Capítulo 3

3935 Words
Nuevamente esa terrible vibración me hace salir de mis sueños, abro los ojos mirando oscuridad borrosa y difusa hasta que logro aclarar mi vista y levantarme ya que al parecer me quedé dormida sobre el sillón, me estiro un poco notando que una deliciosa ráfaga de viento caliente se cuela desde la terraza, ya que, dejé la puerta abierta, genial Ana Laura , pudieron haberte robado y tú ni enterada, me levanto con cuidado hasta que logro encontrar las luces las cuales enciendo viendo que todo está hecho un desastre debido a que saqué mis pertenencias de mis maletas. Suspiro derrotada, yendo hacia el comedor de donde tomo mi celular y miro que tengo varios mensajes perdidos de Teresa más algunas llamadas de mis padres, sin embargo, el último es el único que llama mi atención, “Ana Laura , olvidé decirte que el dueño del bar de la playa me conoce, su nombre es Raúl, únicamente dile que soy tu hermana y seguro que te invita un trago gratis, espero que disfrutes tu primer día en Bali” Por lo que, me arrastro y meto a dar una ducha, ya que, estoy bastante sudada para luego ponerme una bermuda y una camiseta fresca, ya que, aunque es de noche el ambiente sigue tan o más ardiente que en el día, una vez listo salgo nuevamente de la villa sonriendo al disfrutar la brisa marina y ver las olas a varios kilómetros estrellarse contra el acantilado, por un momento miro hacia arriba viendo que evidentemente hay una casa de tres pisos bastante grande y lujosa, la cual tiene unas escaleras que bajan por todo el empedrado del risco hasta la arena de la playa, sí que los dueños deben de tener mucho dinero. No le presto más importancia comenzando a caminar por la preciosa arena suave rumbo al bar de la playa, que realmente se alcanza a ver a algunos kilómetros más adelante por las luces y demás, un par de minutos más y por fin llego quedándome con la boca abierta al ver lo lindo que es el lugar rodeado de preciosas antorchas, se trata de una linda palapa y todo desde los peldaños, las mesas, el cuadro del centro que funge como barra y demás son de preciosa madera rústica que le da un aspecto a corteza de palmera. Algunas lámparas chinas caen desde el techo, las cuales iluminan tenuemente dándole un ambiente íntimo y relajado mientras que la música resuena, camino entre muchas personas, ya que, se encuentra totalmente lleno a pesar de que aún no es fin de semana, logro atravesar a la multitud que baila o que simplemente se ríe y convive llegando hasta la barra donde me siento en un banco en una esquina libre. Inmediatamente miro del otro lado de la barra no solo una colección tremenda de licores sobre bellas tarimas de cristal sobre la pared, sino también un hombre maduro y atractivo de largo cabello castaño y barba abundante mezclando en algunos vasos especiales lo que parecen ser cocteles, deslumbrando a su público al hacer uno que otro malabar con los vasos hasta que sirve las bebidas en lindas copas, sonrío entretenida con el acto escuchando los chiflidos y demás mientras tomo un par de maníes de los bataneros. —Hola, jamás te había visto por aquí, ¿Qué te doy? Volteo viendo frente a mí a un amable hombre de expresión dulce y largo cabello blanco.— Acabo de mudarme a la zona, soy Ana Laura , mucho gusto. —Ya veo, Ana Laura , qué gusto me da conocerte, yo soy Carmen. —Mucho gusto, disculpa Carmen, ¿Conoces a Raúl? —Claro que lo conozco, es mi marido. Me sorprendo sonriéndole a Carmen quién amablemente me devuelve el gesto. —Es el barman, el mejor de todos, por cierto. Me señala al hombre de cabello castaño que ahora destapa un par de cervezas con un cuchillo de paso bebiéndose una y recibiendo en el proceso un manotazo en la nuca por Carmen quién ha ido por él y ahora me lo trae de una oreja como si fuera un niño pequeño que está siendo castigado. —Deja de beber mientras trabajas Raúl, ya te he dicho que debes ser profesional. —Lo siento cariño, es que hace tanto calor que se me es inevitable no hacerlo. —No es pretexto, pero mira, ella es Ana Laura y estaba preguntando por ti. —Hola muchacha no recuerdo conocerte, de casualidad, ¿Te atropellé o te debo dinero? Porque si es así no soy el hombre que buscas, me estas confundiendo, sé que mi rostro es inolvidable, pero en definitiva no he sido yo. —¡Raúl, ¿Haz atropellado a alguien?! —¿Qué? No, claro que no, por supuesto que no, bueno, no recuerdo