Veintinueve

2852 Words

Afuera llovía, la tormenta había ocupado todo el día acompañado del frío invierno que azotaba la ciudad. Mientras tanto yo me calentaba frente a la chimenea, amaba mirar las llamas consumir lentamente la leña, eran casi las siete de la noche y ya había terminado la tarea. Me gustaba jugar con las sombras producidas por la luminosidad de la candela, aunque mamá me regañaba constantemente por eso, decía que las viejas leyendas advertían de un supuesto señor de las sombras que visitaba a aquellos que jugaban con ellas.  —¡Leia deja de jugar con las sombras! —me riñó mi madre antes de darle un trago a su taza de café— Ya te he dicho que no lo hagas. —Pero si no me quemo. Alce mis manos frente a la llamarada haciendo ver en el suelo la silueta de lo que parecía ser un perro. Amaba lo que se

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