Con una caja enorme y la promesa de una cita esa misma noche, Hunter llevó a Agnes a su apartamento. Cada uno se encerró en su habitación para que el otro no viera su ropa elegante hasta no tenerla puesta. Lo que Hunter más quería era complacerla en lo que sus capacidades le permitieran, para que así Agnes descubriera que él no era el mismo hombre que odió cuando se conocieron. Ese Hunter que la esperaba en el sillón del recibidor, nunca antes le regaló un vestido tan costoso a una mujer, ni tenía en el bolsillo de su saco Armani una caja con dos aretes de diamantes para que combinaran con su vestido. El Hunter que ella vería cuando saliese, era el hombre del que se enamoraría. —Señor Ludwig, reciba a la mujer más sexi que ha tenido en su cama —dijo Agnes abriendo la puerta y dejando a Hu