Capítulo 4

4545 Words
Sonrío mientras continúo pedaleando mi bicicleta conforme avanzo por los preciosos paisajes de Bali. Subidas, bajadas, rocas, pequeños manantiales, cascadas y un sinfín de locaciones paradisiacas entre la jungla verde y fangosa. Verde y azul por doquier. Amo este lugar, en este tiempo que ha pasado lentamente me he ido acostumbrando al calor, a la brisa, al sol incandescente y a la vez a la frescura revitalizante que te brinda la naturaleza tropical. Todo ha sido una locura, mi rutina ya no es horrible, al contrario, ahora hago lo que quiero…bueno más o menos, no entiendo cómo es que si mi hermana vive aquí nunca tuve la decencia de venir a visitarla al menos una vez. Por las mañanas me levanto bastante tarde, desayuno lo que encuentro sino es que salgo a los pequeños restaurantes locales para una comida dulce y fresca con fruta, jugos naturales y apetitosos platos fuertes más un café para infartarse, ósea no tan bueno. Mentira, ahora soy adicta al café de aquí. Por las tardes, voy con Teresa y mis sobrinos para pasear un rato o estar juntas y terminar escapando cuando el idiota bien jodido de Alan llega con su sonrisa de relamido definitivamente nunca terminaré de entender qué es lo que mi hermana ha vista en él. Ah y claro, su típica frase vespertina de “Oh ¿Aún sigues aquí? ¿Por qué no te consigues un novio con el que pasear? Bueno, aunque con esa actitud no es de sorprenderse, quizás eres de esas que están destinadas a coleccionar estampillas de todos los lugares a los que vas por el mundo en general sola.” Estúpido, Alan, maldito…No me queda más que berrear y apretar los llaveros y frasquitos de arena que reposan en mis bolsillos. No, la verdad, no tengo ninguno…bueno solo algunos, pero digo, los souvenirs son recuerdos ¿Qué no? Recuerdos de que viajé, conocí y fui feliz sola, sí, sola. Y eso a mí me basta. Y no es que me haga a la idea de que pasaré el resto de mi vida sola, por dios, solo tengo veinticinco. Puede ser que el amor de mi vida todavía ni siquiera nazca, ¡Oh, por dios! ¡No seré una asalta cunas! Es como esas relaciones donde tienes cuarenta y sales con un chico de veinte y eres feliz ¿No? Carajo ¿A quién quiero engañar? Sigo molesta por aquel peli azul pero desapareció sin dejar rastro, más los que dejó en mi cuerpo por sus besos y fuertes caricias. ¿Por qué debo recordar que solo me utilizó? ¡Malnacido bastardo! Si lo vuelvo a ver le romperé la nariz juro que sí. ¡Pero era tan guapo! ¡Ah! Sabía que era demasiado bueno para ser cierto, ese ceño fruncido debió de darme señales, pero como siempre me doy cuenta cuando ya es muy tarde. Apenas fue por mí, me tocó y terminé sin pantalones y con las piernas abiertas en una playa a mitad de la noche, hijo de su grandísima puta, realmente lo mataré por lo increíble que fue y luego haberme dejado, ya ha pasado un mes…¡No, inclusive más! ¡ya ha pasado mucho más de un mes! En pocas palabras, dormí con él, me entregué. ¡Oh sí que lo hice! Hace el amor hasta que sentí que se me partía el cuerpo y maldición del mal odio admitir que fue el mejor sexo de toda mi vida pero realmente lo fue, lo disfruté demasiado , estoy segura de que hace el amor hasta de cabeza y contra cada maldita palmera habida en Bali, terminando en mi villa, lo hice conocer el lugar dónde vivía. El punto es que fue grandioso. El desenfreno, la pasión, las mordidas ¡Todo! Me marcó como a una res, besos, moretones, sus dedos sobre mi piel y cuando despierto por la mañana ya se había ido sin despedirse, sin siquiera haberme dado su nombre, me hizo sentir como una prostituta porque se fue como sin más, ni siquiera se quedó a tomar un cafecito, digo por pura amabilidad, ya saben, por el favor de la noche. Y me dije, bueno, tal vez vuelva ¿Y qué pasó? ¡Que no volvió! ¡No lo hizo! Y como una idiota bien jodido fui varias veces al bar de la playa para de casualidad encontrármelo y no pasó. Él simplemente desapareció, como si me evitara, carajo, soy una mujer para nada problemática y debo de recalcarlo. Me hice amigo de Carmen y su marido los dueños del bar de tanto que iba, de los locales y de medio mundo en general. Inclusive algunos tipos quisieron ligar conmigo, pero me negué porque lo estaba esperando a él. A un tipo para el que seguramente fui un hoyo más que llenar por una noche. Y no es que me hiciera ilusiones, pero me molesta mucho. ¿Por qué sigo cometiendo los mismos errores? ¿Cuándo comprenderé que las relaciones emocionales y yo somos enemigas? De repente, mi celular suena, por lo que, aun pedaleando, lo saco de mi bolsillo y