Nueva vida.

1402 Words
—No fue nada, soy Cristian, ya te había visto antes, vivo encima de la cafetería "Aroma" has ido a comprar café, yo soy el dueño. —Ahh no sabia, la niña de ese negocio es muy simpática, fue la que me atendió. Samira se queda mirando al joven apuesto, siente como si él la estuviera persiguiendo antes, ya lo había visto en la la costa cuando ella salió a caminar en la noche con su abuela, también lo vio en la panadería temprano en la mañana y ahora ahí estaba el chico de un metro noventa, frente a ella ayudándola a recoger vegetales. —¡Muchas gracias, por ayudarme, pero me tengo que ir!—le dice mientras sale corriendo, al llenarse de un momento a otro de pánico. Samira llega a casa de su amiga y cuando deja las bolsas en la encimera de la cocina mira a escondidas por la ventana para ver si el chico se asomaba por los alrededores, se mantuvo mirando a su alrededor todo el camino, pero nadie la siguió. — ¡Samira... ya estás aquí mi corazón!—escucha decir a su amiga Carmen. —¡Hola ya llegaron!— le responde, mientras la abraza hasta más no poder. —Si, Paola está en el baño,¿donde estabas?tu abuela está en la cocina.—le dice Carmen. —Estaba comprando algunas cosas. — Mandaré a llamar a la señora que viene a ayudar con la limpieza cuando ocupo la casa. —¡No te molestes! todo aquí está en orden y me gusta cocinar y sabes que mi abuela no está acostumbrada a que le hagan las cosas. — Bueno si cambias de opinión me avisas. —Traje el periódico para empezar a buscar algo que hacer y ver si hay alguna propiedad en venta. —Las casas son caras aquí, pero en las afueras es más asequible. Mira te traje un celular y un número nuevo, mi número y el de Pamela ya están grabados. —Muchas gracias amiga, dime cuánto es y te lo reembolsaré —responde Samira. —No te preocupes lo tenía tirado en una gaveta, papi me compró el último modelo y ese lo tenía arrumbado. Así que no me debes nada, igual se iba a dañar de no usarlo—le dice Carmen. —¡Hola amigaaaa! —saluda Paola a Samira. —¡Hola corazón!las extrañe—le dice Samira mientras abraza a su amiga. Samira se puso al día con sus amigas mientras su abuela se retiró al patio para echarle agua a las plantas. Samira les contó todo lo sucedido desde lo que le hizo Matías en su penthouse, hasta la persecución de Alejandro cuando iban en el taxi. —¡Son unos desgraciados esos hijos de Alejandro!—exclama Paola. —Lo mejor que hiciste fue salir de ahí amiga, cuenta con nosotras para lo que sea, pero debiste de decirle todo tu misma, él ha sido muy bueno contigo, y no es justo que pague justo por pecadores, me da pena que el pague los platos rotos de sus hijos. Aunque es mejor si se dan un tiempo, pero si se vuelven a encontrar por casualidad o él te busca, no salgas corriendo, debes enfrentarlo, él que le dé una patada por culo a sus hijos y los mande a volar, tu mereces ser feliz y sabemos que lo amas. Y si él le da su merecido y su escarmiento a sus hijos, eso significa que está de tu lado, vende ese maldito penthouse, para pasar páginas, que esos malos recuerdos se vayan volando—le dice Paola. — Yo a ustedes les agradezco todo lo que han hecho por mi en todos estos años, por suerte llegué a ahorrar bastante, porque no gastaba nada de mi sueldo. Realmente tengo miedo, cuando ví su rostro luego de enseñarme los vídeos en su celular solo veía pánico y millones de preguntas dibujadas en él. No sé que pasará con el penthouse ni me interesa, con tal de no encontrarme con sus hijos, prefiero soltar todo eso. —Bueno deja que el tiempo ponga todo en su lugar, yo buscare entre mis contactos para ver si tengo a una psicóloga, que viva aquí, sé que eres muy fuerte, pero debes ir a terapia, eso