Sabor a café y a chocolate. Parte 1.

2132 Words
— Bueno, realmente llegas justo a tiempo... Hugo se acerca a Samira, sin quitarle la vista, le entrega un ramo de flores, Samira los toma en manos y se percata que son claveles rojos, él los compró para ella, en un kiosko del aeropuerto, cuando llegó horas atrás, pensaba que no llegaría a tiempo a la cafetería para verla, le tomó dos días cerrar un contrato de tecnología en Georgia, el banco de su padre le habré oportunidades de prestamos millonarios, solo a los negocios donde tiene mayor beneficio. — ¿Son para mi? — Pregunta Samira sorprendida, solo había recibido flores por parte de su padre en su graduación de secundaria, aquel gesto la llena de nostalgia, y ver a ese galán con su maletín y un ramo de flores, lo hacía ver más sexy a sus ojos. — Si, yo no se cuál es tu flor favorita, sentí que las rosas son muy comunes, no van contigo — Le dice mientras la rodea con sus brazos. — Muchas gracias, es muy gentil de tu parte, no debiste tomarte tantas molestias.—Le dice mientras lo mira a los ojos. — No fue molestia, al contrario, me hizo feliz cuando las elegía para ti.—Le asegura Hugo besándola en la mejilla. Samira al sentirlo tan cerca siente como su corazón late muy fuerte. —Siéntate por favor, le dice ella señalando una de las butacas. Hugo al apartarse, ve lo nerviosa que está, se sienta en una de las sillas de la barra, ella empieza a buscar los ingredientes para preparar el café macchiato que Hugo desea. — ¿Cómo estuvieron tus últimos dos días que no te pude ver? — Pregunta él mientras ve lo ágil que es en la preparación. —Bueno no tengo mucho que contar, los días a veces pasan rápido cuando llega mucha gente, y lento en las horas menos concurridas, la verdad prefiero que este lleno, así me mantengo ocupada y no siento lo cansada que esté. El delincuente que me atacó está preso y no va a salir durante mucho tiempo, pensaba ir a la policía a denunciarlo pero tuve miedo, lo bueno es que alguien más testificó que también lo había atacado, y más personas corroboraron haberlo visto delinquir, así que estará guardado por un buen tiempo, y cambiando a noticias buenas, mi abuela hizo pastel de moras quedó exquisito, deberías probarlo. —Le cuenta Samira mientras le pasa su café. Ella da la vuelta hasta la puerta para voltear el letrero de Open a Closet, para no ser molestados por algún aficionado del café a esa hora. — Y tu...¿Cómo has estado?...realmente pensé que no vendría...te hubiera llamado para saludar, pero solo yo te di mi tarjeta... pero bueno... lo importante es que si viniste. — Me disculpo... realmente tuve mucho trabajo estos dias... la empresa en la que trabajo está en expansión y necesita mucho de mi presencia para resolver todo tipo de cosas. Samira piensa que su trabajo debe ser muy abrumador y cansado, para tomarse dos días inmerso en el y encima pensar en traerle flores, da a denotar que en algún momento el pensó en ella. — Wao, bueno lo importante es que estás aquí...no pienses más en ese trabajo que se está chupando los días de tu juventud. —Bromea Samira mientras recoge los utensilios y los lava. — Tienes razón, lo importante es que llegué...tarde pero estoy aquí.— Suelta una sonrisa Hugo mientras, disfruta su café sin quitar los ojos de Samira. A Samira le gusta la forma como se sonríe, se le hacen unos pequeños hoyuelos en cada mejilla, que lo hacen ver a un más sexy, que combina con su barba bien cuidada, sus ojos marrones, cejas muy tupidas y las largas pestanas. Hugo levanta la vista y observa a Samira por unos segundos, ella lleva unos jeans gastados, con una camisa a cuadros y unos tenis negros, piensa que ese atuendo le queda genial, tiene el pelo recogido en una cola, que muestra bien la línea de su cuello que la hace ver perfecta a sus ojos, sus manos