Camino seguida de Matthew por toda la tienda departamental, desde hace tiempo que perdí cohesión del tiempo y camine viendo las cosas que me llamaban la atención solo para después venir con Lizeth, María y Camila.
— No tienes hambre Isabel —. Niego volviendo mi atención a un suéter de pareja el cual miro con tristeza al saber que nunca lo usaré con alguien al que ame cómo amo a Matthew.— Vamos no has comido desde la mañana —.
Agarra mi mano llamando mi atención por completo, el cosquilleo crece cuando mi conciencia regresa de toda la irrealidad golpeándome fuertemente con miles de sensaciones.
— Vamos a comer y luego seguiremos buscando algo para mi padre —. Asiento sonrojándome, la vergüenza por andar dando vueltas por todo el lugar sin entender qué ocurría por mi cabeza me acecha.— Aparte también quiero otra cosa de ti —.
Su mirada quema en mi nuca pero aun así no alzo mi rostro, caminamos alejándonos de todas las tiendas que tengan algo que ver con ropa, llegamos al área de comidas y alzo mi rostro maravillada por el rico olor, mi estómago ruge y siento mis mejillas arder por la vergüenza.
— ¿Qué quieres comer? —. Alza mi mentón con delicadeza y lo miro por cortos instantes antes de pasar mi vista hacia los puestos de comida.— Ya decidiste.
Asiento, caminamos hacia una mesa cerca del puesto de comida, lo veo irse y alzo mi vista siguiéndolo con la mirada toco mis mejillas suspirando por el calor que aun siento en ellas.
— Controlate Isabel…—. Murmuró echándome aire con las manos.
Se puede sentir celos por ver cómo una trabajadora de un McDonalds le coquetea en mis narices a mi amor platónico, ¿se puede? ¿claro que sí?, cuando estoy apunto de pararme él voltea su vista hacia mí sonrientemente con arrogancia, me siento pensando en cuan estupida me veré al hacer eso cuando solo estamos casados por un contrato.
Apoyo mis codos sobre la mesa, dejó mi cabeza sostenida por mis manos, suspiró mirando solo el lugar vacío delante mío. Siento como mi celular vibra en el bolsillo del pantalón y lo agarró, veo la pantalla viendo un mensaje de Ian alarmada presiono el mensaje y veo una foto mía.
“¿Por qué estás tan sola?.”
Me congelo en mi asiento, ¡está aquí!, santo cielo con lo que pasó antes no creo que a Matthew le guste verlo cerca de aquí.
“¿Dónde estás?”.
Mi labio tiembla nervioso, tan rápido como envió el mensaje él contesta.
“Gira un poco tu rostro hermosa”.
Vaciló un poco pero aún así alzo mi rostro girándolo, el susto que me recorre al verlo a centímetros de mi rostro es demasiado grande, mi labio vuelve a temblar por los nervios y su sonrisa se expande.
— Hola chocolate con chispitas, quería hablar contigo y que casualidad que te encontré aquí —. Asiento nerviosa, volteo hacia dónde Matthew está y por algún motivo estoy calmada al ver que él no está volteando hacia donde estoy sentada.
Dejó el nerviosismo a un lado y habló,— De que tienes que hablar —. Su presencia no es de mis favoritas, él me mira y sonríe como siempre lo hace.
— No hay un besito o un abrazo de esos que me encantan —. Niego.— Bueno, solo quería decirte que quiero que seamos amigos—.
— Y crees que yo quiero ser tu amiga —. Alzó una ceja, me cruzo de brazos mirándolo mal, no quisiera ser amiga de alguien como él nunca; no quiero más toxicidad.
— Vamos caramelo de limón —.
— No, Ian mejor vete y déjame en paz —.
— Chocolatito…—.
— Ya te había dejado entendido que te alejaras de mi mujer —. Mi corazón da un vuelco, su sola voz, su sola presencia es suficiente para hacer que los dragones en mi estómago comiencen su vuelo.
