El motor de Bugatti ruge mientras salimos de lo que parece ser un condominio. Los árboles pasan a toda velocidad y los observo desde el puesto del lado del copiloto. El auto es pequeño y elegante, está pintado en un azul cobalto y por dentro es puro cuero. —Sé lo que piensas. Sí, soy un maniático por los autos —dijo Connor rompiendo el silencio. Ahora la atmósfera está cargada de un millón de emociones y son todos menos la incomodidad. Parece más relajado fuera de casa. —No pensaba en eso precisamente. — ¿Y en qué? —preguntó mientras tomaba la palanca de velocidades y aumentaba los kilómetros por hora. —En que no sé en qué parte estábamos exactamente. No me detuve a mirar afuera mientras me trajiste secuestrada. Él mordió sus labios y su mandíbula se puso tensa. —Lo siento por eso. P