claramente en este momento. El hombre se ríe mientras la pobre Carmen rueda los ojos. — Mi hermana Teresa, vive aquí y me dijo que la conocías. —¡Ah! ¡¿Teresa es tu hermana?! ¡Haberlo dicho antes! ¡Es la estrella de este lugar! —¿Eh? No lo sabía. — Raúl se cruza de brazos asintiendo muy enérgico y orgulloso para luego señalarme atrás de él un par de fotos que hay, de al parecer personas famosas que han venido a su bar y entre ellas está Teresa la cual tiene un coco dorado como trofeo que la reconoce y le da el título de estrella del bar, ya que, se ha tomado quince piñas coladas en menos de treinta minutos. Me río avergonzada de mi hermana ebria, quién casi se desmaya en la foto, sin embargo, sostiene su coco con orgullo. — Mañana no se la va a acabar, a partir de mañana le diré Teresa a quién le zumba el coco. —¡No me digas que vienes a robarle el título! ¡Esto es un reto! ¡Carmen trae más ron que lo necesitaremos! — manda a traer emocionado. —¡No, no, no! Solo vine a saludar. — trato de detenerlo, pero Raúl se ríe ya preparando una piña colada, la cual, me da para luego guiñarme un ojo. —En ese caso, esta va por la casa muchacha, diviértete y si estás lista para participar dímelo y yo mismo te prepararé tus bebidas. —Gracias.— Raúl grita emocionado yéndose con sus demás clientes que ya lo esperan para seguir conversando, bebiendo y demás mientras yo me quedo estática, qué personas para más…enérgica. —Perdónalo, siempre es así, cuanto más lo conoces, menos raro parece. Le sonrío a Carmen, quien limpia la barra y cambia los botaneros.— Así que ambos son los dueños del bar. —Bueno tenemos otros negocios en la ciudad y en otros lados, pero este es el único que atendemos directamente nosotros, es el primero y lo cuidamos personalmente. —Ya veo.— continuo hablando con Carmen hasta que suena el teléfono del lugar y ella se va a contestar mientras yo miro que la música sube de intensidad al igual que el ambiente, también conforme la noche avanza más gente llega y yo por supuesto me dedico a probar cada bebida que hay, piñas coladas, daiquiris y diez clases más de cocteles todos hechos por Raúl y debo decir que son las mejores bebidas que he tomado en mi vida, embriagantes, dulces y deliciosas. —Ana Laura , tienes bien gusto, ¿Te preparo el trago más especial del bar? ¿Una leona azul? —¿Leona azul? ¡Claro que sí! ¡Me gusta ese nombre!— Asiento ligeramente mareada viendo a Raúl reírse y comenzar a prepararme una enorme bebida de diferentes colores azules, frutos, escarcha y demás que me da en una enorme copa, apenas le doy un trago y los malditos ojos se me voltean pero definitivamente es un sabor increíble, fresco, dulce y a la vez cálido que se propaga por toda la lengua y la garganta dejándote una deliciosa sensación inTeresa. ¡¿Qué tiene esto?! ¡Está muy bueno! —No puedo decírtelo, es mi receta secreta, si quieres otra me avisas. —Claro…—él se va mientras yo sorbo con mi popote mi bebida cuando de repente escucho una peculiar risa que me hace elevar la vista, trago en seco en cuanto lo veo, es la fiera peliazul y si antes se veía sexy de lejos ahora compruebo que debe ser hijo de algún dios, porta una camiseta blanca de manga que le llega poco arriba de las muñecas dejando ver sus pulseras tribales, con un erótico cuello en V que muestra la piel bronceada y firma de su pecho fornido e inclusive algunos tatuajes que no alcanzo a denotar bien. Con un pantalón del mismo tono y unas sandalias ahora se sienta justo frente a mí del otro lado del cuadro de la barra, tiene ese aire salvaje portando una perforación en uno de los lados de su labio inferior, otra en la ceja y un par más en una oreja, pero lo más importante, sus ojos están fijos en mí, Carmen le destapa y le da una cerveza mientras yo sorbo de mi sorbete, sintiendo que el líquido frío se me escapa de los labios al mirar su rostro atractivo y su cabello azul algo desordenado. Me quedo hipnotizada contemplando como sus labios se unen a la boza de la botella de cristal tal vez estoy loco pero me parece candente, casi morboso y sensual el movimiento de sus labios al succionar el líquido, prácticamente siento la temperatura del lugar aumentar al observar la manzana de su cuello masculino moverse arriba y abajo al tragar, rápidamente desvío la mirada bruscamente al darme cuenta de que él no se pierde los detalles de mis expresiones, el maldito calor me