Es adictiva

1431 Words
—por fin sales, ya me estaba preocupando, pensé que te habían robado por el retrete o ir a buscar a los de seguridad para que entrarán a buscarte. Sin poder evitar reír Andreina le contesta. —Siempre es así de exagerado. No para nada, solo que, estaba reflexionando si debía salir. —Bueno, igual pensaba esperarte hasta que salieras, afán no tengo, aquí te esperaría toda la noche de ser necesario, te lo prometí ¿Recuerdas? —dijo Santiago mientras se separa de la pared donde estuvo esperando que la chica saliera del baño. —¿En serio? La verdad no esperaba que me esperara. — Quieres que vamos a bailar o traigo un par de copas y seguimos dialogando aquí en el pasillo del baño. —Está bien, ya que me esperaste tanto, entonces vamos a bailar. No puedo negar me sentí muy bien con él, bailamos y bebimos un par de copas. —¿Usted toma poco?—preguntó Andreina, qué esperaba que su acompañante se emborrachara, para poder ir a su cuarto. —Por lo general tomó mucho más, pero quiero estar sobrio, temo que si bebo de más, huyas de mi y no pueda disfrutar de tu compañía. Espero no te moleste lo que te voy a decir, pero quiero pasar la noche contigo. —Lo siento, creo que has perdido tu tiempo, pero mi plan no es acostarme con nadie, solo quiero pasarla bien con mis amigas. —Pero según veo, creo que acaba de dañarse tu plan, porque tus amigas ya se van. Volteo a mirar hacia la entrada del salón y las veo saliendo en compañía de dos chicos, las muy mugrosas únicamente se despidieron Nicolle iba con algún hombre que conoció esa noche, Melanie iba con el hermano de Nicolle. —Bien por ellas, no hay ningún problema, tenemos entradas separadas, Bueno mejor me iré a mi cuarto. —Espera, está bien, olvida mi propuesta, prometo no tocarte si no quieres, podemos charlar toda la noche, pero por favor quédate conmigo—dijo Santiago, que rompiendo su protocolo le insistió a Andreina que se quedara con él, en su interior pensaba Y desde cuando yo le insisto a una mujer, no acostumbro a rogarle a alguien por compañía, pero esta mujer tiene algo especial, me vuelve loco. Hasta que por fin la chica le dio una respuesta. — Esta bien, acepto. Salimos del salón y nos sentamos en una de las bancas de la cubierta hablamos de muchas cosas, yo le conté mi vida y él de la suya. —¿Y tienes novio?—preguntó Santiago, si era soltera tendría la oportunidad de hacer lo posible por conquistarla, quizá tener sexo la próxima vez que se vean. —¿Crees qué si tuviera estaría aquí? —Pues si supieras que más de la mitad de las personas que están aquí tiene pareja. —Pues que mal, pero creo que soy diferente a más del noventa y nueve por ciento de la gente que está aquí. —No tienes que decirlo, eso ya lo sé, se nota, eres diferente, eres especial. ¿Me regalas un beso? O mejor me lo robo. Valery: No. Y no creo que seas capaz de robártelo, así que no insistas. Cuando llego la media noche muchas parejas empezaron a desfilar por los pasillos, Estaba entretenida viendo las parejas salir de la mano, algunas se quitaban el antifaz otras no, cuando sentí unos labios suaves acercarse a los míos, pensé en rechazarlo y darle una cachetada, pero se sentía tan bien era un beso suave y provocador. Andreina se dejó llevar y Santiago disfruto el momento. Por fin siento sus labios y me siento camino al cielo, ella trata de alejarme, pero no se lo permito acarició su espalda suavemente y escucho un gemido que se escapa mientras ella busca la forma de escapar. —¿Por qué te alejas? —Esto no está bien, yo no debería estar aquí. —Ven, disculpame, no te vayas. Salió corriendo y al bajar las escaleras su vestido se enredó con una saliente, casi se cae pero la cola del vestido la sostuvo, trato de liberarse, pero impotente se sentó a llorar. Muy amablemente, Santiago se acercó para ofrecerle ayuda —Ven, dejame