se ven tan delicadas, que recuerda lo que hicieron días atrás, no podía creer que eran aquellas mismas manos que recorrieron su cuerpo y lo hizo gemir, cuando ella clavaba sus uñas en él. — ¿Porqué me miras así? —Pregunta Samira curiosa, mientras limpia la máquina de café, al ver que Hugo se queda suspendido un momento en sus pensamientos, mientras la miraba. — Nada... solo veo que sigues tan hermosa como el primer día que te vi. En ese momento que Samira escucha eso, le vino a su mente aquellas imágenes de la noche de pasión tan candente que tuvo con él. Sin darse cuenta y por estar de despistada, toca por accidente el botón de vapor, cayendo en su mano derecha, ella del dolor suelta un grito. —¡Ay!— grita ella. Hugo al percatarse, da un salto por encima de la barra y aterriza a su lado. — ¿Donde tienes hielo? — Pregunta Hugo nervioso. — Está en ese cubo de ahí —Señala Samira lagrimeando por el susto. — Bien no te pongas la mano, deja y te pongo hielo es lo mejor. — Muchas gracias...no es nada grave, no te preocupes, es la primera vez que me pasa, nunca he sido tan torpe. — Quiere decir ...¿Que eres una tontita cuando estás conmigo?—Se ríe Hugo al escuchar una explicación tan tonta. Hugo toma el hielo y lo pone en su mano, le dice que debe esperar un rato así para que no le salgan ampollas...Hugo está muy cerca de ella, tan cerca que ella podía notar una fragancia muy dulce, inconscientemente, se acerca y lo huele mas concentrada. — ¿Que pasa? ¿Huelo mal?—Hugo arqueó una ceja, lleno de curiosidad. — ¡Disculpa fue algo inconsciente! —Se aleja rápido Samira, cae en cuenta en lo mal educada que tal vez se ve ella en ese momento.—Realmente hueles bien...es solo que me daba levemente el aroma, nunca he sentido un aroma asi de dulce... y por eso... me disculpo. Hugo queda muy sorprendido de lo sincera que puede ser aquella mujercita. — Bueno... no tengo problemas, en que te acerques y sientas mi aroma...no tienes que hacerlo a hurtadillas.—Se ríe Hugo. —¿Que aroma es?.—Pregunta a Hugo El no sabe que responderle, realmente no se fija en nada de eso, tiene muchos perfumes en su habitación y no recuerda cuál de todos se puso ese día antes de salir, así que sin más le dice. —Realmente me lo regaló un amigo hace tiempo y el último poquito se ha terminado hoy, no recuerdo el nombre... pero te prometo que le preguntaré y a la próxima que te vea te diré. —Bien ... bueno.. ¿Tenemos que dejar más tiempo el hielo?... se está derritiendo. Hugo no sabe que le sucede en ese momento, que siente unas ganas inmensas de lamer el agua que corre por los dedos de Samira, pero se contuvo. —¿Te sientes mejor?—le dice mientras intenta cambiar de pensamientos. —Si ya estoy mejor...ya no me duele....muchas gracias.—le dice Samira mientras, mira sus labios, aquellos labios que la habían recorrido toda. —¿Me extrañaste? pregunta Hugo. —Pues si... un poco, no sabía si habías llegado bien a tu casa, y no me llamaste...quedamos en volver a comer juntos, aunque ya me di cuenta que tienes mucho trabajo. En ese momento, Hugo se abalanza y termina en los labios de Samira, ya han pasado dos días desde la última vez que la vio, el quería sus labios, sentía que eran dos años sin verla, la rodea con sus brazos muy sutilmente, y le planta un beso muy tierno. Al terminar sus miradas se encuentran, Hugo inspecciona más de cerca sus largas pestañas, y esos labios que lo están volviendo loco. —Me disculpo... por besarte sin tu permiso... es solo que...yo también te extrañe mucho...pensé mucho en ti.—Le dice Hugo cuando se separa de sus labios, al notar que Samira ha contenido la respiración por la impresión. —Aaaa.... ya veo —Se sonroja Samira. Hugo había tenido sexo con diferentes tipos de mujeres, pero Samira lo convertía en un joven nervioso, capaz de no pensar. En ese momento, Samira, se acerca a su rostro y le da un beso en la mejilla, luego otro en los labios. Ella no dejaba de pensar en él, y tenerlo frente la puso codiciosa, Hugo se queda inmóvil, quiere ver que más Samira puede hacerle sentir. —Yo... también.. quería besarte desde que te vi.