CAPÍTULO 10

1196 Words
NARRADOR Elyan trató de entrar a la casa, pero Jan se interpuso. —Apártate— lo miró intimidante. —Él ya tomó su decisión. No puedes obligarlo a volver a tu manada— Jan no se dejó intimidar, pese a que el aroma que el alfa desprendía era poderoso. —¿Quién eres tú para prohibirme hacerlo?— Elyan tomó a Jan del brazo —Él es mi hermano menor, tiene que estar con nosotros. —¿A si? Entonces ¿Por qué te tiene miedo? —No es asunto tuyo, humano— miró fulminante y trató de apartarlo de la puerta. —Por supuesto que lo es, Robin es mi mejor amigo ¿Entiendes?— Jan permaneció estático y no permitió que la fuerza sobrehumana de Elyan lo moviera. —Muévete— aplicó más fuerza, un humano no podría con tanta y terminaría apartándose, pero ese humano no se movió ni un centímetro —Pero ¿Qué?— Elyan se extrañó ¿Como había sido posible que su fuerza no lo halla echo retroceder? El color de ojos de Jan cambió, paso de ser ese café oscuro a un color carmesí —Peleare contigo si es necesario, pero no verás a Robin. —¿Qué eres? ¿Un demonio como ellos? —No, no lo soy. Soy una mezcla entre tu especie y ellos— tomó el brazo de Elyan y lo apartó de él —Me considero un cambiaformas, diferente a los tuyos y diferente a ellos, un ser único que puede matarte si así lo desea. Jan lo alejó de él —Ya lo sabía, el aroma que desprendías no podía ser el de un humano— habló Elyan. —No importa que es lo que sea— Jan se puso frente a Elyan y levantó la vista ya que el chico lo rebasaba por poco en altura. —No dejare que te acerques a Robin. Elyan cedió, dio el media vuelta y comenzó a bajar los pequeños escalones. ¿Por qué lo había hecho? ¿Un alfa retrocediendo? ¿El Alfa retrocediendo? Eso si que era una completa locura. Los demás que lo acompañaban también bajaron los escalones y caminaron detrás de él. Jan abrió la puerta de la casa y entró. Antes de entrar a su habitación cambió el color de sus ojos, aún tenía que seguirle ocultando su origen a Robin. —¿Robin?— Jan lo llamó pues no lo encontró. Robin salió de dentro del armario —Ellos ¿Se fueron ya?— preguntó nervioso y aún con miedo. Jan asintió —Así es, yo mismo me encargué de correrlos. —Gracias— el chico susurró —En serio tenía miedo de que me llevaran de vuelta a ese lugar. —No te preocupes por eso, mientras estés cerca nunca te va a pasar nada malo— Jan sonrió —Ahora ven, vamos a preparar la comida. Robin asintió y sonrió. El mal rato había pasado y todo había sido gracias a Jan, su mejor amigo. Ambos chicos caminaron hacia la cocina y una vez estando ahí Jan saco las cosas que habían comprado para acomodarlas en su respectivo lugar. —¿Que tengo que hacer, Jan?— preguntó Robin a su mejor amigo. —Lava los vegetales— dijo él desde el otro lado de la cocina. —Si— Robin los tomó y los llevó al fregadero, ahí comenzó a lavarlos. Una vez limpios comenzó a picarlos, tomó el cuchillo y los picó tal cual su madre le había enseñado. Jan lo vio tan entretenido en eso que lo dejó, aunque las verduras no los picarían ya que la comida que harían sería otra. Robin hacía la comida tal cual le enseñó su madre, ese era algo que le agradaba hacer, su mayor sueño era ser un buen cocinero, que su comida encantara a cualquiera. Se concentró mucho que cuando se dio cuenta ya había terminado de preparar la comida. Una sonrisa apareció en su rostro y llamó a Jan. Él caminó hasta donde Robin se encontraba —Que bien huele— alagó la comida, se acercó a la cazuela y probó un poco —Y sabe delicioso. —Siéntate que te serviré un poco— hablo feliz. Fue a traer dos platos y sirvió un poco en cada uno de ellos. Después los llevó hasta la mesa y Robin ocupó una silla enfrente de Jan —Buen provecho— dijo antes de comenzar a comer. Después de comer Jan y Robin vieron una película y esperaron a que el hermano de Jan llegara para ir a dar un paseo nocturno antes de que Jan fuera a atender su negocio. Al anochecer Jan regresó a casa junto a Robin y su hermano, dejó a Robin en la sala para que mirara televisión y su hermano fue a su habitación. Jan fue a bañarse y a cambiarse de ropa para poder ir a su trabajo. Una vez listo salió de su habitación y fue a despedirse de su hermano, luego se acercó a la sala y se despidió de Robin —Volveré por la madrugada, así que si alguien llegase a tocar la puerta durante la noche no abras ¿entendido?— dijo él desde la puerta. —Si, Jan— Robin estaba más que entretenido mirando la televisión. Miraba una película de romance, la chica era la típica rechazada e ignorada por todos que se había enamorado del guapo y popular hombre que en todos los clichés de romance practicaba un deporte. Jan llegó a su trabajo, fue a su lugar y comenzó a trabajar. Siempre le agrado su trabajo, pero prefería un empleo diferente, un empleo más normal. En el "ángel caído" siempre iban hombres que prácticamente eran delincuentes y las chicas eran unas completas prostitutas. Algunas veces tenía que arreglar las peleas que los clientes comenzaban, otras el desorden que los clientes hacían, lo único bueno que tenía era que él era el dueño del lugar, sus empleados se acoplaban al trabajo y eso era bueno para él. Poco tiempo de haber llegado al trabajo Elyan llegó, esta vez nadie lo acompañaba —Quiero hablar contigo— se sentó en uno de los bancos frente a la barra. —No creo que tengamos asuntos de que hablar, Robin no volverá con ustedes. Ya se los dije por la mañana. —Esto es algo importante— dijo apurado —Se trata de la seguridad de Robin. —¿Que hay con eso? —Robin es un omega, lo sabes ¿no?— miró un poco nervioso, Jan asintió —Bueno seguramente debes saber que los omegas tienen un ciclo de calor y celo cada cierto tiempo. —Si, lo se. Mi hermano pasa por la misma situación. —Que bien que estes al tanto del ciclo de calor pues el ciclo de calor de Robin se acerca. El aroma de Robin es un tanto distinto al aroma de otro omega así que tienes que tener cuidado con eso— se puso de pie y se giró —Solo quiero que cuides de él por mi y mis hermanos— Sin decir otra palabra se marchó.
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