contesto viendo que se trata de Teresa que seguramente ya está preocupada porque voy retrasada. — ¿Hola? —¿Dónde estás? ¡Ya es demasiado tarde y se va a acabar todo el pan de mango si no te apuras! —¡Ya voy! —¡Date prisa! ¡Si no estás aquí en cinco minutos le regalaré al señor de la fruta este estúpido chocolate que te compre y que sé que te gusta y aparte te golpearé! —¡No! ¡Que ya voy, carajo! ¡Eres muy intensa! —¡Cinco minutos, Ana Laura y ni un segundo más! Ruedo los malditos ojos y cuelgo, brincando al sentir como paso por unas piedras entre la tierra lo que me provoca casi tirar mi celular, el cual, alcanzo a atrapar, yéndome de lado y golpeándome el rostro con unas jodidas ramas de palmera. Sin embargo, apenas las aparto con la mano salgo a un camino de carretera al cual giro con terror, viendo que estoy casi a punto de ser atropellada por un maldito jeep que ha salido de la nada y ahora ha girado al igual que yo evitando el golpe. Pero para mi mala suerte caigo de la bicicleta y salgo rodando al pasto y demás golpeándome. ¡Mierda! ¡Ah! ¡Maldición del mal! Escucho como el tipo se baja mientras yo me revuelco, abrazándome la pierna que me duele, estoy segura de que no me rompí nada, pero carajo que me ha dolido demasiado y no es que sea una llorona, pero el dolor está allí recordando que la culpa lo tiene aquel que me asustó. Y además todos los niños que nadan cerca en la cascada ahora me miran con burla. Genial, lo que me faltaba, bueno, por lo menos, no caí al agua o sino realmente hubiera quedado como una perdedora. —¡Hey! ¡¿Estás bien?! —¡¿Estás ciego?! ¡Casi me matas imbécil, obviamente estoy de maravilla gracias por preguntar! Me levanto lentamente sacudiéndome la ropa, sintiendo como me toma por los hombros haciendo que lo mire. —Lo siento, no te vi, pero déjame llevarte a un doctor y… Ambos nos miramos fijamente hasta que yo abro la boca sintiendo mis mejillas arder hasta casi quemarme la cara de la vergüenza, ya que, esos ojos fieros, ese cabello rebelde y ese cuerpo de dios. Es él…¡Es él! ¡Oh, carajo, lo he vuelto a ver en estas fachas y en estas circunstancias! —Vaya…eres tú. Trago saliva al ver su sonrisa atrevida y sensual, por lo que, de inmediato lo empujo y tomo mi bicicleta aun temblorosa. Mierda, el corazón se me va a salir por el pecho o por cualquier orificio que tenga en mi cuerpo en estos momentos. —¡¿A dónde vas?! —Tengo prisa. Me monto solo para salir a toda velocidad como si mi madre me quiera tirar con su chancla, juro que los tipos del Tour de Italia se quedan cortos a mi lado en una escapada en bicicleta. —¡Ve al bar esta noche!—Lo escucho gritar pero hecho turbo y finjo no escucharlo. Oh carajo, es él, realmente es él y me acaba de gritar que vaya al bar esta noche. Respira Ana Laura , respira. Malnacido ¡Ah! ¿Un mes y eso es todo lo que tiene que decir? ¿Por qué no le rompí la nariz como me lo prometí, mierda soy una estúpida? No, basta. Me doy un golpecito en la mejilla solo para avanzar más a prisa, que al que le romperán la nariz será a mí, específicamente, Teresa sino llego con ella rápido y lo peor de todo es que regalará mis chocolates. En cuanto la miro y apenas me bajo de la bicicleta me da una patada en el trasero que me hace sobarme. —¡Ah! ¡Vengo lastimada! ¡Eres una grosera, Teresa, malnacida! —¡Yo te lastimaré realmente si se acabó el pan de mango! ¡Te dije que te dieras prisa, ahora tendremos que pedir de kiwi y melón! —Pues tengo una buena excusa y déjame decirte que amo el kiwi y el melón. —¡Pero yo no! Mi favorito es el de mango y ahora por tu culpa no lo comeré hoy. Teresa infla los cachetes solo para llevarme arrastrando a una batalla campal de gente que se pelean por el pan recién horneado, que conforme va saliendo es vendido en un pequeño local.— ¿Por qué siempre tengo que venir?—En realidad, para comprar no es necesaria mi presencia, pero mi hermanita simplemente es una puta desesperada que no puede hacerlo sola —Ya te dije que te necesito porque eres más alta, no impones mucho, pero por lo menos a ti no te aplastarán intentando tomar el pan. Ruedo los ojos metiéndome entre la gente luego de ser empujada por mi hermanita. Y por fin un par de rasguños, golpes, balazos y explosiones mentales después logro tomar algunos panes, los cuales, p**o a empujones, para una vez listo salir con mi funda, la cual, me es arrebatada por Teresa, la cual no duda en sacar un pan y comérselo para luego sonreír bobamente. —Delicioso…ahora si ¿Cuál es tu excusa? — parece una niña caprichosa. —Bueno pues, un idiota bien jodido me sacó del camino