—Le dice Samira mientras Hugo queda pegadito a ella. Hugo al escucharla la alza en brazos, y la sienta en el mostrador, empieza a dibujar besos en su cuello, luego besa sus labios hasta que quedaron hinchados...Samira lo rodea con sus piernas en la cintura, y posa sus brazos en los hombros de él, todo aquello parecía el thriller de alguna película romántica. —¿Podemos hacer esto aquí?—Pregunta Hugo un poco desconfiado, mirando por el ventanal a la gente pasar.— No soy de los que le gusta exhibirse. Aunque si a ti te excita...no tengo problema en probar.—Le dice con una sonrisa pícara en el rostro. El tiene deseos de llevarla al mejor Hotel de la ciudad, beber la champaña más cara, y comer la comida más rica con ella, pero quiere conocerla un poco más, además él piensa terminar primero con su actual novia Yesenia Pereira, Modelo de Victoria Secret, tienen un año de relación, solo se ven ocasionalmente, pues Yesenia viaja cada vez que tiene un desfile de moda, o cuando sacaba un nuevo producto, ellos conviven muy poco, todo eso lo haría a su tiempo, mientras tanto solo desea unirse a aquella mujer que tenía en frente en ese mismo momento. —Pues... si...mi jefe ya se retiró...y no volverá hasta mañana.—Le dice a Hugo pensaba que este se refería si pueden hacerlo ahí, porque estaría corto de efectivo, ella sabe que no era día del cobro de su quincena, e imagina que Hugo no tiene dinero para volver a pagar otro motel a mitad de semana. Samira lo toma del brazo y lo conduce a un pequeño almacén, que hay detrás de la tienda, todo está inundado de un olor a café y cacao... que llena todos sus sentidos, acomodaron unos sacos, y se sentaron para seguir disfrutando de sus besos. —Entonces.. ¿Cómo te sientes?¿Se te ha pasado el ardor? —Si, solo fue el susto, más que otra cosa. Hugo le besa la mano, no quiere apartar sus labios de su cuerpo, el sabe que esa chica lo desea por como lo mira. — ¿Quieres que te haga mía como la última vez?—Le pregunta mientras agarra su pequeña cadera con sus grandes palmas abiertas. —¿Cómo la última vez?—Samira se sonroja recordando todo lo que hicieron. — Dime ¿De qué color son tus bragas?—Le susurra Hugo al oido, con voz seductora mientras metía su mano por dentro de su pantalón, tocando su culo puede sentir su ropa interior de encajes. Samira tarda un momento en responder, estaba ruborizada, tenía ambos ojos cerrados, pero cuando alza la vista nota que la veía con deseo, sentía que aquel hombre realmente la deseaba y quería hacerla suya otra vez... —Si...son color lila.—Responde Samira. En ese momento Hugo se estremece, como nunca antes, comienza a devorarla con sus labios de a poco, le lame el cuello, explora lentamente su boca, está vez se tomaría su tiempo para hacerla sentir mucho mejor que la última vez que la hizo suya, el pensar que fue él que la llevo de niña a mujer, lo excita en gran manera. le quita los pantalones, y la blusa a cuadros, él se quita la ropa, y luego de besar su vientre, le quita las pequeñas bragas color lila con los dientes, se recuestan sobre la cama improvisada, él le indica para que se suba encima de el. —Ven quiero que seas tú la que lideres está vez, quiero que te montes encima de mí.—Le dice con la voz muy excitada. —Pero... es que no se.—Le responde Samira, al notar ese gran paquete en su ropa interior, se moriría de la verguenza si se sienta en semejante estaca, ese hombre estaría observándola a sus anchas. —No te preocupes yo te guío,—Le asegura Hugo.
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