CAPÍTULO 9

1100 Words
Corrí detrás de ellos, pero uno de los que los acompañaba me detuvo y no me dejó continuar —¡ELYAN!— grité desde fuera de la casa —¡ELLOS NOS SERÁN ÚTILES EN EL FUTURO!— volví a gritar para que me escuchara. Yo no era un asesino, pero Elyan si lo era. Yo no quería que ellos dos murieran, ya era suficiente con la sangre que se había derramado. Ya era suficiente. El chico que me detuvo me llevó a rastras hasta mi casa y me encerró en mi habitación —Por órdenes de Elyan debes permanecer aquí hasta que él diga que puedes salir— dijo el chico cuando cerró la puerta. —¡SÁCAME DE AQUÍ!— golpee la puerta tanto como mis fuerzas me lo permitieron, pero fue inútil, nadie iba a venir. No había forma de salir así que me resigne y esperé por mucho tiempo. No tenía nada que hacer ahí dentro, los libros del estante ya los había leído, la habitación estaba en perfecto orden ¿Que más podía hacer? Solo esperé y cuando anocheció Elyan entró furioso. Detrás de él venía Drago y al lado venía Adel. Me puse de pie y me puse frente suyo, agache la mirada pues era lo que uno omega débil tenía que hacer ante un alfa fuerte como él. Soltó un golpe que se estampó en mi rostro —¿Por qué los ayudaste? Me toque el golpe —Yo... yo...— las palabras se me fueron, estaba aterrado, mi lobo estaba siendo intimidado por el dominio de Elyan. —Contesta, maldición. —No soy un asesino como tú— susurré —Madre me enseñó que debo cuidar de los demás, me enseñó cómo curar heridas para que nadie muera— mi voz salía en susurros, mi cuerpo temblaba, mi boca estaba seca, todo mi cuerpo estaba congelado por el miedo. Elyan se dio la vuelta —Eres una desgracia para la manada— dijo antes de salir de la habitación. Mis demás hermanos salieron detrás de él y luego Drago cerró la habitación. ¿Había una forma de terminar con todo esto? Me sentía mísero, me di cuenta que no valía nada en esta estúpida manada. Solo tenía que retomar mi propósito inicial: huir de este sofocante lugar. Si había algo de lo que tenía que arrepentirme era de no haberlo hecho aquella noche. Me arme de valor, camine hasta la puerta y salí de la habitación. Luego salí de la casa y camine hasta la casa del Alfa, ahí seguramente se encontraría Elyan. Entre a la casa y ahí se encontraban la mayoría reunidos, robé la atención de todos. Elyan se acercó a donde me encontraba —¿Que haces aquí? ¿Has venido a ver cómo están los demonios que salvaste? —Me voy— susurré. —¿Qué? Alce mi vista, lo mire directo a los ojos. Apreté el puño y abrí mi boca muy grande, así todos lograrían escucharme —Me voy de tu maldita manada. Odio estar aquí y seguir sus absurdas leyes. Elyan solo rió —Idiota— me miró —¿Qué has dicho? —Planeaba hacerlo desde un inicio, pero luego los atacaron y volví. Fui un idiota por no huir antes, pero ahora puedo irme sin la necesidad de huir— di media vuelta —Perdón por ser una desgracia para tu manada. Salí apresurado, directo al bosque. Tome mi transformación y dejé que mi lobo tomara el control. La única persona con la cual podía contar era Jan así que fui con él. Nadie trató de seguirme, ninguno se atrevió a detenerme. Ya lo sabía, no era nadie para ellos, siempre fue así, siempre fui un maldito cero a su lado. Una vez estando fuera de la casa de Jan toque el timbre y su hermano salió a recibirme —¿Esta Jan?— pregunté tratando de contenerme. Me sentía roto, las palabras de Elyan me habían dañado. Pero a pesar de todo, él tenía razón, solo era un estorbo, siempre lo había sido, solo que fui un idiota para no darme cuenta. —Si— asintió —Adelante— se quitó de la puerta y me permitió entrar —Iré a decirle que estás aquí— me dejo solo en la sala y él se fue a la habitación que se encontraba al lado de la cocina. Jan salió de su habitación, somnoliento —Interrumpes mi único día de descanso. —Lo siento yo tenía que hablar con alguien— mi voz salió quebrada y las lágrimas comenzaron a caer. Jan acudió a mi y me abrazo —¿Qué sucedió? —Me fui de la manada. Yo cometí un error, soy despreciable— me hundí en él. —Ya— acarició mi cabeza, eso me hacía relajar — Tranquilo, todo estará bien. Llore hasta quedarme dormido. Ahora que había dejado la manada me sentí mejor, me había quitado un peso de encima. Me sentía renovado, pero algo faltaba, un extraño sentimiento me inundaba. A la mañana siguiente me levante cuando Jan lo hizo. Su hermano ya había preparado el desayuno, así que solo fuimos y nos sentamos a la mesa. Agradecí y luego devoré lo que me habían dado, tenía tanto que no comía algo tan delicioso como lo que su hermano había preparado, así que no dejé nada en el plato. El hermano de Jan fue a la escuela, lo que Jan me contó fue que su hermano estudiaba en la facultad de medicina, mientras que Jan trabajaba para ayudarlo con los gastos. Jan fue a su habitación para tomar su cartera e ir al mercado a comprar la comida —¿Quieres acompañarme?— preguntó e inmediatamente me puse de pie y camine a toda prisa hasta donde él estaba. Jamás había ido a uno de esos lugares, así que cuando llegamos mire todo detenidamente. Los mercados eran enormes y tenían de todo. Jan llevó muchas cosas, algunas de ellas eran de higiene personal, también compro golosinas y frituras. Me había divertido mucho y se podía notar en mi rostro. Era la primera vez que acompañaba a alguien al mercado. Por primera vez me sentía libre. Al volver a la casa de Jan, Elyan se encontraba fuera de la casa acompañado de Adel, Drago y Noah. Subí los escalones y los pase de largo, ignorándolos entre a la casa y corrí a esconderme a la habitación de Jan. Sabía que ellos habían venido para encadenarme de nuevo en su absurda manada y yo no quería volver a ese lugar.
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