Tenía clara la idea de que esto habría comenzado mal, aquel presentimiento dentro del pecho, una corazonada. Pero en realidad estaba más interesada por recobrar la amistad que tenía con él, que todas las cosas negativas que pudieran venir después—honestamente—confiaba en que las cosas después de un mal trago, podrían comenzar a saber mejor.
Pero quizá, sólo era una forma de engañarme a mí misma, intentando creer que con ello las cosas podrían mejorar. A simple vista, todo esto parecía ser el desastre en la más pura presentación.
Alana hablaba por teléfono, mencionando algo sobre un nuevo trabajo, no le preste la suficiente atención, solo podía ver como paseaba por la habitación, con un toque de mal genio.
—¿Entonces? —, Indagó Francis, alargando en tono cantarín—. ¿Obtuviste algo?
—Tiempo—, confesé en tono bajo, por la llamada de Alana—. Supongo que, en ese tiempo, podré demostrar que soy importante para él.
—Está desesperada—, Arrugó la nariz—. Sí, huele a desesperación.
Rodé los ojos. En realidad, si aquello tuviera un aroma estaría segura que si sería lo que impregnaría la habitación, como si un zorrillo hubiera atacado.
—¿De que hablan? —, Alana se sentó a mí lado—. ¿Y por qué huele a desesperación?
Fruncí las cejas con un aroma impregnándose en mis fosas nasales, dudosa miré por toda la habitación.
—En realidad, huele a quemado—. Puntualicé.
Francis arrugó la nariz un poco para levantarse velozmente soltando un insulto entre dientes, Sonreí divertida jugando con mis manos.
No dudaba que creyeran que era una ilusa, que perdía el tiempo. Quizá lo era.
Supongo que en la vida te cruzas con malas anécdotas. Mal augurio.
—¿Vamos por un café? El mío se me quemo—, Chisto entre dientes Francis—. ¿Sí?
—En realidad... Tengo que ir al establo de Shawn—. Confesé bajamente.
Francis y Alana compartieron una mirada llena de incertidumbre, fue ella quien se animó a hablar, mostrando aquel desconcierto en sus ojos.
—¿Por qué...?
—Me enseñará sobre música y la tranquilidad de su vida, para una pintura—, Dije velozmente—. ¿No es genial?
—Lo sería. Si estuvieras convencida de lo que estás diciendo—. Señaló Francis—. Suéltalo, Blake.
—¿Soltar qué? —, Reí nerviosa—. No sé de qué es lo que están hablando.
Claro que lo sabía. Aún no podía creer la cantidad que Shawn había dicho para poder estar conmigo 30 días explicándome sobre un tema. Quizá debí pedirle algo más, puesto que la música era algo que ya comprendía.
—Tu ya sabes música—. Acuso Alana—. Además, ¿Cuánto te cobrará?
Dicha pregunta me resultó irreal, el hecho de decir la verdad en voz alta, me iba bien actualmente en España, eso me lo habría mostrado Alana. Pero estaba segura que no me sobraban diez mil dólares, por lo cual, sonaba a una locura.
Y sabía que era una locura, pero no quería aceptarlo, porque de ser así las cosas se me vendrían directamente al rostro de manera completamente espontanea.
—Diez...—, alargue entre dientes.
—¿¡dólares!?—, exclamaron a par.
—¿Estás segura que es una buena idea? —, preguntó con un suspiro Alana—. A mí no me agrada la idea.
—No sé qué otra cosa hacer.
—Sí quiera sabes nada de nadie, empieza por ahí—. Ella rodó los ojos—. Creo que ninguno de nosotros es, por mucho que quieras Blake, las personas que conocías.
—A mí si quiera me conoce—. Se mofó Francis.
—Pero…
—¡Exacto! Las cosas cambiaron, Blake—, Siguió Alana—. Lamento de verdad lo que te paso, pero no puedes cambiarlo, tienes que recuperar el ritmo de tu nueva vida.
