Katherine
—Juro que si vuelves a quedarte dormida en tu primer día de clases mamá se enojará mucho.
—¡Sí, y no queremos enojar a mamá! Sabes bien lo que pasa cuando mamá se enoja. — gritaron las gemelas entrando a mi habitación.
—Ya voy, ya voy — dije aún sonámbula.
Una almohada me aplastó la cabeza y me fue imposible seguir durmiendo. Tomé aquella almohada y la lancé en dirección a mis hermanas tratando de sacarlas de mi habitación por la fuerza.
Luego de una corta reflexión de porqué sigo viva y porqué debo ir a estudiar, tomé 15 minutos para alistarme. Me vestí simple para intentar encajar o pasar desapercibido en la escuela. Formé un outfit de una camiseta gris, unos jeans negros y unas zapatillas grises con patrón de cuadros. Un atuendo bastante basic, ¿verdad? Al menos lo suficiente para no destacar.
Cuando estuve totalmente lista y ligeramente arreglada, salí a desayunar con mi familia, mi padrastro ya se había ido a trabajar.
—Buenos días familia — dije con tono desganado.
No soy una persona mañanera así que cada vez que mis hermanas o alguien intenta despertarme temprano, por lo general estoy de mal humor las siguientes dos horas, depende de cómo progresa el día.
—Buenos días, hija — dijo mi madre con una radiante sonrisa, ella sí era una persona mañanera — Anímate, esta vez tendrás un buen año.
Otra vez esa frase. Todos los años era lo mismo. Cada vez que mi padrastro conseguía un nuevo empleo nos mudábamos. No durábamos más de 2 años en una casa. A causa de eso, casi todos los años estoy en una nueva escuela. Tengo 17 años e ingreso a mi último año de secundaria, por fin.
Terminé de desayunar con los ánimos por el suelo, me despedí y salí rumbo a la escuela. Mientras caminaba vi a una chica de cabello castaño que montaba una bicicleta celeste vintage que había adornado con piedras decorativas por todos lados. Un poco exagerado, pero al final no se veía tan mal. La chica siguió pedaleando y la perdí de vista, así que seguí caminando y llegué a mi nueva escuela.
Estaba en la entrada y vi que una alta rubia colocó una piedra en el camino de la chica de la bicicleta. Al momento del impacto, la pobre chica se cayó muy ruidosamente. Todos sus libros y materiales estaban regados por todos lados, ella se había golpeado la espalda contra el piso y parecía que iba a llorar. Eso fue tan cruel que me sentí mucha pena y cólera a la vez. Quería golpear a la rubia y decir muchas barbaridades, pero en vez de eso fui mucho mejor persona y fui a ayudar a la chica de la bicicleta.
—¿Estás bien? — pregunté
—Sí, eso creo. Gracias. —dijo mientras la ayudaba a levantarse.
—¿Qué le pasa a ella? — yo señalé a la rubia oxigenada que no paraba de reír con sus amigos, o mejor dicho, su "pandilla".
—Nada, ella siempre ha sido así. Aprovechándose de otros para lucirse.
—Supongo que en todas las escuelas hay una como ella. ¡Qué horror! — causé una risita en ella, mi primera impresión era que era una persona muy adorable — Soy Katherine Castle. — le extendí mi mano.
—Danielle White — estrechó mi mano amablemente.
—Bueno Dani, creo que nos llevaremos bien.
—Si, eso creo — dijo sonriendo.
La ayudé a recoger todas sus cosas del piso, ella estacionó su bicicleta en el exterior y ambas entramos a clases. A primera hora teníamos Literatura, el profesor entró 5 minutos después de nosotras y se presentó ante todos.
—Buenos días jóvenes. Para los que no me conocen, soy el profesor Thomas Hendricks y estoy a cargo de este curso. Si se esfuerzan un poco sacarán buenas notas y no tendremos problemas.
—Hoy tenemos una alumna nueva. Pase al frente señorita Castle y preséntese por favor.
Tomé valor y me pasé al frente del salón donde todos me miraban expectantes a ver qué decía, no se me dan bien los discursos. Cuando me paré al lado del profesor, este me comenzó a olfatear discretamente. No traía ningún perfume ni nada así que estaba muy incómoda por su reacción, pero le resté importancia porque la presentación me traía mucho más incómoda que eso.
—Mmm... Soy Katherine Castle, 17 años, vengo de Lawrence y espero pasar de año como todos ustedes.
—Gracias señorita Castle, siéntese.
Me senté rápidamente y atendí el resto de la clase. Afortunadamente no escribimos mucho, pero me cansé de leer las palabras de la pizarra. Tengo dislexia y se me dificulta mucho tomar notas. Siempre apruebo los exámenes con lo que logro retener mentalmente de las clases.
Pasaron las horas y me reencontré con Dani en el receso donde me enseñó la escuela y acabó el primer día. No fue tan malo como pensé, conocí una buena persona y no terminé con un derrame nasal por concentrarme demasiado. Yo diría que fue todo un éxito.
—¡Hola! ¡Hola! — mis hermanas me saludaron y abrazaron cuando volví a casa.
—Hola niñas, ¿todo en orden? — les pregunté acariciando sus cabezas.
—¡Sí! — sonrió Caroline.
—Está bien, vayan a ver la TV y yo iré a mi habitación a darme una ducha. Ya regreso.— dije mientras iba escaleras arriba.
En mi habitación acomodé mis cosas sobre el escritorio, me quité los zapatos y fui directo a mi balcón. Desde que era pequeña me gustaba sentarme en el marco de las ventanas y tambalearme. Era peligroso, lo sé, pero se sentía muy bien.
Era un hermoso día, el cielo azul y despejado, no mucho calor ni mucho viento. Era perfecto.
Así que ahí me encontraba yo, admirando el cielo, cuando de repente siento un intenso dolor de cabeza. Me sentí mareada y quise recostarme para descansar. Desafortunadamente olvidé que estaba sentada en el marco de la ventana y lo que tenía que pasar pasó.
Caí un piso desde la ventana hasta el jardín exterior de mi casa.
Fantástico primer día eh.