inunda haciéndome sonrojar fulminantemente, es momento de irme, si, debo irme pero antes de hacerlo vuelvo a mirar en dirección del chico misterioso chocando con su mirada fija en mí de nuevo, hasta que en ese instante la voz de Raúl resuena por todo el lugar debido a que habla por el micrófono dando indicaciones, seguidas de la gente levantándose y elevando las manos para bailar, mierda, lo he perdido de vista, en cuanto la gente recupera su postura original veo que él ha desaparecido de la barra. Miro a mi alrededor en su búsqueda, sintiendo una horrible angustia en vano, ya que, no está, se ha esfumado totalmente dejándome sumida en un estado que ni siquiera yo sé reconocer, aquel me estaba mirando, me miraba como si fuera un depredador que ve a su presa antes de devorársela y destrozarla por completo, lo sé, lo siento, lo presiento, no, debe ser mi imaginación, por lo que, dejo el dinero de mi cuenta y salgo del lugar abriéndome paso como puedo entre los cuerpos mojados en sudor, sin embargo, justo cuando paso a lado de los servicios de hombres se escuchan algunos gemidos que me hacen apretar las piernas casi por impulso, ¿Qué carajos pasa? Inhalo con fuerza y salgo totalmente del lugar adentrándome a la playa, necesito estar sola y dormir, sí, eso necesito, definitivamente necesito eso, pero no puedo olvidarlo, esa mirada penetrándome hasta el alma, nunca antes igual había sentido una mirada tan feroz, me río un poco ante mi estupidez, pero el solo imaginar besar sus labios carnosos y lamer su manzana de Adán para probar el sabor de su piel me hacen vibrar. Un gemido escapa de mis labios inconscientemente y sin provocarlo, por lo que, me cubro la boca avergonzada, es imposible desear de esa forma a alguien que solo haz visto dos veces durante apenas unos minutos, pero lo hago, lo deseo y no creo que sea de una manera sana, su imagen fiera y peligrosa se me ha grabado a fuego en el cuerpo y no puedo dejar de fantasear con él, mi mente vuela y divaga en un huracán de visiones y situaciones sugerentes sobre su cuerpo desnudo hasta que escucho un par de pasos atrás de mí, ¡Genial! Un animal está persiguiéndome. De inmediato me asusto girando como un mero impulso incontrolable, la intriga lucha con el temor precipitando la sangre en mis venas, por lo que, en cuanto compruebo que me están siguiendo y de quién se trata nuevamente mis mejillas arden, es el chico de sexy cabello azul quién lo hace, me relamo los labios nerviosa y algo temerosa, acelerando mis pasos y comprobando que él también lo hace, me sigue como un tigre a su presa, me siento como una presa fácil porque si él me toca estoy segura que me entregaré y no es que sea fácil pero es que ese hombre con su sola mirada me provoca todo lo prohibido que pueda existir, no hay absolutamente nadie cerca y la música el bar ya no se escucha, acaso es alguien peligroso y ¿Debería correr? Justo cuando esa idea cruza por mi mente una mano se cierra sobre mi muñeca deteniéndome en seco, no me giro, solamente siento el aire comenzar a salir en pequeñas y rápidas exhalaciones de mi boca mientras que mi corazón late tan fuerte que podría agujerarme el pecho, ambos nos quedamos quietos hasta que él comienza a acariciar la parte interna de mi muñeca con su dedo pulgar provocando que mi boca se llene de saliva, haciéndome una petición silenciosa de entregarme y si lo hago deberé de echarle la culpa al calor electrizante y prohibido de Bali. El húmedo y provocativo ambiente nos envuelve amenazándome con derretirme hasta que un suave, apenas perceptible tirón de mi mano me hace estremecer, y sin poder más giro encontrándome con sus ojos azules como el cielo, el mar y el mismo paraíso, esos ojos felinos que me lo dicen todo, esa petición, su determinación, el anhelo, el deseo crudo, la promesa de darme un placer indescriptible y su intención de no dejarme escapar esa noche, ¿Qué podría pasar? He venido a Bali para librarme de mis inseguridades y sentirme viva, sentirme deseada y no solo como un accesorio de alguien más, he venido a divertirme. Un brutal escalofrío me recorre conforme él me jala levemente, llevándome sin apartar sus ojos de los míos y tirando de mí como un maldito imán atrayéndome, mis nervios e impaciencia se acumulan sin saber a dónde vamos, pero casi al instante la incertidumbre me golpea ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿De dónde viene?, tengo ese maldito deseo descarnado y misterioso de escuchar su voz, no sé nada hasta que él me lleva entre un par de palmeras hasta una pequeña palapa vacía en la cual me pega contra la pared de madera, arrinconándome totalmente al colocar sus manos a los costados de mi rostro y haciéndome sentir el olor de su aroma electrizante y masculina que provoca que los bellos de mi cuerpo se encrespen sin sentido aparente. Mi cuerpo se contrae y humedece asustándome ante mis propios deseos al sentir su respiración sobre mis labios.