—Y ustedes son geniales, de verdad—. Les dije, pasados unos segundos—, pero aún no puedo hacerme a la idea, que la persona que conocía, en realidad no lo haga.
—Tienes que dejarlo ir, Blake—, mencionó con comprensión Alana—. Si la vida te concedió ese deseo, fue por algo.
—¿Cómo podría dejarlo ir? —, Chillé con tono bajo—. Es mi mejor amigo.
—No—. Me dijo con pena Francis, sobando mi hombro—. Es una persona que creías conocer, pero no lo haces más. Esa persona, no es nada de ti, te guste, o no.
Y sabía que estaban en lo correcto, pero no quería hacerme a la idea, o simplemente aceptar, que todo en realidad habría podido cambiar de un día para otro, que cada una de las cosas que conocí, no lo hiciera más. Estaba agobiada ante ello—ante todo en general—con la incertidumbre sí… Un día, con un poco de suerte, podría cambiar por un solo segundo lo que era, lo que creía.
—Prometo, que sólo intentaré este mes—. Mencioné con cautela—. Sólo haré lo que este en mis manos, este mes. Si no es así…
—¿Lo dejarás ir? —, preguntó Alana—. No es sano, Blake…
—Estás comprando un amigo—. Acuso Francis con receló—, ¿Diez mil dólares? Es un oportunista.
—Interesado—, Señaló Alana—. ¿Le pagaras? No seas tonta.
—No soy tonta—, me defendí—. La amistad no tiene precio.
—Pero no son amigos—. me recordó Alana con desdén—. Deberías de recordar eso.
Y lo recordaba, pero creo que era más la fuerza con la cual intentaba cerrar los ojos con fuerza y fingir que cada una de las cosas que pasaban en mi entorno, no estaban sucediendo, supongo, que esperaba que algo cambiara mágicamente—de nuevo—pero, la vida no concede dos veces el mismo deseo, ¿No?
Los miré a ambos con una pequeña mueca marcada en mis labios, para levantarme, tomando mis cosas con un poco de cólera.
—No puedes enojarte con nosotros por decirte la verdad, Blake—. Se defendió Francis—. Queremos lo mejor para ti. Nosotros si somos tus amigos.
—Y no lo pongo en duda—, les confesé—. Sólo… quiero saber que hice algo para poder enmendarlo, aunque… No cambie nada, no quiero saber, si habría podido cambiarlo y… No lo hice.
—Estaremos aquí—. Prometió Alana.
Le di una sonrisa pequeña, para terminar de tomar mis cosas, para salir de la casa que habríamos rentado los tres. Caminé a la bicicleta para comenzar a andar, con la mente envuelta en cientos de pensamientos que parecían quererme confundir, más que acomodar las ideas en mi cabeza.
Estaba decidida.
Estaba decidida a recuperar mi amistad con Shawn, cómo diera lugar.
Además, las cosas podrían resultar mucho mejor de lo que creía… Es decir, Shawn habría dicho que tendríamos un par de días para poder explorar el pueblo, sugerí que fuera en bicicleta. Cómo solíamos hacerlo nosotros.
Habría cruzado por mi cabeza la idea de comenzar a hacer cada una de las cosas que habríamos hecho antes. Parecía una buena idea. ¿No es así?
Ayer, cuando nos encontrábamos en la cafetería, y mencione dicha palabra, pude notar cómo pareció que algo cruzo por su cabeza con una velocidad impresionante, cómo si algo hubiera renacido dentro de él, una idea fugaz. Si el destino habría dejado un par de huecos, tomaría la oportunidad para ser yo quien los rellenara.
Quizá era un espacio blanco en aquel contrato del destino y lo que fue alguna vez podría sentirse de nuevo, ¿No?
