altavoces ocultos en la habitación. Alejandro subiendo encima de ella, la acaricia por cada rincón de su cuerpo, por encima de aquel vestido de algodón color pastel. —Eres mi muñeca, mi mujer y serás mi esposa.— sonríe Alejandro. Samira lo mira con ojitos saltones, se eriza, cuando Alejandro pasa sus dedos, rozando por sus brazos hasta su cuello, envolviéndolo con sus grandes manos. Alejandro con la otra mano, toma la mano izquierda de Samira, pequeña y delicada que ahora lleva el pequeño anillo con el enorme diamante, besando cada uno de sus dedos, pone la mano de Samira en su rostro, y luego de besarle la palma, se acerca para besar de nuevo los labios de ella. Samira se envuelve en el abrazo que le da Alejandro. —Me encanta como eres, me hace feliz que he encontrado al amor de mi vida y de mi existencia.—dice Samira. Ella quiere permanecer en él, no quiere que aquel hombre se vaya de su lado, ella está llena de un deseo infinito... de un frenesí, quiere ver su mirada, quiere enamorarse, quiere sentir cada día su calidez, no quiere volver a sentirse sola, siente que lo necesita, Samira no quiere vivir sin ese hombre, ella quiere llegar al fin del mundo por él, no quiere engañarlo ni mentirle nunca. Quiere serle tan leal como lo sea él con ella. —Me traes... loco bebé—dice él, mientras le saca las ropas dejándola totalmente desnuda. Ella había sufrido tanto en el pasado, pero por la felicidad que la invade en este momento, siente que aquel sufrimiento era necesario para que ese Ceo imponente, forme parte de su vida ahora, Samira solo lamenta que sus padres, no lo hayan podido conocer, pero sabe que la están viendo desde el cielo, Samira está agradecida, sabe que su abuela lo va a conocer, y será quien la lleve al altar, Alejandro es su héroe su salvador, él la a sacado de lo más profundo del abismo. El hace que su corazón vuelva a latir, ella quiere abrir su corazón y no dejar nada para ella. Alejandro se incorpora y se quita sus ropas cayendo al suelo. —Tómame y hazme tuya, soy solo tuya...solo de ti—le dice ella, mientras disfruta su cuerpo desnudo. Samira no deja de lamerse los labios, solo piensa que se está comiendo a ese hombre tan sexy, la hace temblar de la emoción, al ver lo que Alejandro trae entre las piernas, y recordando la última vez que lo hicieron, Samira siente como la humedad se hace dueña de su interior. Cuando Alejandro se suma en ella como uno, llegando hasta lo más profundo, ambos cuerpos palpitan. —Agh..Siiii...—gruñe Alejandro, mientras le muerde el cuello, y empieza sus movimientos de cintura. Alejandro tiene calzada a Samira, con su gran herramienta y sujetada por las caderas. —Ahh...si... ahí, me encanta—dice Samira ya abierta de piernas recibiendo el garrote, sin compasión. Ellos estuvieron por más de una hora saciando sus cuerpos, Alejandro la ha puesto en cuatro patas, dándole con su bendición, ambos estaban sudados aún teniendo el aire acondicionado encendido. Alejandro ha hecho que Samira llegue al clímax varias veces, el sólo una vez. — Amor...tengo sed—susurra sin fuerzas en su cuerpo Samira. —¿Es eso cierto? Ahh... pero me falta poco por llegar, otra vez —dice Alejandro lleno de lujuria. Viendo que Samira realmente está agotada, debe buscar una solución, para que ambos obtengan lo que quieren. Alejandro la gira y la carga de frente volviendo a penetrarla, se levanta con ella en brazos y camina con ella en esa posición hasta la cocina. Samira siente cada pisada, y siente que su pene se abre paso cada vez más profundo en ella. —¡Ohh, Dios... bebé, me vas a matar!—dice ella mientras lagrimea del placer que aquello le provoca, haciéndola venir de camino a la cocina. —Si...dámela toda— se detiene en la entrada de la cocina, para arrancarle otro beso muy orgulloso. Él con una mano, toma un vaso de uno de los gabinetes y con Samira de espaldas al refrigerador, sostenida con solo un brazo por la cintura, el pone el vaso en el dispensador de agua, sin bajarla . —Toma, bebe—le dice Alejandro, mientras pone el vaso de agua en su boca, sin dejar de penetrarla. Samira está excitada nuevamente, por los movimientos suaves pero constantes, de los movimientos de Alejandro, ella está absorta y no se está tomando nada, todo el líquido se está derramando en medio de sus cuerpos. —Muñeca tú querías agua, pero veo que prefieres mi pene ahora, por como te retuerces encima de mi, creo que vas a venirte otra vez. —¡Si... estoy tan cerca, bebé!—le grita. Alejandro toma el agua que queda en el vaso, se lo echa en la boca y luego atrapa la boca de Samira y le termina de dar el agua boca a boca, tratando de que ella la tome toda. Alejandro se gira y deja el vaso a un lado en la gran encimera de la cocina, él coloca a Samira sobre la encimera y termina de embestirla como un demonio poseído, la luz que entra por los grandes ventanales del Penthouse hacen que Samira se vea mucho más hermosa, sus gemidos se adentran por cada rincón de su nuevo hogar. —¡Di mi nombre, mi Muñeca bella, dime qué quieres, y te lo dare!—le dice emocionado al borde de entregarle su descendencia. —¡Ahh...Ale...Ay Alejandro, bebé sácamela!—grita a todo pulmón su nombre al mismo tiempo que se entregaba a ese torbellino de placer, por cuarta vez. Alejandro se siente un poco con calambres en sus piernas, él se siente que está fuera de forma, por tanto tiempo sin practicar sexo con nadie, pero aquella mujer hace que su instinto la desee más. Al escuchar gritar su nombre, se olvida de los calambres en sus piernas, y arremete con más fuerza contra su V@gina. Él quiere estar y vivir dentro de ella, esa mujer lo hace sentir tan bien, que lo sentimental lo envuelve mientras lo pone vulnerable, Alejandro siente que ni con la madre de sus hijos llegó a sentirse así, aunque él la amaba mucho, no se sintió tan pleno como ahora, tal vez porque en el pasado él no había atesorado tanto a su ex esposa, pero ahora no cometería el mismo error con Samira. Cuando ya no aguanta más, deposita una gran cantidad de semen, en su interior, más que la primera vez, Samira se ha desmayado por varios segundos, cuando abre los ojos nuevamente, siente todo el peso del torso para arriba de Alejandro, ella puede sentir lo agitado que a quedado, siente que sus piernas tiemblan al igual que las de ella. Aquella cocina fue testigo de toda esa pasión, y arrebatamiento de placer, había semen mezclados con los fluidos vaginales de Samira por todo el piso y la encimera. Cuando Alejandro recupera un poco el aire, levanta la cabeza de entre los pequeños pechos de Samira. Se da cuenta que ella está observándolo, poniéndolo un poco tímido. —Tu eres que vas a matarme de un infarto.— sonríe. A Samira eso le dio tanta gracia que suelta una carcajada. Alejandro se incorpora, saca su m*****o por el momento satisfecho, haciendo que su líquido ruede entre sus piernas ensuciando todo a su paso, él le echa mano a un paño blanco sin usar de cocina, que está en uno de los gabinetes a su lado, limpia a Samira y luego se limpia él. —¡Oye... eso es para agarrar las cosas de la cocina!—lo mira sorprendida Samira. —Jajaja, bueno mi muñeca bella, tu v@gina está en medio de la cocina—bromea.
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