—¿Cómo te lla…?—no alcanzo a decir, más la frase se queda en suspenso debido a su dedo índice sobre mis labios, es una petición muda y por lo visto, no hablaremos mucho, eso está claro y no sé si me gusta o me asusta pero estoy demasiado emocionada por lo que pueda suceder, su dedo deja de presionar mis labios para ahora acariciarlos tenuemente sin que sus ojos se aparten de mí. Su mano libre se desliza por mi espalda hasta llegar a mi trasero el cual presiona haciéndome gemir y diciéndome silenciosamente lo que quiere de mí, sin rodeos, sin esperas, sin dulzura, sé que solo es por diversión y estará bien para mí, no estoy esperando a un príncipe azul, no ahora que he terminado una relación que me mantenía enjaulada ante los deseos y satisfacción de alguien más, no pienso detenerme, no suelo comportarme así Lorenzolmente pero soy una persona adulta que sabe lo que quiere, quién está aquí por su propia voluntad de sentirse bien, de sentir placer, así sea de un guapo desconocido. Un gemido más escapa de mis labios al sentir como se pega a mí dándome a notar lo que guarda entre sus piernas, caliente y monstruosamente enorme, este hombre está bien dotado y puedo sentirlo, puede sentir toda su masculinidad. Me relamo los labios nerviosa, pasando mi lengua sin querer por su dedo escuchando un pequeño jadeo proveniente de él que me sabe a gloria y me termina de mandar una rica corriente de placer directo al vientre y a mi intimidad. De inmediato vuelvo a sacar mi lengua y a repetir la caricia consiguiendo que introduzca su dedo en mi boca y sus ojos fijos en mis acciones, su expresión es seria pero puedo notar que está en palpado, lo excito y eso es más que suficiente. Lamo y succiono levemente su dedo humedeciéndolo con mi saliva tibia, sintiendo como no tarda para moverlo en mi interior, metiéndolo y sacándolo, como si estuviera follándome la boca con esa dura parte de su cuerpo, pero lo mejor sucede cuando saca su dedo y toma agresivamente mi rostro para besarme con pasión, locura y muchas ansias. Un beso rudo y salvaje que me excita a sobre manera al descubrir que tiene otro piercing más en la lengua, ¡Dios mío! ¡Eso hombre tiene mucho que mostrarme!, me estremezco entre sus brazos al sentir sus manos bajar por mi espalda y meterse entre mis pantalones y ropa interior para estrujar mis nalgas haciéndome gemir del placer ardiente que recorre mis entrañas. Su boca recorre mis labios, bajando por mi barbilla y cuello chupándome y mordiéndome con hambre y gula como si quisiera comerme a pedazos, en miles de pedazos, no hago más que gemir y meter mis manos debajo de su camiseta para palpar su duro abdomen marcado, finamente aterciopelado, caliente y húmedo por el sudor de su cuerpo porque hace mucho calor en este lugar, hago mi cabeza de lado dándole mayor acceso a mi cuello a la vez que inhalo con fuerza el aroma de su cabello percibiendo el olor de su colonia y ese peculiar toque salado por el mar más su propia esencia masculina y erótica que me hace un llamado a pecar, a entregarme y a sentirse únicamente suya. En cuanto me gira pegándome contra la pared para que le dé la espalda; tiemblo sintiendo mi erección punzar conforme me baja los pantalones y la ropa interior lo suficiente y sin reparo alguno mientras su boca ahora se dedica a marcar mi nuca. Mi cuerpo arde en deseo caliente, cruel y pecaminoso sintiendo su lengua deslizarse por mi piel perlada para probar mi sabor. Me masturbo ansiosa y desesperada al escuchar ese sonido que ya bien conozco, el de su hebilla siendo desabrochada al igual que el cierre de sus pantalones y su respiración agitada en mi oído. Brinco sintiendo millones de escalofríos recorrerme de pies a cabeza al sentir como escupe sobre sus dedos, humedeciéndolos lo suficiente para luego pasarlos por afuera de mi cavidad y lubricarme, jadeo