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Enrique traumatizado por ver tanta sangre de ese joven, se retira de ese lugar y toma nuevamente su camino. Enrique durante horas sin descansar camino y camino sin cesar hasta que llego a un pequeño restaurante, en ese lugar intento ver la hora, pero de inmediato se acordó que el reloj y un pequeño celular que le había regalado su primo en el mes que estuvo trabajando. Se le quedo en su casa. En ese instante, Enrique le dice a un desconocido que viene hacia el restaurante: — Señor perdone, ¿qué horas tiene? — Son las 5:00 pm. — Gracias. De inmediato, Enrique compro una gaseosa y dos panes para irse los comiendo por el camino. Enrique disfruta de esta fría y dulce bebida y de lo suave que estaba el pan. Cuando ve a un señor de alrededor de unos cuarenta años de edad, que se encontrab