CAPÍTULO 11

1174 Words
ROBIN Después de que Jan se fue a trabajar continué viendo la televisión. Cuando me di cuenta ya me había quedado dormido. A la mañana siguiente ya estaba en la cama de Jan. Él me había llevado hasta ahí. Me levante y salí de la habitación. Esta vez no había nadie en casa. Decidí en ir a la cocina y preparar algo delicioso para que, cuando ellos llegaran, la comida estuviera lista. Extrañaba hacer esto con mi madre, extrañaba a mi madre y ahora que había dejado la manada no había forma de que yo lograra recuperarla. Cuando termine de preparar el desayuno lo serví en un plato y me senté a la mesa para comerlo. Una vez termine lavé los trastes que había usado y me puse a asear la casa de Jan. Esta estaba hecha un desastre, ¿Que acaso no aseaban nunca? El polvo sobresalía por todos los muebles y también había basura en el suelo. Fue un tanto atareado limpiar, pero después de un rato termine y dejé todo en perfecto orden. Me senté en el sillón y me dispuse a ver una película en la tele, pero alguien tocó el timbre de la puerta. Tal vez era alguien que conocía a Jan, así que me puse de pie y fui a abrir. Había dos hombres, encapuchados y con lentes oscuros. Ambos eran intimidantes y el aroma que desprendían era desagradable. Uno de ellos, el más alto, se quitó las gafas y me miró. —Dime ¿Donde está Jan?— preguntó él. —No lo se— dije nervioso, esos tipos olían igual que aquellos demonios que atacaron a mi manada —El no ha vuelto aún— no quería que ellos lo lastimaran. El hombre menos alto se acercó al oído del hombre alto y susurró algo que claramente pude escuchar —El es al que el líder busca— después de decir eso el hombre alto sonrió y se acercó a mi. —¿Qué haces?— dije y comencé a retroceder —Aléjate— me giré y corrí para encerrarme en la habitación de Jan, pero ellos me sacaron ventaja y me alcanzaron casi al instante. —¿Piensas huir de nosotros?— preguntó el alto y seguido de eso comenzó a reír —¿Que no conoces tu lugar? —Ayúdame, Noah— mi lobo pedia que lo rescatarán y Noah, al ser mi Mate, debía ser quien me protegiera. —Nadie vendrá— susurró el hombre antes de tomar mi cuello y comenzar a asfixiarme. Tome su mano —Su... suelta...— mi respiración se entrecortaba, su fuerza era superior y mi debilidad no podría jamás contra él. Poco a poco perdía el conocimiento. ¿Este era mi fin? ¿Moriría aquí? No podría salvar a mi madre y eso era lo más patético que pude haber cometido. No cumplí la promesa que le hice. (...) Desperté en mi habitación, recostado sobre mi cama. ¿En serio había muerto? ¿Era este el lugar al que la diosa luna te lleva una vez mueres? Mi cuello dolía, mi cabeza daba vueltas y estaba confundido ¿En serio podía sentir dolor después de morir? Me puse de pie con algo de dificultad, mis piernas tambaleaban y mi vista aún estaba nublada. Cuando estuve de pie di un par de pasos antes de caer al suelo. Volví a ponerme de pie y ahora, sosteniéndome de las cosas de mi alrededor logré llegar a la puerta. Alguien la abrió y mire a la persona, era Noah, mismo que al verme se acercó y me tomó para devolverme a la cama —¿Que haces?— preguntó él —Aún estás débil, debes permanecer en cama para que te recuperes completamente— me recostó y me alejo un poco —Descansa— dio media vuelta y se dispuso a salir. —Espera— tome su brazo y él se detuvo —¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí? —Ellos intentaron llevarte— se giró y me miró preocupado —Si Jan no hubiera llegado en ese momento tu tal vez estarías con ellos justo ahora— se acercó, se hincó al lado de la cama y me tomo la mano —No sabría qué hacer sin ti— sus ojos se llenaron de lágrimas —Por favor no vuelvas a abandonarme— se acercó a mi y beso mis labios. No opuse resistencia, mi lobo necesitaba un beso suyo, eso ayudaba a sanar. —Gracias por preocuparte por mi— susurre y sonreí. —Eres mi Mate, haría cualquier cosa para verte bien— susurró él. La puerta de la habitación volvió a abrirse, esta vez entró Elyan y Jan. No quería ver a mi hermano, así que me giré y le di la espalda —Me alegra que estes mejor— hablo Elyan. No obtuvo respuesta —Quiero irme de aquí— dije a Jan —Regresemos a casa, Jan. —No podemos regresar a casa, Robin— dijo Jan —Ellos ahora conocen el lugar donde vivo y es peligroso que estemos ahí. —A partir de ahora vivirán aquí hasta que todo esto se calme— dijo Elyan. —No quiero estar aquí— alegue —No quiero rodearme de una manada que me odia. —Por favor, Robin— hablo Noah —Considéralo esta vez, si no estás aquí correrás peligro. —No quiero ver al hombre que me desprecia por ser omega— hable —Si permaneceré aquí no quiero que Elyan se acerque. —Robin— Elyan dio un par de pasos. —De otra forma, me iré. Me mantuve firme, no debía mostrar debilidad. —Vámonos— ordenó, Jan y Noah salieron detrás de él y me dejaron solo. Eso era lo que necesitaba ahora, tenía que pensar muy bien lo que haría para no irme. Elyan tenía que mantenerse lejos de mí en primer lugar, después tenía mi segundo problema, Noah, era molesto que mi lobo lo necesitara y no poder negarme a cualquier petición suya. Seguí recostado en mi cama hasta que el dolor de cabeza y los mareos se me pasaron. Cuando me sentí mejor me puse de pie y salí de la habitación. Por suerte no había nadie en casa, baje a la cocina y me puse a buscar algo para comer, mi garganta aún estaba lastimada y me fue difícil tragar la comida. No podía comer, así que regrese a la habitación y me acosté de nuevo. El calor me inundo, mi cuerpo comenzó a liberar ese aroma que odiaba, sabía que mi celo había llegado y odiaba que lo hiciera. El dolor era insoportable si mi Mate no me ayudaba. Por suerte Noah estaba aquí, pero no quería pasar mi ciclo de calor con él. Alguien abrió la puerta de la habitación, pero cuando me encuentro en este estado mis sentidos se nublan y solo pienso en el apareamiento. —Llama a Noah— dije. Mi lobo lo necesitaba, no, yo lo necesitaba.
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