entrecortadamente sabiendo que lo hará y rápidamente lo compruebo al sentir como talla su gruesa punta que ya escurre caliente contra mi cavidad a la vez que su mano libre llega hasta mi cabello, jalándome agresivamente, haciéndome gritar y echar la cabeza para atrás recargándola sobre su hombro, mientras que sus labios húmedos se colocan sobre mi oído susurrándome obscenamente en la oscuridad, estoy mojada y ¡Dios mío! ¡Lo quiero urgentemente dentro ya! —¿Sueles seducir a hombres para que te follen como a una animal? Que chica tan sucia y sobre todo guapa, eres un verdadero encanto, por lo que, te lo daré como te gusta. Mi mente está en blanco mientras que mi vista se nubla y el calor me asfixia, por lo que, las palabras no salen en respuesta a su erótica voz grave. Apenas si alcanzo a jadear con fuerza sintiendo que se me quiebra la voz al sentir como me penetra brutalmente, no mentiré, De inmediato siento un dolor obsceno, casi morboso se apodera de mi seguido de un placer intenso más allá de lo inimaginable, ¿Acaso era posible sentir este tipo de placer tan intenso? Su enorme y gruesa erección punza hinchada dentro de mí, llenándome hasta hacerme sentir saturada. Maldición del mal se siente tan bien y me siento como una maldita bipolar porque también duele, duele como el demonio, pero me encanta, definitivamente he perdido la cabeza al decir aquello, me desconozco incluso yo misma de lo que acabo de decir. El ardor y el placer incrementan en cuanto él comienza a moverse y a chocar con rudeza sus caderas contra mí, dándose impulso al seguir jalándome del cabello con una mano mientras con la otra me abraza por la cintura. Se entierra en mi interior con violencia, dejándome abierta y mojada para él. Me gusta muchísimo, me encanta, me fascina, me enloquece, siento que me muero y no podría desear otra cosa. Mi intimidad palpita ardiente, mi cuerpo se derrite y mi interior no para de humedecerse y contraerse por él, para recibirlo únicamente a él. —Mierda, estás tan estrecha y caliente… me aprietas tan rico. Me logro sacar el pantalón y la ropa interior, pateándolas lejos mientras me aferro a la pared que pareciera caerse en cualquier momento. Continúo gimiendo y chocando mis caderas contra él para generar más impacto, deleitándome con el sucio y obsceno sonido líquido de nuestros cuerpos uniéndose. Me aferro a la pared intentando no caer al sentir como me levanta una pierna para entrar con mayor profundidad en mí haciéndome tocar las malditas estrellas del firmamento. Hahh…más, maldición del mal más, no te detengas.— le pido, más bien se lo suplico, no soy de retraerme en la cama y eso queda más que claro al pedirle por más, quiero sentir, quiero todo el placer que este hombre pueda darme. Jadeo descontroladamente, aferrándome a la pared sintiendo mis piernas temblar, por lo que, comienzo a resbalarme haciendo que él aferre sus manos a mi trasero, mientras yo toco con mis manos la maldita arena. Sus brutales penetraciones podrían destrozarme en cualquier momento, pero me encanta. Siendo correrme con una enorme sonrisa descarada, escuchándolo gruñir y salir de mi interior para también terminar y correrse sobre mi trasero solo para girarme a prisa y estrellarme nuevamente contra la pared. De inmediato me carga, por lo que, no dudo en abrazarme a su cuello y rodear su cintura con mis piernas. Volviendo a gemir y a sonreír al sentir como nuevamente me penetra ahora follándome contra la maldita pared echa de ramas que realmente está por caerse. Ah…sí…sí…hah. Ambos nos sonreímos con complicidad jadeando entre besos y mordidas apasionadas. Meto mis manos entre su cabello despeinándolo mientras disfruto su gruesa erección llenándome y rozando ese punto que me hace alucinar. Mi vista realmente se nubla mientras siento sus fluidos calientes y viscosos escurrir por mis muslos. Sus manos estrujan mi cuerpo contra él y yo continúo moviéndome, subiendo y bajando para enterrarme en su gruesa erección. Maldita sea, este tipo me fascina. Nuevamente nos besamos, pero esta vez me quedo cautivada y perdida en sus ojos azules tan fieros como la noche excitante que estoy viviendo, tan brillantes y preciosos que resaltan entre la penumbra. Definitivamente si hay una palabra para describir el paraíso sería éste, definitivamente lo describiría como un “azul electrizante”.
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