Miro a Matthew y sonrió al ver lo inusual que es verlo con una bandeja de comida rápida en mano, la intensa mirada con la que Matthew mira a Ian eriza mis bellos. Carraspeo interrumpiendo su lucha de miradas y sonrió nerviosa cuando los dos pares de ojos me miran con atención.
— Mmm… — Rasco mi brazo nerviosa, en esta situación ¿qué se puede decir? haber Isabel piensa… Ian puedes irte, ¡no!, mis ojos van a la comida y algo con más texto se me ocurre.— Ian, Matthew y yo vinimos juntos, y estás arruinando nuestra salida. ¿Te puedes ir? —.
Matthew me mira con una cara de pocos amigos, y Ian me mira por un momento para luego mirar a Matthew, ¡santo cielo! me voy a morir. — Te vas o mando a que alguien se haga cargo de ti —. El tono frío con el que habla Matthew hace que la sangre me hiele, lo incómodo que es este momento es demasiado palpable.
Agarro mi celular volviendo a guardarlo en uno de mis bolsillos, me paro de mi lugar notando que de tanto estarse matando con la mirada, agarró la bandeja de las manos de Matthew y camino alejándome sin más, quiero comer y nadie me impedirá comer ni aunque se estén matando con sus malditos ojos, ¡porque tanto odio!.
Me siento en una mesa diferente un poco alejada de esos dos, lamo mis labios al ver esa hamburguesa llamándome, las hamburguesas en mcdonalds aunque no son demasiada cosa con el hambre que tengo es lo mejor del mundo para mí.
Levanto mi vista quitando mi absoluta atención a mi hamburguesas para ver a Matthew con los brazos cruzados sentado frente a mí.
— ¿Por qué hablas con él?—. Con la hamburguesa en mi boca lo miro, le doy una mordida a mi hamburguesa, el hambre hace que lo más mínimo sepa a delicia, dejó a un lado mi hambre por mirarlo al sentir pesar su mirada en mi.— Contéstame —.
Miró su ceño fruncido, la ilusión se estanca en mi mente él está celoso. Es algo que solamente yo me imaginaria y de lo cual tomaría para ilusionarme.
— Estas ¿celoso? —. Cierro mi boca tan rápido como las palabras salen de esta.
Niega, su risa sale seca martillando en mi pobre corazón,— Sí ajá, cómo estar celoso por ese patán. De qué estabas hablando con él —.
Puede que no esté celoso pero sí enojado, tragó duramente la saliva que ya tenía atorada en mi garganta, mis manos sudan y siento como mi labio tiembla por nerviosismo.
— Bueno…mmm…—. Lo miro a los ojos.— é-e-el q-quiere ser mi amigo y…
— No —. Dice callandome, bajo mi rostro mirando solo mi regazo. Cierro mis ojos por ser tan torpe como para tartamudear enfrente de él.— No tienes mi permiso para ser su amiga ni nada de él.
Mi garganta se seca, lo miro nuevamente notando su cabello desalineado indicando que acaba de pasar sus manos por él.
— Pero…—. Me calla metiendo una papita a mi boca, lo miro antes de quitar la papa de mi boca y entrecierro mis ojos.— Estás celoso, y no digas que no.
— Como si estuvieras linda como para preocuparme de que alguien se fije por ti —. Mi corazón se estruja por sus palabras, el silencio incómodo que se instala en el aire cala en mi sistema, ¿por qué tiene que lastimarme con sus comentarios?.
Sigo comiendo tragándome el nudo en mi garganta.
El nudo que siento en mi estómago es doloroso después de que sus palabras se repiten en mi mente.
Es tan doloroso escuchar eso de sus labios. Deje que viera mi cuerpo aun con mis inseguridades y eso fue lo que vio de mi, no estoy bonita, Matthew no se siente atraído por mí.
Solo soy un contrato.
Me recuerdo para tratar de no salir más dañada.
