05. Estoy cambiando

2304 Words
Despierto encontrándome abrazada a Matthew con casi la mitad del cuerpo mío arriba del de él. Hago círculos con mi dedo índice en su pecho hasta sentir cómo se mueve.   — No te detengas —. Dice con la voz ronca logrando helarme, parpadee un poco y continuó haciendo círculos en su pecho, siento sus músculos relajarse, mientras que él empieza a dar caricias por mi espalda, y teniendo aún ropa se siente tan bien.    Un rato puedo asegurar que pasamos así hasta que se escucha a alguien tocar la puerta y luego ser abierta.   — Oh, lo siento, no quería interrumpir —. La voz de Lottie hace que me esconda en los brazos de Matthew sintiendo mi sangre subir a mis mejillas.   — No interrumpes nada, — dice secamente Matthew mientras me agarra fuertemente de la cintura.— ¿Qué deseas, Lottie?.   — Bueno, como ya sabes querido, tu padre cumple años mañana. Se organizará una fiesta formal en el gran salón y quiero que ustedes dos le compren un regalo a tu padre, entendido —. Escucho la puerta cerrarse de nuevo y tan rápido como eso soy sacada de mi escondite viendo a Matthew frente a frente, mis manos están a los lados de mi cabeza siendo sujetadas por  él.   Sus ojos miran mi cara por varios minutos y repetidas veces su mirada cae en mis labios, su cercanía se hace más notoria hasta el punto de sentir su nariz rozar con la mía, mi garganta se seca al sentir ese roce y mi sistema da un vuelco, mi oxigeno se escapa de mi dejándome por completo, mi mente se pone en blanco y mi sangre se vuelve fría. — ¿Q-q-qué haces?—. Trago duro al ver como relame sus labios dejándome con un remolino en mi interior.   — No digas nada —. Y cuando menos lo pienso sus labios se sincronizan con los míos en un sutil baile, mi corazón inicia a bombear con desespero. Su lengua pide permiso para entrar en mi boca y se lo cedo, el ambiente cambia y el calor en nuestros cuerpos sube, sus manos dejan las mías para posarse al lado de mi cabeza, una de sus manos agarra mi cintura presionando aún más a él mientras mi cuerpo cede a su toque, mis manos van a su cuello envolviéndose en el, mis dedos se sumergen en su terso cabello, su lengua lame mis labios haciendo aún más el mejor beso de mi vida.   Expreso cada uno de mis sentimientos en el beso demostrándole todo mi amor, el cual siento desde mi adolescencia, nuestro beso se intensifica con más profundidad hasta que nuestros pulmones piden ese grandioso oxígeno que nos deja vivir.   Sus ojos verdosos me miran con intensidad y yo solo bajo mi cabeza sintiéndome intimidada por sus simples ojos, es tan intimidante pero con un corazón lleno de grandes sentimientos.   — Nunca bajes tu rostro cuando te miro —. Su mano alza mi mentón, sus ojos me miran detenidamente y una sonrisa aparece en sus labios, pudiera estar soñando e imaginando este momento pero la fuerte realidad me golpea, es más real que nuestro amor.   Auch, yo misma me insultó.   Examinó cada rasgo, cada gesto de él para recordarlo en mi mente, no se el tiempo en el que pueda estar junto a él y si eso acaba tan rápido quiero recordarlo por siempre en mi memoria.   — Isabel, date un baño para salir a comprar ese regalo —.   Se quita de encima mío provocando un sentimiento de vacío en mi, me gusta cuando sus ojos están sobre mi, bajo mi vista mirando como estoy vestida y me sonrojo, su perfume me envuelve permitiéndome que una sonrisa surca de mis labios, agarró la camisa de sus pliegues feliz pero mi sonrisa no dura mucho ¿él me cambió?, ¿lo hizo? y si es así ¿por qué traigo una de sus camisas?.   Siento su mirada sobre mí, es tan profunda e infame en él, ya entiendo porque todos le temen, veo como se inclina ante mí mirándome con sus indescriptibles ojos verdes, sus manos agarran mis muslos acercándome más a él.   — Me bañaré en otro baño de la casa, date tu tiempo alistandote y no reveles tanta piel —.   Asiento lentamente, pasa mechones de mi cabello detrás de mi oreja, su mano se mantiene en mi mejilla y un calor se instala en mi corazón.   “Hazlo Isabel, luego te puedes arrepentir de las cosas”.   — Puedes bañarte junto a mí —. Alza una ceja tragó saliva por su intensa mirada, sus ojos verdosos miraban mi cuerpo hasta volver a mi rostro lentamente.   — Tú no eres así Isabel —. Hago una mueca como él está seguro de como soy,— Siempre he visto tu comportamiento y eres más tímida que cualquier otra persona —.   Mi saliva se atasca en mi garganta, ¿él siempre me ha hecho caso? no él nunca me veía parecía más como si yo no estuviera a su lado.   — Estoy cambiando —. Sus ojos me miran atentos, — Y quiero bañarme contigo, no se supone que somos esposos se verá raro en tu familia que tu te bañes en otro lugar —.   — Tienes razón pero tengo que advertirte algo no me puedo controlar en la ducha —. Me guiña un ojo antes de ir al baño, el sudor se acumula en las palmas de mis manos y el mal sabor se extiende por mi boca.    Mis nervios son más que notables y no entiendo que paso por mi mente para hacer eso, para decir eso.   Escuchó el sonido de la regadera y tragó saliva duramente, me levanto de la cama caminando lentamente  toco el pomo de la puerta y vacile por algunos momentos, abro la puerta y entró.   ¿Qué estás haciendo? da media vuelta y sale corriendo Isabel.— Musita mi conciencia siendo la única que me da control al momento de hacer cosas.   Meneó levemente mi rostro, debo de lograr ser algo que no soy debo de hacer cosas arriesgadas necesito alejarme del camino seguro y arriesgarme un poco por el camino arriesgado.   Veo a Matthew por el cristal de la ducha, mis ojos bajan hasta ver el cristal se opaca con el vapor del agua caliente suspiro tratando de relajar mi cuerpo.   Sus ojos me observan con detenimiento, mi cuerpo vibra por su profunda mirada. Comienzo a deshacerme de su camisa dejando mi cuerpo a libre vista mi ropa interior, camino insegura por las cicatrices de mi cuerpo nunca antes me sentí así pero él solo provoca mis inseguridades.   Miró atentamente mi cuerpo mientras tambaleo mis estrías cubren algunas partes de mi cuerpo y ahora es donde mi miedo crece aún más, siempre he engordado y adelgazado por lo cual nunca me dio importancia pero el a salido con modelos donde su cuerpo no tiene rastro de cicatrices o alguna otra cosa en su piel.   La cicatriz de la vez que me caí de un árbol sobresale en mi rodilla, la cicatriz en mi lado izquierdo por la transferencia de pulmón que me hicieron.   Pero nunca vi con inseguridad mi cuerpo siempre pienso en todo lo difícil que ha sido mi vida y tener estas cicatrices me recuerda la batalla que representan esas cicatrices, las estrías me recuerdan cuando caí en depresión por la muerte de mi madre y como aparecieron cuando empecé a perder peso cuando mis muros cayeron provocando que me hiciera daño a mi misma.   Alzo mi mirada cuando dejo de sentir su mirada y desabrocho mi sostén me quito las panties y entro lentamente a la regadera, su espalda me deja ver lo tenso que esta al ver cómo sus músculos se juntan.   Paso mi mano por su espalda, el cosquilleo que siento al hacer eso hace que piense él porque eso sucede cuando lo toco, o, ¿él sentirá eso cuando me toca?.   Me tenso cuando se voltea repasándome con su mirada aunque nuestra diferencia de estatura no sea demasiada con su mirada profunda solo me siento más pequeña a su lado, — Pensé que no lo harías —. Mi saliva se atasca en mi organismo al verlo como dios lo trajo al mundo.   — Mira aquí a la traviesa Isabel —. Lo miró a los ojos y sonrió tímidamente, sus brazos se ponen a cada lado mío dejándome sin salida, acerca su rostro hacia mí sin permitirme escapar de sus labios.   Mueve sus labios con frenesí sobre los míos, se separa de mis labios juntando nuestras frentes, mis ojos miran con atención los suyos la oscuridad que emanan sus ojos combinada de lujuria y deseos.   Sin dejar que él hable lo beso con el mismo frenesí y deseo de tenerlo dentro de mí, sus manos bajan por mi cuerpo hasta llegar a mis caderas clavando sus dedos en mi piel apegándome a él, el roce de nuestros cuerpos desnudo incrementa el deseo, la agua caliente pasa por nuestros cuerpos.   Sus manos bajan por mis muslos alzándome quedando a su misma altura, me apega a la pared dejándome sentir lo frío de esta, me aprieta a su cuerpo sintiendo claramente su erección rozando mi sexo, me separo de él soltando un gemido cuando vuelve a rozar sobre mi sexo.   