La luna iluminaba todo bajo ella, hacía mucho rato que el sol se había escondido y yo aún seguía dando combates torpes contra Éter que me dejaban casi siempre en el suelo y a segundos de una herida mortal o una mutilación dolorosa. Me levantaba y seguía como una jodida masoquista, sabiendo que no lograría nada más que despertar más risas burlonas del demonio que nos observaba en silencio a varios metros de nosotros. Me aparté bruscamente dándole una cachetada a Éter que alborotó a los pocos cuervos que aún andaban de rama en rama, Nox se aburrió y se fue y yo me puse a llorar como la estúpida perdedora que era. —No llores, sigue luchando. Sé que puedes derribarme, lo has hecho dos veces hoy. —Dos veces. —Repetí. Parecía alguna especie de burla, sólo en dos oportunidades logré poner de c