VII

2781 Words
Katherine: Cuando Lucas tomó mi mano sentí una sensación muy cálida dentro de mí. Con su mano entrelazada con la mía, me llevó fuera de la cabaña donde no había ni una sola alma, ni un semidios, ni Dionisio. Era muy extraño ver todo vacío. Busqué a Niko con la mirada pero no estaba. —¿Dónde están todos? Esto es muy extraño. —Ya verás. — Lucas estaba sonriendo. Luego me llevó a la salida del Refugio cerca al bosque. —¿A dónde vamos? — insisto —Solo sígueme. Caminamos así un largo rato y llegamos a un campo abierto. Era hermoso, tenía vista a un tranquilo y cristalino mar. En el centro había una casa blanca de 2 pisos con ventanas de piso a techo. En el primer piso estaba iluminado, aparte de algunos arreglos florales sobre unas pequeñas mesas no había más. Subimos la escalera ancha de mármol y llegamos al segundo piso que tenía las luces apagadas. Fue entonces que Lucas prendió la luz y… —¡¡¡Sorpresa!!! — salieron de su escondite gritando los semidioses y legados del Refugio. La verdad no me sorprendió mucho, pero el esfuerzo es lo que cuenta. —¡Feliz cumpleaños! — dijeron —Gracias — levanté un poco la voz — Pero no era necesario, en serio, yo... —¡Claro que era necesario! — dijo Darius, un legado de Dionisio — además siempre hay razón para hacer fiesta. —Bien dicho, Darius — dijeron los Stallart al unísono — ¡Qué empiece la fiesta! Todo estaba decorado al estilo de la división de Afrodita. Había una gran lámpara de araña de cristal que colgaba del techo. Es una parte lateral estaba una larga mesa con un mantel rojo, sobre él había snacks y un recipiente con ponche. En la otra lateral había una máquina de DJ con karaoke. Había globos y serpentinas por todas partes. Lo que más me gusto fue la gran montaña de regalos en un rincón. Nico salió corriendo hacia la máquina del DJ y colocó unas canciones de rock alternativo. Algunos fueron a bailar y otros a conversar. Dani se me acercó muy sonriente. —Te vi entrar con Lucas tomados de la mano. —¿Qué…? No… — me trabé, no podía negar eso. —Hay algo más que una amistad ¿no? — empezó a reírse maliciosamente. —Claro que no, solo buenos amigos. — respondí con seguridad. —Te conozco Kath, eres una mala mentirosa. — dijo dándome palmaditas en la espalda — Cierto. Invité a algunos dioses si es que no te importa. —¿Dioses? ¿Hablas en serio? —Ya verás, incluso Hades va a venir, mira, ya están llegando los dioses. Por el balcón se veía una estrella acercarse muy rápidamente y la luz se estrelló en el piso. Era Apolo con sus lentes de sol vistiendo una toga griega clásica. Estaba presumiendo ¿verdad? Wally, su legado se acercó rápidamente a él y recibió una palmadita en la cabeza. Luego llegó Hermes que era perseguido por un furioso Dionisio con una botella de vino bajo el brazo. Así también llegó Afrodita tan hermosa como siempre y a su lado venía Ares que no era exactamente guapo pero irradiaba masculinidad y grandeza, seguro eso era lo que veía Afrodita en él. Así fueron llegando algunos dioses hasta que llegó Hades. Estaba en shock por un segundo. Era la primera vez que lo veía después de todo. Era impresionante el parecido que tenía con Nicholas, el mismo cabello liso y n***o y la tez pálida. Si lo ves bien, incluso se tenía similitudes conmigo, los ojos negros y super profundos que podían atravesarte. Ese era mi padre, imponente, amenazante, poderoso, un dios. Entre tanto, Poseidón se le acercó corriendo y lo jaló del brazo llevándolo hacia Apolo y Hermes. Poseidón era la viva imagen de Peter Jensen, mismos ojos verdes mar y la tez bronceada por el sol. Eran dos gotas de agua. Charlotte vino a mí y me arrastró con Anell y Raquel el oráculo del Refugio. Raquel era una mortal