Cap 13 Dos opciones

1147 Words
Aníbal subió a su auto y condujo hasta la empresa, al llegar entró e ignoro a todos a su alrededor, algunos se detenían a saludarlo, otros con miedo se alejaban mientras caminaba, llegó a la presidencia, la secretaria se levantó rápidamente acomodando su vestido corto y peinando su cabello, avanzó hacia Aníbal coqueta. “Presidente, el señor Mario lo espera”. Aníbal sonrió y pasó por alto a la mujer hasta entrar a la oficina. Mario estaba revisando unos archivos, al ver a Aníbal se levantó del asiento rápidamente. “¡¿Qué rayos está pasando Aníbal?! El producto nuevo tiene muchas inconsistencias y la gente se está quejando mucho, estamos perdiendo miles”. Aníbal ignoró al hombre y caminó hasta el bar, el altanero tomó un trago de whisky mirándolo. Mario entrecerró los ojos. “¿Qué pasa contigo y Katty?”. Aníbal volvió a servirse un trago y jugó con el vaso dándole movimientos en círculos. Aníbal levantó la mirada hacia Mario. “El producto tiene arreglo… y sobre Katherine… Me canse de ella”. Mario apretó los dientes. “¿Qué dijiste?”. Aníbal se quitó el saco dejándolo en el sillón. “Katherine… es solo una pieza para llegar aquí”. Mario frunció el ceño. Aníbal lo miró detenidamente. “Disfruté mucho tenerla en mi cama y ser el primero… pero eso ya pasó”. Mario se lanzó hacia Aníbal dándole un puñetazo. “¡Maldito!”. Aníbal lo aventó lejos y se limpió las comisuras de su boca sonriendo. “Deberías de contenerte ante tu única salida al problema de la empresa”. Mario no entendía. “¿Qué dices?”. Se alejó de Aníbal. Aníbal caminó hasta el escritorio y sacó una carpeta de un cajón con llave. La dejó caer en el escritorio. “Lee por ti mismo”. Mario tomó la carpeta leyendo la información, no podía creerlo. “Tu… hiciste todo esto”. Aníbal afirmó jugando con su bolígrafo. “Si. El problema del producto puede arreglarse, pero falta una pieza muy importante y esa pieza solo te la puede vender mi compañía”. Aníbal se burló. “Y el costo de esa pieza es muy elevado, dado que es única…” El teléfono de Mario sonó, era Gonzalo estaba furioso. “¿Qué dices?”. “Hay más de 10 demandas por millones de empresas que adquirieron el producto para sus oficinas, las noticias financieras han colapsado perjudicando las acciones ¿¡Que rayos está pasando Mario?!”. Gonzalo se apretó el hombro con dolor. “Hay tres demandas de antiguos empleados, tienes pruebas de que la empresa les robó sus creaciones”. “Voy a arreglarlo”. Colgó para no seguir escuchando a Gonzalo. Mario apretó los puños. “¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres?”. Aníbal dio una media sonrisa. “Recuerdas aquel niño de hace años”. Mario maldijo, sus sospechas eran ciertas. A lo largo de los años, Mario robó varios productos o creaciones, entre celulares de alta gama, así como sistemas que le dieron millones a la empresa. “Tienes dos opciones”. Aníbal le explicó a Mario. La primera es declarar ser culpable de los plagios y salvar la compañía…. La segunda es…” Él sonrió. “Salvar a tu querida sobrina de mi”. Mario se quedó ido, una era la compañía la otra era Katty. Aníbal se levantó tomando su saco. “No te imaginas todo lo que puedo hacerla sufrir… Te daré un día para que pienses que es lo más importante para ti…” Salió de la oficina. Condujo hasta la mansión de la familia Alcántara, al bajar del coche observó alrededor, esto debería ser suyo. Entró a la casa, Ofelia salió rápidamente a atenderlo. “¿Aníbal? ¿Qué sorpresa?”. Coqueta se acercó a él, Aníbal solo la miró con diferencia. “Vengo a ver a… Gonzalo”. Ofelia sonrió tomándolo del brazo y acercándose a su cuerpo. “Claro, claro, está en su despacho desde temprano, ha estado muy molesto y no sé porque, deberías persuadirlo”. Aníbal quito la mano de la mujer. “Lo haré”. Ella se quedó admirando al hombre, le gustaba desde que lo conoció. Aníbal tocó a la puerta y entró al escuchar a Gonzalo. “Pasa”. Aníbal camino hasta el escritorio donde Gonzalo veía las noticias en su computadora, al ver a Aníbal se levantó. “Me quieres explicar qué pasa contigo y Katty y porque el producto tiene problemas?”. “Sobre tu hija, ella solo es una herramienta para mí, que desecharé cuando quiera, con el producto... Yo lo sabotee”. Le dijo sin pena. Gonzalo observó al hombre. “¿Por qué?”. Aníbal caminó más cerca y analizaba al hombre que tenía enfrente. Le entregó una carpeta donde venía toda la información de las demandas y de Mario. Gonzalo no podía creerlo. “Mario me dijo que hizo trato con ellos para que nos entregaran los derechos, les dio mucho dinero…” Aníbal negó. “Mario arregló todo para que ellos firmaran y se fueran sin un centavo, el dinero del que hablas está en las cuentas de Mario y… Katherine”. Gonzalo revisó los datos bancarios, efectivamente Katherine tenía varias cuentas de millones y era la albacea de toda la fortuna de Mario. “¡No puede ser!”. Aníbal le insinuó. “Ama tanto a tu hija como para dejarle todo su dinero… ¿No crees que es extraño?”. Gonzalo negaba con la cabeza, él tenía sospechas de ese amor que Mario le tenía a Katherine, pero pensaba que eran tonterías. “Te lo explicaré… El producto necesita una pieza importante, pero solo mi compañía la vende y el costo… es muy…alto, además de que no se si quiero hacer más negocios con ustedes, tendría que pensarlo…” Gonzalo no comprendía. “¿Por qué haces esto?”. “Venganza”. Mencionó Aníbal. “¿Venganza? ¿Por qué?”. Aníbal erguido miro al hombre viejo. “Recuerdas a Leticia… La mujer a la que le juraste amar toda la vida”. Gonzalo se sobresaltó, no había escuchado ese nombre en años. “Tu”. Aníbal siguió. “La mujer a la que le prometiste casarse y hacerla feliz, la mujer que murió en una cama de hospital sufriendo y mirando en la televisión tu feliz matrimonio con otra”. Gonzalo se agarró del escritorio, aquel día cuando Aníbal mencionó a la mujer que amaba, solo pudo recordar a una persona… esa era Leticia. Aníbal se lo dijo al fin…” Soy hijo de Leticia Márquez”.
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