Por quinta ocasión llegamos al muro a escalar, yo había pedido unas gatas y justo ese día llegaron así que Rogelio el dueño, me las entrego.
- Gracias, aquí está el último p**o- le digo entregándole el dinero de las gatas.
-Muy bien Dara, pruébatelas y revisa que te queden justas.
-Claro... ¿me puede vender un agua? -le digo a Rogelio.
-Sí, aquí esta- me dice abriendo el refrigerador y sacando una botella de agua. - y háblame de tu no de usted por favor- me dice de una manera muy seria.
-Ah claro...voy a probarme las gatas- le digo entrando al gimnasio y dirigiéndome al lado izquierdo de la puerta donde se encontraba una banca y varias cajas de madera apiladas para dejar nuestras cosas.
Me senté en la banca y me dispuse a ponerme las gatas, cuando lo hice Rogelio llego y se sentó en una silla a un lado de la banca.
- ¿Cómo te quedaron? - me pregunta. -Bien, apretadas pero lo necesario.
-Perfecto, te las quitas para descansar después de un rato.
-Muy bien...oiga ¿porque se llama así este lugar o que significa? - le pregunto ya que no era un nombre muy común.
-Significa corazón de la tierra en latín, nos gustó y se lo pusimos-me dice rápidamente y sin rodeos, después me voltea a ver- ¡Y ya no me hables de usted háblame de tu! Ya ve a dar tus vueltas al gimnasio para calentar.
-Ah si -perdón soy estúpida- voy a calentar.
Comencé a escalar hasta toparme con Samuel que estaba escalando en la parte del techo justo donde necesitaba pasar, así que estaba esperando a que el terminara para poder continuar cuando se escucha un golpe en la pared y un grito de sorpresa y dolor. Tanto Samuel como yo nos giramos hacia la derecha, donde se encontraba el muro de noventa grados, con una Elizabeth tirada en el piso.
- ¿Estás bien? - le pregunta Samuel a Elizabeth.
-Sí, gracias- le dice Elizabeth algo enrojecida.
-Ten cuidado, acomoda bien las colchonetas - le dice Samuel abriéndome paso para que yo pasara.
Yo me abstuve a decir gracias y a pasar, me estaba conteniendo la risa pues la escena anterior fue muy cómica. Al llegar con Elizabeth, solo me comencé a reír.
- ¿Viste que se preocupó por mí? - me dice emocionada.
-Sí, seguro no fue solo amabilidad- le digo con una sonrisa. - Voy a seguir calentando Liz- le digo subiendo nuevamente al muro.
-Está bien, esperare a que tu clase termine.
Cuando por fin tomé la última roca de la última de mi vuelta al gimnasio, me dirigí con Rogelio.
-ya terminé-le digo a Rogelio.
-Bien vamos a hacer unos ejercicios.
La clase continuo y yo seguía las indicaciones de Rogelio. Después de un rato Cleo y una amiga suya llegaron y comenzaron a escalar, ellas igual eran nuevas así que no conocían a muchas personas.
Elizabeth se acercó a mi viendo a Cleo fijamente.
- ¿Conoces a esa chica? - me pregunta.
-No, se me hace conocida, pero no recuerdo haber tenido algún tipo de interacción con ella.
-Es Cleo, ella estuvo en la misma secundaria que nosotras, estábamos en primero cuando ella estaba en tercero, ahora está en la preparatoria.
-Oh ya, creo que seguro ahí la llegue a ver en varias ocasiones.
Elizabeth se acercó a ellas para preguntarles algo y después se fue a seguir escalando.
Rogelio después de un rato nos juntó en un Boulder a Cleo y a mí.
- ¿Disculpe que es un Boulder? -le pregunto a Rogelio.
- ¡Que no me hables de “tu” Adara! -me dice ya algo enfadado de repetírmelo.
-Perdón- le digo apenada.
-Un Boulder es una secuencia de agarres que puedes pisar y tomar para llegar a tu top, que es el final.
Rogelio nos dio el Boulder y comenzamos a escalar Cleo y yo turnándonos para intentar hacer el Boulder.
- ¿Cómo te llamas? - me pregunta Cleo
-Dara...Adara, pero todos me dicen Dará…tu eres Cleo ¿Cierto?
-Sí, ¿ella es tu amiga? -me dice viendo a Elizabeth.
-Sí, me comento que estuvimos en la misma secundaria ya que tenía esa sanción de haberte visto antes
-Sí, yo tenía la misma sensación con ustedes dos. Ella me comento lo mismo. ¿En qué año vas?
-Estoy terminando segundo, ya solo me queda este mes.
- Que bien ¿Cuántos años tienes?
-14 ¿tu?
-17 pero cumplo 18 en noviembre.
-Oh, yo 15 en octubre...Pensé que eras más chica y que tenías como 15 o 16.
-Ay gracias yo igual pensé que tu tenías menos edad, como 12 o 13.-Yo solo me rio.
-Sí, suelen decírmelo seguido.
- ¡Ya cállense y empiecen a escalar! -Nos grita Rogelio.
Cleo y yo nos miramos y empezamos a tratar de hacer el Boulder que Rogelio nos había puesto.
Algo muy peculiar de mí, era que cada que escalaba era terminaba como si me hubiera revolcado en una montaña de magnesia, la magnesia era lo que usábamos para que no nos sudaran tanto las manos y tener un mejor agarre sin resbalarnos.
Mi cara terminaba llena de magnesia, igual mi cabello y ropa, así que siempre iba al baño a limpiarme el cabello la cara cuando terminaba de escalar, Ese día después de terminar me fui a casa con los papás de Elizabeth. A partir de ese día comencé a platicar más con Cleo cada que íbamos a escalar, claro que socializábamos con otras personas, pero con Cleo siempre fue diferente, pues siempre terminábamos escalando juntas ya que ambas éramos principiantes.
Rogelio nos callaba cada 15 minutos porque no dejábamos de platicar y no escalábamos.
Elizabeth después de un tiempo dejo de ir a escalar, así que comencé a irme yo sola y regresándome en autobús a mi casa los días que mis padres no podían pasar por mí, en otras ocasiones me iba con algunas de las personas que también iban a escalar y Vivian en la misma localidad que yo, fue muy fácil adaptarme al trasladarme yo sola en ese entonces, Cleo siempre llegaba un poco más tarde que yo por lo que siempre terminaba después que yo y se iba aparte, a mí no me gustaba irme a oscuras por lo que siempre procuraba irme con tiempo para no llegar de noche a mi casa.