3. No te sientas así

2355 Words
No quiso contestarme, solo estuvimos ahí, las dos, hablando de cosas que no tenían nada que ver hasta que me preguntó por mi encuentro con Ariadna, no se conocían pero sabía que no eran muy compatibles, yo solo suspiré. —¿Tan mal estuvo? ¿Qué paso? —preguntó. —Llegó Anuar ahogado de borracho y le partió la cara al mesero que intentaba coquetear conmigo —Ella abrió los ojos con sorpresa—, ¿Sabes? Ni si quiera sé qué hacía él ahí, nunca le dije a donde iría. —No mames, güey. ¿Qué pedo con tu novio? —espetó enojada, la verdad a mí también me molestaba todo lo que había ocurrido pero no tenía ganas de hablar de eso— Eso si es ser intenso, deberías terminar con él, ya te ha hecho varias. —Prefiero no hablar de eso, Greta, porqué nada más me da más coraje, en serio que estoy bien pendeja —Le di un sorbo a la taza de café y continué—, Anuar ya me agarró la medida, ya sabe que hablándome bonito le perdonó todo, pero es que no sé que onda conmigo, porque lo amo tanto. —Amiga, date cuenta… —Greta puso su mano sobre mi rodilla para llamar mi atención— eso, no es amor, es dependencia, es miedo. —enfatizó esto ultimó y sentí que el estómago se me anudaba, busqué mis uñas para morderla— Pero, yo sé lo que se tiene que hacer en estos casos. Continuó diciendo al momento en el que se paraba y corría al refrigerador para sacar una cubeta de helado y media docena de latas de cervezas que puso delante de nosotras, seguía dando vueltas por todo el departamento, a veces llevándose objetos de su fiesta s****l fallida y otras trayendo cosas de su cuarto. Mascarillas coreanas, una manta para cada quien, esmaltes de uñas, una bolsa de papas grandes, aunadas a las cervezas, el helado y una película romántica amenizaron el resto de nuestra noche, la verdad que aquello me había distraído y creo que era justo lo que a las dos nos hacía falta: no pensar en el horrible destino amoroso que nos deparaba la vida. Nos fuimos a dormir, cada una en su habitación, con la esperanza de que el siguiente día, sería un mejor día. Greta tendría que ir a trabajar y yo a la universidad, mi último semestre, por fortuna no tenía muchas clases, pero después de eso tendría que ir a mi entrevista para el servicio social que me pide la escuela para la titulación, sería un día largo, pero nada con lo que no pudiera. Me quedé dormida casi de inmediato, si no me hubiera puesto la pijama antes de empezar con la película seguro me habría quedado dormida con los jeans y la camiseta del zombi, eso sin contar que por fortuna mi celular ya estaba cargado, Greta me había obligado a dejarlo conectado en mi cuarto para que nada nos distrajera de la noche de chicas. La alarma de mi celular sonó y comenzó mi rutina del día, que básicamente consistía en una ducha con agua caliente, delineador, mascara de pestañas, desodorante y crema corporal, si tenía suerte y tiempo un poco de bálsamo labial o accesorios nada sofisticados. Pero ese día era importante, por la cita de mi servicio social, así que me esmeré un poco más en mi presentación. Después de probarme alrededor de medio closet el atuendo perfecto había sido encontrado, un hermoso vestido n***o muy al estilo de los años 60’s, mangas a los codos, escote en V, falda en corte A y ligeramente por debajo de las rodillas era lo que me pondría. —Oh, ¡Wooow! ¡Te ves increíble! —Greta se asomaba por la puerta de mi dormitorio— Eso explica porqué escucho ruido desde las 6 am —dijo sin mesura señalando el desorden de mi cama—, vamos, te ayudo a recoger. ¿Qué te harás en el cabello? —Em, no lo había pensado, puede que solo lo deje así. —No, no, no, no y no, me reusó a dejar que un vestido como ese, que por cierto me tendrás que prestar en alguna ocasión, no vaya acompañado de un peinado estupendo —No estaba segura de aquello, por lo que mi cara de incredulidad no se hizo esperar—, vamos Mily, péinate, yo te ayudo a maquillarte. —Es que… no sé cómo, que peinado le iría bien a este vestido, solo se me ocurre hacerme un moño alto o algo así. —confesé tímida, yo esperaba que ella me ayudará, después de todo, dos mujeres piensan mejor que una. Varios rizos después tenía en mi cabeza un peinado muy vintage cortesía de Greta, no tenía pensado un maquillaje ni mucho menos los accesorios, pero mi compañera insistió y yo me dejé llevar, la verdad es que no le tomó mucho tiempo, en cuestión de minutos ya estaba lista para salir, un último vistazo al espejo y… «¡Wooow! ¿Esa soy yo? No me parezco para nada…», pensaba al mirarme al espejo, con la boca abierta. —Si no supiera que eres aburrida, hasta yo me lanzaba a pedirte que salieras conmigo —bromeó Greta detrás de mí—, hoy romperás corazones. No creí que fuera cierto, pero en la universidad todos me veían por completo diferente, estaba acostumbrada a pasar desapercibida por alumnos