— Isabel, hey Isabel —. Su voz me saca de mi triste trance, alzo mi rostro para mirarlo y abro un poco mis ojos por la cercanía, sus manos atrapan mis mejillas en un gesto tierno ganándose nuevamente mi corazón.— Hace rato…
Cierro mis ojos, tragó el duro nudo en mi garganta y abro nuevamente mis ojos.
Lo callo hablando con rapidez,— No te preocupes, —. El gesto de molestia por haberlo interrumpido es notable en su rostro pero aún así lo deja pasar.— será mejor comprar rápido ese regalo antes de que se nos haga mas tarde —.
Me alejo de sus tersas manos y armó una distancia razonable donde se mi corazón estará fuera de un paro cardíaco, sus ojos me miran y un brillo de desilusión pasa por ellos. Miro hacia otro lugar tratando de recurrir a algo para deshacer este incómodo entorno, y este indeseable recuerdo de mi memoria.
— Oh, allá hay algo que le podría gustar a tu padre —. Me alegro huyendo como la gallina que soy, y trato de no mirar atrás.
Después de un largo día camino con una sonrisa por el estacionamiento, tratar de evitar a Matthew es algo realmente difícil, mi corazón presiona contra mi pecho cada vez que vi como su mirada estaba justo en mi mientras me hacía la loca mirando cosas al azar y opinando cualquier cosa de ellas cuando quería hablar sobre lo que pasó.
Veo de reojo a Matthew, y luego bajo mi vista hacia mis manos, abre el carro y tan rápido como lo hace entró. Tarda en entrar algo que me impacienta, se me olvido decir que no tengo paciencia en nada, bueno está más que claro mi punto.
Lo veo entrar y dirijo mi vista hacia la ventana mirando hacia otro lugar que no sea él, mi corazón late cuando escucho su puerta cerrarse, la distancia entre nosotros es tampoco que hasta puedo oler su perfume.
— Ahora no vas a escapar de mí —. Sus palabras me dejaron congelada en mi lugar, sus brazos agarraron mis hombros obligándome a mirarlo, tragó duramente la saliva que tenía atascada en mi garganta cuando veo tan de cerca sus ojos.— Déjame…—.
De tan solo recordar esas palabras se instala en mí un mal sabor de boca, — No, no, no, no digas más Matthew deja ese tema atrás —.
Siento la presión que ejercen sus labios sobre los míos, y caigo rendida ante él, mi corazón se estremece palpitando duramente contra mi pecho, siento esa llamada de aire en mi sistema y mis manos me separan de él, sus ojos bajan a mis manos las cuales tocan su pecho alejandolo.
Bajo mi vista, esto siempre será así no sé que pude haber pensado yo no soy como alguna de las otras chicas con las que él sale, ellas no tienen imperfecciones en su cuerpo todas son perfectas.
Siento como mis mejillas se humedecen, recuerdo las palabras de mi padre provocando que de nuevo un nudo se forme en mi garganta “eres inservible, solo eres un parásito niña estupida”.
Cierro mis ojos moviendo mi rostro hacia otro lado, no quiero que él me mire de esta forma.
— Isabel…—.
Siento su agarre en mi brazo, me voltea con fuerza estrellándome en su pecho, sus brazos me cubren abrazándome el calor que transmite se vuelve reconfortante.
— Ya, ya. Todo estará bien —. Siento su aliento sobre mi cuello.— ¿Qué sucede?—. Regresa a su lugar, me mira y sonríe con sinceridad. Sonrió, exhalo e inhalo calmando mis ganas de llorar.
— M-m-mi…—. Cubro mi rostro con mis manos, quiero decirlo pero mis palabras no salen.
— Tranquila —. Agarra mi mano y la aprieta lentamente, nuestros ojos se encuentran cierro mis ojos por un momento, separo mi mano de la de él y volteo mi rostro mirando hacia la ventana, me abrazo a mi misma y trato de no cerrar los ojos para que esos horribles recuerdos no vengan a mi mente.
— No es nada…—. Murmuró, tiemblo en mi lugar y suspiro tratando de que ese mal presentimiento desaparezca, tratando de olvidar lo horrible que es mi padre.