Llegué al lugar para ver a Shawn con un poco de ropa más formal. Me pareció extraño, porque jamás lo veía con ese tipo de ropa, de hecho, todo lo contrario, siempre creí que le desagradaba utilizar ropa formal.
Era del tipo de personas que adoraba usar pantalones de mezclilla y esas botas que nadie podía ser capaz de quitarle. Eran su distintivo.
Ahí recaía al mismo pensamiento que hace un rato, no eran los mismos recuerdos—quizá ni siquiera la misma persona—él estaba ahí, pero la ropa, la personalidad, todo, era cómo si se tratará de alguien más.
—Hola—, le saludé. El asintió en modo de saludo, rodé los ojos—. ¿Estás listo?
—Sí. Será un día… Interesante—. Mencionó con tono tenue—. Pensé que tardarías un poco más en llegar—. Expresó guardando su celular en el bolsillo—. ¿Lista?
—Sí. Y hoy fui puntual—. Celebré, bajando de la bicicleta—. ¿Cómo estás?
Él pareció meditar las palabras. Me pregunté, quizá no debíamos de tener una cercanía marcada—recién nos conocíamos—pero, estaba siendo demasiado lejano, cómo si no quisiera aceptar cualquier tipo de vínculo conmigo.
—Bien. Vamos—, Hizo un ademán con la cabeza, subiendo a su bicicleta—. Será algo superficial, ¿No? Has dicho que eres de aquí. Supongo que conoces el pueblo.
Comenzó a andar, fruncí las cejas ligeramente. Bien, comenzaba a cansarme de la situación. Sabía que estaba forzando la situación, Cómo la amistad, pero, ¿No era demasiado grosero? Es decir, al final de cuentas, esto era un “trabajo”, dudaba que fuera algo normal que se pusiera actuar de este modo. Asentí.
—Vamos—. Expresó.
—Sí, un poco…—, alargué subiendo a la bicicleta—. ¿Por qué vienes tan formal?
—Trabajo, Blake—, murmuró en un suspiro—. Ayer… ¿Kismet? ¿De dónde sacaste eso?
Me sacó de mi zona. Le miré con un poco de confusión, notando que ayer con dicha palabra causé una sacudida en su interior, tomé un poco más de aire, para intentar alcanzarlo. Es decir, me sacudió mis ideas, era extraño, podía ser que aún encajáramos, es decir, se sentía de ese modo, aun la cercanía, pero él hacía todo lo que estuviera en sus manos para que no fuera así, cómo si se viera obligado a estar conmigo.
¿Podía ser que él lo sintiera de ese modo?
Comenzamos a andar, mientras pensaba en aquello de las palabras que podría decirle, no sabía que hacer, ¿Cómo podía decirlo que lo escuché hace años en una serie que vimos juntos? Una que, estoy segura que no habría escuchado sin mí, ya que tuve que convencerlo que la viera conmigo porque no le llamaba la atención, en lo más mínimo.
—Yo…—, titubeé, mirando hacía el frente, rezagada en mis pensamientos—. Sólo es una palabra que escuché alguna vez, ¿Tú la conoces?
Shawn soltó un suspiro, deteniendo un poco su andar, le imité, me miró con un poco de pena, parecía que había demasiadas cosas que pasaban por su cabeza, pero ¿Qué era?
—Es sólo que… Me resultas conocida y eso, es algo que no me da buena señal, Blake—. Sentenció con toque de confusión—. Es decir… Cómo si ya te conociera, pero no lo hago.
Sentí un poco de esperanza, esas palabras fueron lo único que necesite para sonreír con tranquilidad, aquellas palabras me dieron seguridad, quizá aquel deseo no habría hecho estragos por completo, ¿Un deja vú?
—Quizá, sólo estuve aquí, cerca. Antes de todo—. Encogí mis hombros, para continuar mi andar—. Quizá, sólo somos recuerdos de otra vida—. Murmuré—. Pero tranquilo, si esperas que sea una asesina serial, lo puedes descartar.