más, pero había heredado el don de la profecía y ahora era el oráculo de turno por el próximo siglo. Ella nos contaba que acababa de regresar de un viaje con su familia por las Islas Griegas y que estuvo fabuloso. Lo sé, cuando tienes plata todo es fabuloso. Entonces Niko, el DJ, colocó una canción romántica y poco a poco las chicas comenzaron a dejarme sola. Claire, la legado de Ares, salió a bailar con su novio Christian de la división de Hermes; Anell fue con Peter y Raquel se fue con Wally, quien lo diría. Mientras los veía bailar pensé en lo lindos que se veían todos. Tan felices. Entonces alguien me tomó del brazo. —¿Por qué no bailas? — era Lucas —Niko está ocupado. —Baila conmigo entonces. — dijo tomando mi mano y llevándome a la pista de baile. Niko: Afrodita me pidió que pusiese una canción romántica y lenta, y como era buena desafiarla a ella directamente accedí. Así todos salieron a bailar en parejas, inmortales y semidioses. Entonces ahí estaban, Poseidón y Anfítrite, Peter y Anell, Claire y Christian… ¡¿Pero qué estaba viendo?! Eran Lucas y Katherine, bailando cerca, muy cerca diría yo. Lucas la miraba de una manera que no podía descifrar pero si tuviera que adivinar diría que soñadoramente y Katherine… se vía muy a gusto. Lo admito, Katherine me importaba mucho como hermano y estaba ardiendo de rabia y sentí que debía hacer algo al respecto. Salí de la cabina del DJ y fui a hacer lo mío: separarlos. Estaba llegando, estaba a pocos metros, cuando Lucas se acercó más a ella, sabía lo que iba a pasar, él la iba a besar. ¡Yo lo sabía! Aceleré el paso y justo antes de que se besaran, llegué. Tomé a Katherine del brazo y la atraje hacia mí. —¡¡¡Rodriguez!!! ¡¿Qué haces con mi hermana?! — dije interponiéndome en el medio de ambos. —Yo... no me di cuenta. — empezó a tartamudear, mientras se sonrojaba. Patético. —No te ilusiones con ella ¿entendiste? — amenacé a Lucas — Y tú... — miré a mi hermana — tú tampoco te hagas ilusiones con él. —No pasó nada Niko. — ella bajó la mirada y también se ruborizó. Patético también. —Tal vez debería ir con Charlie... — dijo Lucas, miró a Katherine, le sonrió y por fin se fue. —Sí, yo... iré al balcón por aire. — Kath se fue. Hades que estaba en la mesa tomando ponche se me acercó. —Me alegro de que los hayas separado. Yo lo hubiera convertido en polvo pero cada uno tiene su estilo. — su voz era rígida pero clara, puedes pensar que lo decía en broma pero hablaba en serio. — Encárgate que no vuelva a suceder. —No sucederá. Te lo aseguro. Katherine: Lucas... ¿Qué le pasa?, ¡él estuvo a punto de besarme!... ¿Por qué? Cómo se atreve. Si lo vuelve a intentar, no sé qué pasaría... tal vez le hubiese correspondido el beso, pero ese no es el punto. En fin, gracias a los dioses llegó Niko y evitó el beso, le estoy muy agradecida. Luego de eso me dirigí al balcón a tomar un poco de aire. Miré el cielo despejado y claro. —Te gusta el cielo ¿no? — dijo una voz masculina detrás de mí. Volteé. —Padre... — logré decir — ¿Qu-qué haces aquí? —Vi como Niko te separó de Lucas. —Oh... eso — estoy segura de que me ruboricé. —No quiero que pase algo entre ustedes. —Pero... él es un chico estupendo y…-- —No me importa si es bueno o no; tú eres mi hija y yo tu padre; y como tal debo protegerte. Lo que te digo es que él te va a hacer daño y no quiero eso. —Ahora te preocupas por mí cuando nací hace dieciocho años, nunca has estado conmigo. ¡Nunca te importé! — me eché a llorar, le di la espalda y me senté en un rincón del balcón. —Aunque no lo creas, yo siempre he estado para ti. Por ejemplo, hace dos cumpleaños, cuando tocaron el timbre y recibiste una torta de chocolate. Tu favorita... —El repartidor... dijo que