te ayudo. Cuánto por fin se liberó, intento huir como un ciervo herido, la tomé por la cintura y la atraje hasta mí. —Por favor no me dejes— le susurro al oído, haciendola estremecer. Ella bajó la mirada y dejó de luchar con su brazo. La llevé cargada, en la casi caída se le dañó una de sus sandalias. Fuimos hasta su cuarto y sus amigas estaban ocupadas, él ruido se escuchaba por todo el pasillo, así que decidí llevarla al mío. Cuando llegamos la bajé en el sofá y quite sus sandalias, se sentía incómoda, subió sus pies en el sofá y amarró sus rodillas con sus brazos. —Tranquila no te haré nada, que tu no quieras ¿deseas tomar algo? —No gracias. —Te molesta si me quito el antifaz. —Pero to no quiero quitarme el mió. —Tranquila, pero dime que te asusta, si llegara a suceder algo, sería solo cosa de esta noche, prometo no volver a molestarte. — Lo siento es que yo—dijo Andreina abrazando sus piernas con sus brazos, su voz es temblorosa. —Dime ¿qué te pone tan nerviosa? —Es que yo no he estado con un hombre y no quiero, siento miedo. A Santiago esas palabras le cayeron como cubos de hielo en una noche fría, nunca había tenido cerca una mujer virgen, la que más se acercó, le pidió millones por entregarme su pureza. —¿Y quieres estar conmigo? ¿Te gustó aunque sea un poquito?—dijo Santiago, quitándose el antifaz, dejando ver sus perfectas facciones, que junto a sus hermosos ojos azules y su espectacular sonrisa eran el conjunto perfecto. Ella asiente y se tapa la cara con las manos. Como no va a gustarme, es guapísimo, además es atento, besa delicioso y se a portado como todo un galán, pensaba Andreina, mientras continúa tapándose la cara. Santiago Empieza a besarle las manos, parece una niña, se va soltando, está temblado, así que decido darle tiempo, la abrazo y dejo que se relaje. — Tranquila, relájate, solo lo haremos cuando estés lista. Este hombre cada minuto me gusta más, es atento, por lo menos me ha hecho sentir bien, entre sus brazos me siento cómoda y me encanta como me besa, oh Dios que esta noche no termine. Piensa la chica que decide disfrutar lo que Santiago le quiera dar Trato de salir de sus brazos estamos demasiado cerca y su olor y el roce con su piel me transporta al paraíso, él vuelve a besarme, ahora siento un calor que se sube a mis mejillas, ya no soy tan torpe y mi cuerpo se va soltando, él baja por mi cuello, besa mi escote y su mano acaricia mi espalda con tal suavidad que un gemido se me escapa, encuentra la cremallera la baja despacio, sus labios ayudas a soltar los tirantes y siento mi vestido caer. Me toma de la mano y me pone de pie, soy una hormiga al lado de él, mi un metro con sesenta y cuatro, comparados con un metro noventa y cinco que mide, entre sus brazo me pierdo y eso me encanta. Los besos aumentan y la pasión sube la tensión, mi vestido cae al suelo y por instintos trato de que mis manos cubran mi escuálido cuerpo. Él toma mis manos y las besas. —No te tapes eres hermosa. —Me da pena, soy extremadamente delgada y en tus brazos me veo como algo insignificante. Para que se sienta cómoda decido apagar la luz del cuarto y dejar solo la luz de lámpara de noche. —¿Mejor? —Sí. Por un momento Santiago siente que hizo mal al escogerla. Dios con tantas mujeres, hubiera escogido otra ya iría por mi tercer o quizá cuarto round. Pero que estoy pensando y dejar que otro disfrute de su ternura, su suavidad quizá de forma salvaje, nooo eso no me lo perdonaría. Esta mujer es tan tierna, es pura es delicada, algo bueno debí hacer en mi vida rebelde para merecer un premio de este calibre, su piel es tersa, suave, su olor a inocencia es inigualable, sus besos cálidos y dulces te dejan una sensación a helado de vainilla, provoca seguirla besando, es adictiva no lo puedo negar.
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