Soltó una risa burlesca, para alcanzarme el a mí esta vez.
—No es eso lo que paso por mi cabeza para ser sincero—. Resopló para soltar una risa burlesca—. Así que… Pintora, ¿Has pintado siempre?
No pude evitar sonreír. Quizá de a poco en poco podría recuperar la confianza que él me tenía, quizá después de todo, las cosas podrían mejorar para ambos y todo lo que creí que se habría perdido para siempre, no lo estaba del todo, tenía esa esperanza, que las cosas sucedieran mejor, de algún modo, que el sintiera que me conocía me daba una buena señal, un poco de esperanza.
—Pues… Siempre me llamó la atención—. Confesé deteniéndome en el mismo momento que él—. Mis padres no apoyaban la idea, decían que, en un pueblo pequeño, vivir del arte no me llevaría a ningún lugar.
—Es una pena. Cuando no te apoyan las personas que quieres.
—En realidad, sí. Pero siempre tuve cerca a personas que me enseñaron sobre lo que es una amistad. El cómo podía perseguir mis sueños—, Sonreí pensando, recordando las veces que Shawn me animó a seguir con ello—. Tenía un amigo… Qué día con día me decía que podría llegar lejos y que siempre estaría ahí para mí.
—Suena a una gran amistad—. Señalo.
—Lo era. Éramos todo, quizá los días buenos eran increíbles, pero lo malo… Eso siempre lo aprendía a sobrellevar—. Miré hacía el cielo—. Su amistad, trajo increíbles colores a mi vida.
—Y sí era tan buena amistad… ¿Por qué hablas de ella en pasado? —. Preguntó a lo que regresé, le miré por unos segundos—. ¿Qué paso con él?
—Quizá lo di por hecho. Creí que siempre estaría ahí, pero algo cambio—, musité con tristeza—. Simplemente, un día desperté y ya no estaba, no me recordaba.
—Puede que lo mires así por el cariño, pero dudo que no te recuerde—. Me animó—. Las personas no olvidan a otras, ¿Sabes?
Le di una sonrisa sin gracia, para mirar por completo hacía él. Claro que sonaba a una exageración, pero, ¿Cómo podría decirle que de dicha amistad de la cuál hablaba era de él? ¿Qué un día simplemente desperté y el ya no estaba? Y que posiblemente, no lo estaría jamás.
—Puede ser… En fin—, alargué en un resoplido—. Adoraba pintar, adoró hacerlo. Quizá es aquello mi sueño, y los sueños se persiguen a toda costa, o eso creía… Ahora quisiera regresar el tiempo, y no perderle a él.
—¿Esa cursilería? Blake, de amor, no se vive—. Reprochó—. Que bueno, que las cosas te salieran bien, y sí él no se alegraba del triunfo que tenías, en realidad, no era tu amigo—. Posó mi mano en mi hombro—. Los amigos, están, en las buenas y en las malas. Y te quieren ver siempre mejor.
Me parecía irónico, porque me resultaba familiar a aquella charla que tuvimos en el bar, pero con un punto de vista completamente diferente a lo que él tenía.
—Sí, pero sin él, ¿De que me sirven los sueños? ¿Si no tengo a quien contárselos? A quien decirle que allá afuera… El mundo es increíble.
—Sí. Hay un mundo allí afuera, y, ¿Necesitaste a una persona que te dijera que esto es real? ¿La vida? Sólo necesitaste de ti.
—No te sorprendas—, le dije, dando un paso hacía el frente—. A veces la vida tiene acciones extraordinarias, que te harían dudar sobre que es real y que no.
Ahí caí en cuenta, miré a mi alrededor, este lugar era sagrado para Shawn, sabía de él, pero acudía muy pocas veces porque sabía lo que le importaba porque él me lo dijo, pero era su lugar sagrado.
