Cuando abrí los ojos lo primero que hice fue sobresaltarme, Nox me veía fijamente. Su cara era seria, analítica y perturbadora, el cielo ya estaba claro y se escuchaba el cantar de los pájaros, amanecía apenas. Quise levantarme, no lo logré. No tenía fuerzas. —Vas a morir en pocos días si no te alimentas. —No pienso comerme a nadie. El pálido gruñó, dándome la espalda. Pensé en mi madre y en lo preocupada que debía estar, tal vez y hasta habían organizado alguna búsqueda, a esa altura ya debían creer que había sido secuestrada. Mi familia moriría si algo me sucedía, yo era los ojos de los Cambell. Éter no estaba cerca, y eso me estresó. No quería pasar ratos a solas con Nox. —¿Qué crees? Aquí no hay vegetales, ni frutas, ni ninguna de las mierdas que te comes por ser una maldita fru