era un obsequio de cumpleaños... ¿Eras tú? — me sequé las lágrimas y lo miré. — ¿En serio te disfrazaste de repartidor? —Sí, ¿qué esperabas?, ¿que un extraño venga, te entregué una torta de chocolate? — me reí, Hades sonrió, me tomó las manos y me ayudó a levantarme — Hay algo que debes saber. —¿Es grave? — me preocupé. —No, bueno un poco, lo diré enfrente de los demás dioses más tarde. Entré nuevamente y seguí conversando con las chicas, Hades fue a beber con Poseidón. Parecía que se llevaban bien. Pasaron las horas y el cielo fue oscureciendo. Todos seguían bailando alegremente hasta que Dakota, del campamento romano, gritó: Pasaron las horas y el cielo fue oscureciendo. Me hicieron abrir los regalos, había algunos muy interesantes como una lanza de bronce de parte de Ares y también había unos muy singulares como la pecera de goldfish de Poseidón y Peter. Así terminé abriendo todos menos uno que faltaba, uno importante, el de Lucas. Guardé todos los regalos y agradecía a cada uno por tal detalle. Así todos volvieron a divertirse en la pista de baile. ¿Quién diría que a los dioses les gustaría tanto ir de fiesta? Me aburrí, así que volví a mi lugar favorito de esa casa: el balcón. En eso, Lucas apareció y se recostó en la barandilla sonriendo. —Aún no te he dado tu regalo. Me tendió una cajita de madera tallada a mano. La tomé y la abrí. Era un collar de plata y el dije era hermoso. Era una estrella con incrustaciones de diamantes azules. Era demasiado hermoso. Lucas tomó el collar y me lo colocó. —Te queda perfecto. — dijo —Gracias, está increíble. — sonrió y me dio un beso en la mejilla. Yo le iba a decir algo, pero todo se desvaneció. Primero pensé que era un sueño, pero luego sentí que un brazo me jalaba. Fue entonces que me di cuenta de que alguien me había sacado de ahí por un viaje sombra. Fue Hades. Me teletransportó al tercer nivel de aquella casa. Ahí estaba Hades al lado de Niko y Peter. Estaban todos los jefes de las divisiones del Refugio como Charlotte y Claire. También estaban todos los dioses. Vi que Zeus mismo había llegado, luciendo su barba larga y blanca y una toga que cubría su bien esculpido cuerpo. Imponente. Raquel estaba en el piso sujetando su cabeza y Apolo la sujetaba de los brazos dándole fuerzas, después de todo era su oráculo. Ahora que veía el rostro de todos, parecían super angustiados y molestos. —Dioses — Zeus rompió el silencio — Como habrán presenciado, el oráculo ha hablado y ha sido descubierta una nueva profecía. Atenea, querida, ¿podéis recitar los versos? —Claro, padre. — dijo la de los ojos grises sobresaliendo del grupo con su armadura dorada y su lanza en el brazo, como si hubiese regresado de una batalla. SIETE GRANDES SEMIDIOSES LUCHARÁN, GRECIA Y ROMA SE UNIRÁN, AQUEL QUE REPOSA EN EL NORTE SE ALZARÁ Y EN UN SUEÑO LOS MORTALES CAERÁN. —Así que es hora de esta eh… — murmuró Apolo — Esta profecía ha estado escrita desde hace mucho, unos tres mil años quizá. Supongo que es hora de que se cumpla. — dijo alzándose de hombros. —¿Quién está encerrado en el norte? — preguntó Claire a su padre. —Ceo, el gigante del norte. Lo sometí bajo una montaña yo mismo. — dijo orgulloso — No debería haber podido escapar. —Las cosas estuvieron movidas con la guerra contra los titanes. — intervino Atenea — Seguro estuvo intentándose liberar todo este tiempo y la guerra fue el detonante. No hiciste bien tu trabajo. Ares la miró fulminante y Atenea se regocijaba. Era una pelea de hermanos y parecían no llevarse tan bien. Después de todo ambos eran dioses de la guerra, Ares era el músculo y Atenea el cerebro. —Siete grandes semidioses. — Artemisa intervino para calmar las aguas —¿A qué se refiere con “grandes”? ¿No podías ser más específico? — le preguntó a su gemelo Apolo —¡Yo no hago las profecías! ¡Ellas solo vienen a mí! —Yo sé a qué se refiere. — dijo Peter — En el Refugio a los semidioses hijos de la Gran Trinidad nos suelen llamar “grandes semidioses”. ¿No es así? — buscó apoyo en su novia Anell quien le dio la razón. —Fenomenal. — Thalia Thunder intervino desde atrás de la diosa Artemisa. Thalia Thunder era una semidiosa hija de Zeus que harta de todo y todos se unió a la división especial de Artemisa donde la acompañaba a sus cacerías de monstruos por todo el mundo. Era una división muy selecta y solo respondían a la diosa. Un plus era que esta división no envejecía jamás, por eso Thalia aun se veía de quince años como Niko pero tendría sus veintidós en realidad. —Pero no somos siete semidioses en el Refugio. — dijo Danielle que estaba al lado de Peter — Somos cinco los semidioses de la Gran Trinidad. —Es ahí cuando entra el segundo verso de la profecía. — dijo Apolo levantando a Raquel para ponerla estable en una silla — Los romanos. No creerás que solo existe un refugio para semidioses y legados ¿verdad? Hera suspiró y se separó del lado de Zeus. Que diosa tan flamante´. —Los romanos son diferentes. Más estrictos con sus reglas, son muy metódicos. Por eso creamos un segundo refugio para ellos muy lejos de aquí para que no se crucen. Pero eso ya lo sabías ¿verdad Thalia Thunder? Thalia desvió la mirada hacia la diosa Artemisa buscando confort. —Mi hermano, Jason, vive en ese refugio para romanos. — murmuró — ¿No fuiste tú el que nos separó, padre? —Ambos son diferentes. — admitió Zeus — Se tenía que hacer. —¡Es mi hermano! — le gritó Thalia, ella sí que tenía agallas para gritarle al dios de dioses. Artemisa le dio una palmadita en el hombro a Thalia y ella se calmó. —No tenemos una buena relación con los romanos. — dijo Peter encogiéndose de hombros. — En la anterior guerra hicieron su parte y se marcharon. —Bueno, debemos hacer algo para que vuelvan a ayudarnos. Eso demanda la profecía. — intervine. —Bueno creo que Katherine podría ayudar. — dijo mi padre acercándose a los demás presentes. Hace dieciocho años pasé por una de mis crisis de personalidad… Ahí empezó a contar su historia. Cuando Hades subió a la tierra de visita hace dieciocho años, pasó por una crisis divina. Debido a que los romanos tomaron a sus dioses a partir de los griegos, estos sufrían de vez en cuando algunas crisis divinas de identidad donde cambian constantemente de personalidad, presentación y poderes, pero su núcleo es el mismo. La crisis de identidad se le presentó a Hades cuando conoció a mi madre, lo que hizo que fuese concebida tanto por Hades como por su otra identidad Plutón. Aquello me convertía en… algo como una semidiosa greco-romana. —¿Hablas en serio, hermano? — dijo Poseidón confundido — ¿Por qué no me lo dijiste antes? —No pensé que fuese necesario. —Parece que tenemos una pieza a nuestro favor. — dijo Zeus mirándome, que incómodo. — Debes ir al Refugio romano y convencerlos de ayudar. —Haré lo mejor que pueda. — murmuré Un rayo cayó en el campo y los dioses desaparecieron, incluido Hades. Todos los semidioses y legados bajamos al segundo nivel y dimos por terminada la fiesta. Después de eso, todos nos dirigimos al Refugio. Nico llamó a un sabueso del infierno para ayudar a cargar con los regalos a nuestra cabaña. Al llegar Niko los depositó en mi habitación, yo ordené un poco y como ya era de noche, fui a dormir directamente cansada por todos los sucesos. Los semidioses normales tienen sueños locos, pero como yo soy un caso anormal de semidiós, mis sueños son aún más locos.
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