Tenía un par de dudas sobre el Shawn que tenía enfrente, aquella persona que me daba una melodía en el oído y me decía lo que quería escuchar, y él, quien me decía lo que debía de saber.
Quizá no lo sabía.
Siempre dije que no habría alguien que necesitara para sentir que podría luchar por mis sueños, ahora dudaba de esa realidad, podía ser que todas las ideas que tuve alguna vez ni siquiera existieran, solo fueran fragmentos.
—¿Por qué me has traído aquí? —, pregunté pasando mis manos por la corteza de los árboles—, ¿Sucede algo?
Era el lugar de Shawn, cuando las cosas salían mal y el necesitaba de un lugar en el cual detenerse, siempre venía hacia acá.
—Porque necesitaba pensar.
—¿Sobre qué?
—¿Crees en el destino? —, preguntó confuso, le miré intrigada.
Si fuera honesta, ahora lo hacía mucho más que nunca. Aquel deseo, el cómo todo cambio de manera repentina. Creí que mi destino era Shawn, el estar con él, pero, si las dudas habrían llegado a mí, si habría comenzado a escapar de él, ¿Era él mi destino?
O por misma razón, de aquel paso que no habría aceptado a dar yo, habría sido, que, en aquel evento tan curioso, la vida me cumplió el deseo sin siquiera dudarlo.
—¿Por qué lo preguntas? —, pregunté girando hacia él—, ¿Qué ha hecho el destino por ti?
—Incrustar dudas.
Fruncí las cejas demasiado confundidas para decir poco, no entendía porque lo decía, ¿Por qué parecía que de un segundo a otro algo habría sido cambiado dentro de él?
—¿Sobre...?
Estaba por responderme cuando una mueca llena de dudas se incrustó en su rostro, me hizo una señal y salió de mi campo de visión.
No quería verlo de ese modo, pero...
Podía dejar de pensar en la idea de cruzar de nuevo como lo hicimos anteriormente. ¿Podría ser un bucle? ¿Un agujero de gusano? acaso no era demasiado extraño creer que todo lo que habría creído antes no existía.
Shawn era una persona que jamás supo sentir, siempre lo hacía de manera desmedida, ambos teníamos miedos.
Él tenía miedo a la soledad, yo a la cercanía... A que, con dicha cercanía el daño que podría ocasionar hacia esa persona fuera irrepetible.
—¿Te has enamorado Blake? —, preguntó borde, Le miré—, ¿Lo has hecho?
—Amor, amor... Supongo que sí, pero fue un amor no correspondido.
Y lo que no le dije, es que esa falta de compromiso, de ser correspondido habría sido de parte mía, supongo que. Él era demasiado para mí.
Los ojos de Shawn se incrustaron en su celular por un par de segundos con una mueca, quizá habría sido sencillo habría un paso hacia atrás, pero no lo hice. Quizá habría sido que, cuando menos lo esperaba, el caos habría llegado.
—¿Cuándo te iras? —, preguntó.
—¿Qué?
—¿Cuándo te iras del pueblo Blake? —, murmuró—, Recuerdo que tenías ganas de comerte al mundo, ¿Por qué atarte a un pequeño pueblo?
No supe que responderle—no de inmediato—siempre habría deseado huir de este pequeño pueblo, pero ahora, no estaba tan segura que ese era mi deseo, sino de escapar de mi realidad.
—Cuando lo entiendes... Te das cuenta que no es así—, le confesé—. Estar aquí no me estaba atando a un pueblo, me estaba atando a mis miedos.
Quizá, por alguna razón se que podría hacer que tú y yo conectásemos otra vez, pero… ¿Valdría la pena? Se que tu color favorito es el n***o, que tienes lunares debajo de la espalda y un corte en el abdomen, no muy profundo.
Se que te da miedo la soledad, las carreteras… Pero quizá, no sé nada aún.
Si es que vale la pena correr, ¿Lo harías conmigo?
—Trueno.