Lucas:
No sé de dónde saqué valor para confesarme a Kath. Estoy seguro de que fue la adrenalina del momento. Cuando Kath se fue, mis piernas sucumbieron y caí rendido en mi asiento. Estaba muerto de miedo. Si algo le llegase a pasar a Kath nunca me perdonaría no poder ayudarla.
Me asomé a la ventana y pude ver como todos se reunía. Thalia y Jason acaban de aterrizar, los hijos de Poseidón salían del lago removiendo las olas y los hijos de Hades salían de entre los árboles frondosos. A lo lejos había incontables monstruos. Docenas de dracaenaes, arpías, cíclopes, sabuesos del infierno, empusas, mantícoras e incluso otras criaturas que no conocía. Ceo, el líder, venia a la cabeza. Era de por lo menos unos veinte metros y lo cubría una armadura de acero estigio como la de Kath. Tenía una cabellera blanca azulada al igual que sus feos ojos y venía armado con una gran lanza de bronce celestial revestida con oro imperial. Un arma sin igual.
Yo estaba a por lo menos 30 metros de altura, pero podía ver claramente como Kath daba órdenes señalando a la derecha e izquierda. Peter, Niko y Hazel se dirigieron a la derecha. Cada uno usaba sus elementos para desplazarse más rápido. Las sombras, el aire y el agua del lago. Jason, Thalia y Danielle salieron corriendo hacia la izquierda y se internaron en el bosque. Todos habían partido menos Kath, aquello me daba mala espina.
‘Mierda’ pensé. Sabia lo que iba a hacer. Ella enfrentaría a Ceo sola. Mientras todos diezmaban al ejército de Ceo, ella se enfrentaría al premio mayor. Era un s******o.
Iba a morir de la angustia. Saqué mi mochila infinita y me la coloqué. Tomé la escalera de cuerda y la saqué por la ventana. Yo mismo iría a detener a Kath, y si no podía al menos la ayudaría en algo. Pero mi plan se vio frustrado cuando intenté cruzar a ventana y poner un pie en la cuerda salí disparado hacia dentro. Alguien había colocado un campo de fuerza alrededor de la nave. No podía salir.
Una voz apareció en mi cabeza.
—No te molestes en intentarlo. — era Kath
—¿Qué estás haciendo? ¿Acaso quieres morir? ¡Libérame de inmediato! ¡Iré a ayudarte!
—Si mi destino es morir, que así sea. Estarás más seguro ahí arriba.
—¡Maldición, Kath! ¡Sácame de aquí!
—Lo siento.
La voz de Kath se apagó, la comunicación había sido un maldito mensaje de despedida cortesía de Iris. Me levanté corriendo y me acerqué a la ventana a ver qué sucedía, pero las ventanas de pronto comenzaron a oscurecerse. Una extraña sombra estaba cubriendo la nave impidiendo la vista. Era como estar sumergido en un automóvil de lunas polarizadas, solo que las lunas estaban al revés y no podía ver hacia afuera.
Kath me había encerrado. ¿Estar más seguro aquí arriba? ¿Era acaso una broma? ¡Ni siquiera podía verla!
Comencé a golpear todo que estuviese en mi campo de visión. Traté de perforar la nave para salir, pero fue imposible. Era una nave muy resistente, yo mismo la había diseñado.
—Maldición. — murmuraba una y otra vez caminando por todos lados desesperado.
Comencé a escuchar los rugidos de los monstruos y también los gruñidos de Ceo a la distancia.
—Te voy a hacer picadillo. — la voz del gigante retumbaba hasta aquí. La amenaza era obviamente para Kath, pero no podía confirmarlo porque no podía ver nada.
Empecé a rezarle a todos los dioses del Olimpo para que no le pasase nada a Kath que estaba peleando sola contra el gigante.
—Te mataré y arrojaré tus huesos al Tátaro. — se reía y gruñía al mismo tiempo. Luego siguieron muchas pisadas como si intentase aplastar a todos a su alrededor.
Yo seguía intentando romper las paredes para salir de la nave y poco a poco comenzaron a ceder ante mis puños y el fuego. Una docena de rayos retumbaron en el cielo, ese debía ser Jason. Pude sentir claramente como se estrellaban en el suelo.
Desesperadamente seguí golpeando la pared hasta que puño por fin logró atravesarla dejando un hueco. Me apresuré en expandir ese agujero para que pudiese pasar pero entonces escuché débilmente los gritos de mis amigos. Todos gritaban ‘No’. Un ‘No’ largo y poco agradable.
Después el gigante dejó de gruñir y empezó a reírse. Eso no era una buena señal.
—Juré que mataría por lo menos a uno de ustedes. Ja, ja, ja, ja, ja.
Me dio un vuelco al corazón. Con todas mis fuerzas me estrellé contra la pared y esta cedió dejándome libre por fin. Necesitaba confirmar la desgracia que Ceo había anunciado.
