Por más que me esfuerzo en recordar qué hacia Mileto en el jardín de la abuela y quién es en mi vida no hago otra cosa que sentir el miedo y la desesperación de aquel recuerdo. Me veo con lágrimas en los ojos mientras mi madre me carga y no recuerdo nada de ese niño en mi vida. Eso es lo más frustrante. Estoy escuchando el alboroto de la casa. Los sirvientes se esfuerzan por limpiar, acomodar y dejar todo tal cual estaba antes del ataque. Solo Pireli, un primo de Cecilia, murió en el ataque. Uno que otro guardaespaldas salió herido. — ¿Está bien, señorita? Me congelo en la silla de la cocina del ala derecha de la casa, la de la familia. Se supone que no debo estar aquí, pero todo es un caos y este sitio me recuerda a mi madre, así que aproveché de entrar. Me doy la vuelta con lentitu