y casi me mata. —¿Un hombre? ¿Es rico? ¿Te vas a casar con él? — está loca, en definitiva. —¡No, carajo! Eres igual de odioso que Alan por eso están juntos. —Teresa se ataca de la risa y me abraza, esta tonta. —Sabes que es broma. Pero déjame verte. Le muestro mi pierna, la cual, tiene un corte un tanto profundo, sin embargo, no sangra mucho. —Oh no, podrías perder la pierna. ¡Qué terrible! —Teresa… te sacaré la mierda. – le amenazo a la muy criticona, mi hermana se vuelve a reír de mí a la vez que me toma de la mano. —Venga ya, te llevaré con un doctor muy bueno, el mejor de la isla y te dejará como nueva. Me lleva a una especie de local de curaciones tradicionales balinesas en donde me mete a empujones y me hace chocar con un tipo algo pequeño y de cabello blanco el cual me gruñe.— Lo…lo siento, señor, no fue mi intención. —Hola Tomás, te traje a mi hermana que por ir viendo hombres sexys en el camino se salió de la carretera, se cayó y se lastimó. —¡No pasó así, infamias!—El tipo nos ignora yendo por un par de cosas mientras Teresa me golpea indicando que me presente.—Ah…soy Ana Laura , por cierto. —Sí, sí…siéntate ahí y déjame revisarte. — ni le importó siquiera pude ahorrarme la presentación. Me sienta en un banco para luego traerme otro en donde coloco mi pierna justo frente a su silla. De inmediato, comienza a partir lo que si no me equivoco es sábila y otras plantas que muele y me unta después de limpiarme y desinfectarme la herida. — ¿Eso siquiera sirve? ¿Realmente eres un doctor?— cuestiono y de inmediato me presiona la herida haciéndome gemir del dolor mientras me mira cruelmente, eso me pasa por bocona. —No deberías decirle esas cosas a la persona que te está curando y podría hacer que se te gangrene la pierna sabes.— me advierte con maldad, porque esta gente tiene que ser tan directa. Casi me voy para atrás del miedo hasta que Teresa que se ríe mucho le da semejante palmada en la espalda a Tomás que casi me lo avienta. —Que buenas bromas dices Tomás. —¿Hay alguien? ¡Ah! ¡Hola, Tomás, Ana Laura y Teresa!—Giramos viendo a Carmen entrar y sonreírnos.—Tomás, vine por lo que te encargué. —Está sobre la mesa. — él se lo indica. —Gracias…aquí te dejo el dinero. ¡Ah!, por cierto, que bueno que los veo, les invito a las tres al bar esta noche, vendrá un nuevo grupo que tocará música en vivo y todo estará muy animado. —¿Oíste, Ana Laura ? ¡Hay que ir y bailar toda la noche! —Eh…no, no creo que pueda bailar con la pierna así. — suspiro por mi pésimo día. —Oh sí, sí que podrás. No hay problema alguno para que vayas y bailes. Tomás me sonríe macabramente haciéndome tragar saliva, este tipo… Y yo que quería evitar ver al peli—azul. —¡Entonces, eso es un sí Carmen! —Excelente nos veremos ahí ¿Sí? ¡No lleguen tarde o los aperitivos gratis se acabarán! — dice efusiva y realmente mi cuerpo tiembla porque lo volveré a ver, volverá a tocarme y volverá hacerme enloquece, ¡Pero qué carajos! ¡Estoy loca! >“Te pegaré por un jodido pan de mango”? —¿Y bueno necesitas algo, Ian Kilian ? —Sí, vine a invitar a bailar a esta chica linda que no deja de verme. —Por chica linda seguro que te refieres a mí ¿Cierto? ¡Soy la única chica linda en el bar aparte de Carmen! Ambos vuelven a reírse sabiendo que se refiere a mí. ¡Oh mierda!, respira Ana Laura , no te desmayes, carajo. Quería verlo, reclamarle, matarlo y luego tal vez besarlo, pero ahora mis piernas no paran de temblar. —¡Ah! ¡No me digas que te refieres a Ana Laura ! Pero si ella no sabe bailar. —Así que Ana Laura … Una deliciosa corriente de placer me recorre el cuerpo y se concentra en mi vientre bajo al escuchar mi nombre salir de sus labios seguramente húmedos y tibios. —No importa si no sabe bailar, yo le enseñaré. Me tomo toda mi bebida sintiendo el licor embriagarme todos los sentidos al mismo tiempo que Teresa me da un codazo y me dice con los ojos “Vas desgraciada”. —Perdónala, es un poco tímida. —Ya lo creo…—él se ríe de lado, seguramente porque la última vez que nos vimos no era exactamente la definición de tímida al ciento por ciento. —¡Anda Ana Laura , no seas grosera con Ian Kilian ! Teresa me jala del brazo para que encare al peli—azul, el cual me regala una sonrisa nociva y coqueta que me revuelve los pensamientos. Y así antes de poder darme cuenta de lo que pasa, siento como Ian Kilian me toma de la mano y me lleva a la pista mientras yo me miro con Teresa la cual me muestra ambos pulgares levantados como diciéndome “No lo jodas”. ¡Pero, oh, sorpresa ya estoy extra jodida!
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