Me sostuve de la escalera de cuerda y bajé rápidamente. Corrí y corrí por el bosque esquivando todos los monstruos y los c*******s de estos. Encontré a Niko y a Hazel arrodillados en un claro. Ahí, en el césped teñido de rojo, estaba ella en medio de un gran charco de sangre.
—Hazel. Debemos continuar. Ella no querría que perdiéramos el tiempo llorando — eso decía él pero sus palabras eran entrecortadas y débiles — ¿Dónde… dónde está Lucas?
Me abrí paso entre ellos. Mis piernas temblaron y caí rendido al lado de Kath. Tomé su fría mano.
—Te pedí que me dejases ayudar. — mis lágrimas comenzaron a fluir.
—No… no puedes ir… en contra del destino. — respondió ella muy débil pero con una sonrisa sangrienta.
—A veces debes intentarlo. — no podía dejar de llorar.
Ella comenzó a cerrar los ojos y a ponerse más pálida de lo habitual.
—¿Kath? — ella no respondía — ¡¡Katherine, abre los ojos!! ¡¡No!! ¡¡KATH!!
Hazel rompió a llorar a mares. Kath estaba muerta. Atravesada por la lanza de 10 metros de Ceo.
Cerca de nosotros Peter, Danielle, Jason y Thalia se dispusieron a tomar el papel de Kath. Ya habían terminado de derrotar a casi todo el ejército por ellos mismos y solo quedaba el gigante. Thalia y Jason lo electrocutaron con cientos de rayos que dieron a parar sobre él. Danielle intento inmovilizar sus piernas con un gran torbellino de agua y Peter subió por este mismo hasta montarse por el cuerpo del gigante.
Luego de una intensa batalla a la que no presté atención, Peter y Jason lograron rebanar al gigante por debajo del cuello, separando su cabeza de su cuerpo. El gigante lanzó un espantoso grito y maldiciones sin cesar hasta que por fin se desvaneció en una gran nube de polvo sulfuroso. Ceo estaba muerto.
Cuando todo hubo acabado, todos se acercaron al c*****r de Katherine y abrazaron a Hazel que seguía llorando desconsoladamente. Yo soltaba lágrimas de impotencia, de no poder hacer nada al respecto. Nada.
—Peter — lo llamó Danielle — ¿Qué es eso? — ella señaló el cielo nocturno.
Un destello comenzó a descender y se apagó al tocar el suelo. La luz dejo ver a un joven rubio. Era nada más y nada menos que Apolo otra vez. Se acercó a Niko y Hazel y pidió hablar con ellos en privado. Así, se fueron a pocos metros de nosotros pero no podía escuchar nada, solo vi que ellos asintieron. Apolo volvió, quitó la lanza del estómago de Kath de un tirón. Luego extendió su brazo hacia ella y un brillo comenzó a brotar de su cuerpo.
—¿Qué--
—Tengo que saldar cuentas. — contestó él fríamente.
Por un milisegundo pensé que se llevaría el cuerpo de Kath, pero luego comprendí que era lo que estaba haciendo. Le estaba devolviendo la vida. Sus párpados comenzaron a temblar y por fin sus ojos se abrieron. En sus ojos obsidiana podía ver aquel brillo que creía se había perdido. Ella se empezó a levantar débilmente así que rápidamente la ayudé a sentarse y volví a encontrarme de cerca con ella.
—¿Qué hago aquí? — fue lo primero que dijo
—¿Tú qué crees? — respondí.
—Yo… estaba en los campos Elíseos. Mi padre… él estaba ahí. — luego ella levantó la mirada y se fijó en Apolo — Tú.
—Te trajimos de vuelta. — dijo Hazel apresuradamente.
—Niko. Esto no está permitido. Tú lo sabes.
—Hicimos una excepción.
—Además — prosiguió Apolo — Debo agradecerte lo que hiciste por Dylan. La última vez que nos vimos no fui de lo más amable y creo haberte causado una mala impresión con mis palabras.
¿Me pareció o las mejillas de Kath tomaron un tono carmesí?
Apolo tomó la mano de Kath y le dio un beso en el dorso de su mano. La ira me invadió y mis brazos estallaron en llamas. El dios se desvaneció y nos dejó a todos bajo un cielo estrellado con una luna radiante. Todo había acabado.
Pronto volvimos al dirigible y partimos rumbo al Refugio. Kath aun no había salido del shock y se miraba constantemente en un espejo y trataba de encontrar alguna cicatriz, pero no había ninguna. Danielle estaba pegada a ella como si fuese chicle y aun lloraba, no se iba a separar de Kath hasta que estuviese 100% segura de que no le pasaría nada. Peter la convenció de que estaría bien y despegó a Danielle de la pierna de Kath y se la llevó a descansar.
—Iba a morir y no me dejaste confesarme. — me dijo Kath apoyándose contra mi espalda, así no la podía ver y yo tenía que seguir manejando el timón.