te ayudará bastante— dice Carmen —Esta bien, cuando lo tengas me avisas— responde Samira. Samira y sus amigas se pasaron el resto del día más tranquilas, en la tarde se dispusieron a caminar por la playa. Luego hicieron una rica cena de pescado con ensalada y papas fritas. Sus amigas al verla más tranquila decidieron irse al día siguiente, todas durmieron en la misma cama recordando sus días de preparatoria. Samira había marcado varios empleos la noche anterior, en la página de clasificados, era domingo en la mañana, así que debía esperar hasta el lunes para ir a dar la aventura, no llevaba con ella el título ni los reconocimientos que había ganado, tampoco había anotado los números de teléfono de su antiguo jefe, ni se los sabía de memoria, a esta altura de juegos le habrían puesto abandono de trabajo, aunque cree, que si le pide a sus amigas que pasen por allá y les hagan saber un poco la situación de que ya no vive mi volverá a Manhattan, que aunque no le den el dinero de liquidación, por lo menos que le vuelvan a dar su diploma y una carta de recomendación. Eran las 6 de la mañana, Samira sale a caminar temprano, las náuseas la tienen sin sitio en la casa, se puso una ropa deportiva que adquirió en una venta de ropa usada, mientras iba caminando le da el olor a café, vuelve a antojarse de la deliciosa bebida, sin darse cuenta pasa por el frente de la cafetería, cuando se dirigía a darle la vuelta a la segunda manzana. —¡Buenos días!— le dice una niña . —!Buenos días!—le responde Samira mirando a su alrededor. —¿Que te sirvo?—pregunta ella. Samira se queda mirándo, la última vez ordenó un café n***o y la niña se lo hizo, pero no estaba bien hecho, ahora Samira estaba antojada de un frapuccino. —Me gustaría un frapuccino. ¿Sabes hacerlo?— pregunta Samira. —Eso no lo sé hacer aún, mi hermano está detrás, preparando los pudines de pan. —Me llamo Samira. ¿Esta bien si paso y lo preparo yo misma?¿Cómo te llamas?—yo soy barista profesional. —Yo me llamo Carolina ¿En serio eres barista? — pregunta sorprendida—¡Mi hermano también!, me gusta ver videos de barista quiero ser como mi hermano cuando sea grande. —Si, es en serio—le dice mientras se dobla las mangas del abrigo y se pone a preparar todo. La niña estaba de lo más encantada mirando a Samira preparar su bebida de repente llegaron varias personas al mismo tiempo y le pidieron diferentes bebidas incluso algunas no estaban en el menú. —Tengo que ir por mi hermano—dice ansiosa la niña. Samira sabía prepararlas le pregunta a la niña. —¿Quieres que te ayude mientras viene, para no hacerlos esperar a los clientes?—le pregunta Samira —¡Si claro!—muchas gracias vengo rápido. Samira preparo muy rápido todos los pedidos, en pocos minutos un chico alto de ojos verdes y pelo rubio se acercaba a Samira secándose las manos y la niña venía detrás de él. El se sorprendió bastante al ver esa joven con tanta destrezas, su hermanita le había dicho que una hermosa chica barista, se había quedado para ayudarla. El sin saber a quien se refería, solo atinó a lavarse las manos pues la caja registradora no tenía llaves. —Wao...muchas gracias eres muy rápida—le dice mientras comienza a cobrarle a los clientes. Cuando todos los clientes fueron atendidos, Samira le pasa cinco dólares para que se cobre su frapuccino. — ¡No, como crees! Me ayudaste bastante, ese va por la casa, además me gustaría preguntarte ¿te interesaría trabajar aquí, si no estás ocupada?¿Mi hermanita me dice que eres barista profesional, necesito ayuda con el negocio, tal vez no puedo pagarte lo que vale tener esos conocimientos, pero puedo pagarte la venta por comisión.
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