Su m*****o resbala entre mis pliegues por lo mojada que estoy, escuchó un gruñido de su parte logrando excitarme aún más, gimo su nombre cerca de su oído, mi corazón late aceleradamente mientras sus manos tocan mi cuerpo repasando mis cicatrices, la inseguridad que tenía sobre mi cuerpo ante su presencia desapareció devolviendo mi autoestima, muevo mis caderas sobre su m*****o con mi propio ritmo sin presión ni rapidez volviendo solo esos minutos tortuosos.   Las mil sensaciones que inundan mi cuerpo nublan mi mente de puro deseo, gimo, jadeo, y me muevo sobre su erección excitada por como toca mi cuerpo, sabe donde tocar y cómo presiona mis puntos sensibles encontrando las debilidades de mi cuerpo volviéndome loca del éxtasis.   Sus besos comienzan a bajar por mi cuello dejándome sin aliento, sus labios bajan a mis senos besándolos con húmedos besos, jadeo haciendo mi cabeza hacia atrás por la sensaciones que solo eso me hace sentir.   — Isabel, —. Escuchar mi nombre de su ronca y erótica voz solo provoca que tiemble en sus brazos, abro mis ojos mirándolo testigo de su respiración entrecortada y de su mirada llena de deseo.— si sigo no habrá vuelta atrás. ¿Quieres que continúe? —.    Asiento jadeante al sentirlo rozar contra mi sexo; — No te detengas —.   El fuego que siento al roce de nuestras pieles me hace sentir deseosa y única, no será mi primera vez pero si la primera que siento como un fuego me recorre, siento como se introduce en mi interior húmedo, mi cuerpo se doblega a cualquier toque de él y me pierdo en la neblina del deseo.   — Matthew…—. Introduce y vuelve a salir torturándonos, despacio y sin prisas, de una estocada se introduce en mí sacándome un grito por la sorpresa.   Comienza con embestidas delicadas robándome jadeos, mi cuerpo vulnerable se deja derretir ante él.   — Matthew… mas rápido…—. Calla mis deseos aumentando sus embestidas con más precisión y fuerza, mi orgasmo está a la vuelta de la esquina haciendo mi cuerpo aún más sensible con sus toques.   Gimo su nombre llegando a mi liberación, mi interior se contrae por el orgasmo dejándome débil por las sensaciones que comienzan a recorrer mi cuerpo. Jadeante miró a Matthew extasiada por sus embestidas, lo siento palpitar en mi interior sus ojos me miran pidiéndome permiso para acabar dentro de mí acepto con un asentimiento, y siento como mi interior se llena de ese cálido y espeso líquido.   — Esto aún no se acaba,—. Abro mis ojos sorprendida, deja que me sostenga en el piso y me da media vuelta exponiéndome ante él, chilló levemente cuando mis senos tocan el frío de la pared.— Te dije que soy una bestia en la ducha Isabel —. Gimo fuertemente cuando de una estocada entra en mi.   Salgo del baño con mi rostro ardiendo sin creer lo que pasó, el día se fue ahí adentro, mi cuerpo pide descanso pero aún no se si pueda la razón por la que nos bañamos fue para ir a comprar algún regalo para el padre de Matthew.   Los recuerdos llegan a mi cabeza provocando un revoltijo en mi interior, fue tan intenso algo que nunca experimente, las cosas que sentí en ese instante no se compara a nada anterior.   Siento las cálidas manos de Matthew envolverse en mi cintura y si no fuera por la toalla que me cubre mis piernas hubieran flaqueado haciéndome caer al suelo.   — Vamos a dormir otro instante —. Niego aún cuando él provoca que mi sumisión sea más fuerte en su presencia.   — Debemos de ir por…—.   — Ya le dije a Raquel que lo comprara, no te preocupes —. Niego nuevamente me doy vuelta encarandolo, la suma atención con la que me mira provoca una cálida sensación en pecho.   — Necesitamos comprarlo nosotros Lottie…—.    Me calla.   — No me importa lo que diga Lottie…—.   Lo callo viendo la sorpresa en su rostro por mi atrevimiento;— Yo quiero comprarlo e iremos los dos por ello. No cambiaré de decisión —. Paso de largo con el jesus en la boca, porque a él no le gusta ser interrumpido y eso es justo lo que hice.   No comprendo de dónde salió tanta valentía como para hacer eso. Ni tampoco como para enfrentarlo después de lo que ocurrió.
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