—Debo admitir que no fue muy inteligente de mi parte. — reí.
—Es verdad, no eres muy inteligente pero lo compensas siendo gracioso.
—¿Qué puedo decir? Es un don.
Ella me abrazó por detrás y hundió su rostro en mi espalda. Coloqué el dirigible en piloto automático y volteé para hacerle frente a Kath. Tenía los ojos llorosos pero esbozaba una tierna sonrisa. No pude resistir y la besé.
Al principio ella parecía confundida, pero pronto pasó sus brazos por detrás de mi cuello y yo la acerqué más hacia mi por la cintura.
—Tienes suerte de ser gracioso, Rodríguez.— me dijo entre besos y yo como tonto no podía evitar reírme ante su comentario.
Fue uno de los mejores momentos de mi vida debo decir. Con tenerla cera me contentaba, pero besarla… era más de lo que yo podía pedir. Sus besos eran dulces, si por mí hubiese sido, nunca me hubiese separado de ella, pero la falta de aire y la voz de Afrodita en mi cabeza me lo impidió.
—‘Aww. Que adorables.’ — decía
—¿Qué sucede? — me preguntó Kath confundida a ver mi cara de molestia.
—Afrodita.
—‘¿Por qué te molestas conmigo? Debes estar agradecido que la diosa del amor esté de tu lado. ¿No es hermoso el amor?’
—Lo sería si no la tuviese en mi cabeza en este momento. — respondí
—‘Son una linda pareja.’ — decía riendo — ‘Deberían comenzar a salir.’
—Si se fuera tal vez podría seguir en lo que estaba con mi novia.
—‘Mucha suerte~’ — Afrodita por fin dejó de hablar y se fue.
—¿Todo bien? — preguntó Kath sentándose sobre la mesa de la sala de navegación.
—Mejor que nunca. — me acerqué y la volvía a besar.
Minutos después el sistema de navegación anunció que llegamos al Refugio. Cenamos tranquilamente con los demás semidioses y legados y luego Dionisio felicitó de mala gana a las divisiones de Zeus, Poseidón y Hades por su desempeño y éxito en la batalla contra Ceo.
Ya era hora de ir a la fogata y ofrecer nuestro tributo a los dioses cuando Kath se sentó a mi lado.
—Gracias. — dijo apoyando su cabeza en mi hombro.
—¿Por qué?
—Por estar siempre a mi lado.
Así volvimos a nuestras actividades. Los de la división de Apolo recitaron un cántico sobre la odisea de hoy (al parecer los dioses habían transmitido en vivo la batalla con ayuda de la diosa Iris), dimos gracias a los dioses y luego era hora de volver a nuestras cabañas, pero evité que Katherine volviera a la suya un momento.
—Necesito que me respondas algo con la verdad. — le pedí
—Claro, dime.
—¿Qué fue lo que te dijo Apolo aquella vez?
Ella se sonrojó pero me respondió de lo más normal.
—No fue nada importante, en serio, él solo... — su voz se fue apagando.
—¿Qué?
—Dije que él... — su voz se apagó nuevamente.
—No escuché, repítelo de nuevo.
—¡Quería que saliera con él! ¿De acuerdo? Apolo dijo que le gustaban las semidiosas como yo y que debería pensar en salir con un dios como él.
Aquello me tomó por sorpresa. ¿Cómo se atreve Apolo siquiera a pensar en eso? Sentí la furia apoderarse de mí y fuego correr por mis venas, pero se me pasó cuando Kath colocó sus manos alrededor de mi cuello riendo.
—Lucas, no importa lo que él intente, está claro que no le haré caso. ¿Y sabes por qué?
—¿Porqué?
—Porque te amo a ti, y solo a ti Lucas Rodríguez.
Ella me besó y me sentí tan afortunado de tener a alguien como ella a mi lado.
—Lucas, ¿te puedo pedir un favor?
—El que quieras.
—Quiero que rescates a Calipso de su isla.
Noticias de último minuto: mi novia me pide que rescate a la chica de la que estuve enamorado antes de ella. En otras palabras: ¡¿Qué?!
—¿Cómo? — pregunté para ver si había escuchado bien.
—Verás... cuando estuve muerta, en esos pocos minutos, me sentí muy sola en los Campos Elíseos. Podría verse magnífico el lugar, pero seguía estando sola. Así me puse a pensar cómo sería para toda tu vida solo. Entonces recordé a Calipso. Ella aún te espera en su isla, espera que vuelvas y la liberes de ese lugar.
—Claro... por ti hago lo que sea.
De vuelta en mi cabaña fui a descansar a mi litera. A pesar de todo lo que pasé en este día, estaba feliz. ¿Qué más se puede pedir en la vida? Un hogar, amigos y una novia por la cual estoy loco. Tal vez en un futuro hasta pueda tener una familia con ella, ¿quién sabe lo que puede pasar?