y profesores, pero hoy no, hoy todas las miradas se posaban sobre mí, me sentía un tanto extraña pero podría acostumbrarme, además, no es que después de esto me vistiera así todos los días, este era mi día. Después de las clases y sin ningún problema me traslade hasta la empresa en donde haría mis prácticas, con un breve tiempo de espera. El lugar se dedicaba al manejo de r************* y apps, era un lugar sencillo, muy minimalista, con acabados en madera natural, mucho color blanco y luz natural entrando por los grandes ventanales. Estaba sentada al lado de otros 4 aspirantes, todos se veían bastante capaces, la secretaria que nos atendió nos ofreció agua, café y algunas frutas, yo solo tomé agua y espere a que fuera mi turno, parecía que esto tomaría más tiempo del que había previsto, uno a uno los demás candidatos entraron a la oficina de quien estaba reclutando. Habían pasado casi dos horas y todavía no pasaba a la oficina, así que tomé mi celular para revisar los mensajes y las r************* . Como me lo esperaba, Anuar no había mandado señales de vida, siempre hacía lo mismo, después de una discusión conmigo dejaba de hablarme algunos días escudándose en que “era un tiempo para reflexionar”, y después me hablaba como si nada hubiera ocurrido o llegaba con un ramo de rosas, chocolates, o cualquier regalo para que mi enojo se disipará por completo. Lo sé, estoy atrapada en un circulo sin fin, en lo que Anuar respecta. Un mensaje entró a mi teléfono, era Ariadna. Fruncí el ceño pero abrí de inmediato el mensaje. «Siento haberme ido ayer así, ¿Me disculpas?[emoticono apenado]», solté una risa ahogada al leer el mensaje, desde luego que le conteste. «No te preocupes, ya me la pagarás después, porqué vaya que te necesitaba [emoticono triste]» «¿Porqué? ¿Qué paso? ¿Todo bien?» —¿Señorita Mildred Portugal? —La voz masculina me hizo cortar mi conversación y atender en el acto— Puede acompañarme por favor. El hombre se metió a la oficina y yo tomé mis cosas entre mis manos, sin perder el tiempo entre detrás del hombre que me indicaba con la mano el lugar en donde esperaba que me sentará, le extendí un folder con mi currículo dentro, me sonrió de manera amable y lo aceptó. —Soy Lorenzo Granados, por cierto —sonrió para mí, era un hombre de mediana edad, bastante guapo, con una sortija en su dedo anunciando que estaba casado, muy simpático pero sobre todo inteligente; abrió mi hoja de vida— Soy el programador en jefe de esta empresa, ¿Estás nerviosa? —negué con la cabeza, tragándome los nervios y poniendo mi mejor sonrisa— Pues empecemos… Guardé mi celular en mi cartera para concentrarme por completo, el hombre no se tentó el corazón en la entrevista, sus preguntas fueron directas y agresivas, por fortuna yo era una de las mejores de la clase, así que no me costó trabajo mantener la presión y contestar de manera asertiva, estaba dando lo mejor de mí, quería quedarme en esa empresa, quería aprender tanto como me fuera posible y ellos servirían como trampolín para mí. —No le voy a mentir, señorita Portugal —arremetió el hombre con total seriedad—, tenemos ocupado ya el puesto por el que usted está aquí, por una recomendación, así que… —No sé preocupe, lo entiendo. —interrumpí, estaba completamente decepcionada, había hecho mi mejor esfuerzo, pero bueno, así era la vida, a veces se ganaba y otras, por más que te esforzaras… —Creo que no me estás entendiendo… —cortó por completo mis pensamientos haciendo que mi atención se dirigiera de nuevo a él— No te puedo ofrecer ese espacio como practicante en esta área, pero me interesa que puedas quedarte con nosotros, y después de ese plazo, evaluaremos tu desempeño para que puedas quedarte a trabajar aquí… —Lorenzo suspiro al verme— Te puedo ofrecer el puesto de recepción, te validamos las horas de servicio y te puedo dar una compensación económica por las horas extra que requiero que estes acá. No me lo creía, de verdad, estas cosas no me pasaban a mí, no sabía que responder, solo abrí los ojos con asombro ante la propuesta y ante mi silencio el señor Lorenzo volvió a hablar. —No tienes que contestarme ahora, si decides que sí, te espero el lunes, después de tus clases. —S-sí, si señor, muchas gracias, nos vemos el lunes. —trataba de disimular mi emoción al respecto. Salí de esa empresa sintiéndome una mujer fuerte y poderosa, capaz de cualquier alcanzar cualquier cosa que se propusiera, caminé sobre los tacones con total ligereza, mientras una sonrisa enorme se adueñaba de mi rostro, conteniendo todo lo que sentía hasta que estuve en mi auto solo hasta ese momento, solté un grito agudo, me permití disfrutar de esa pequeña victoria gritando como una loca desquiciada. «Tengo que contárselo a todos, ahora mismo», pensaba mientras tomaba mi teléfono para marcarle a Anuar, a Greta, a Ariadna, a mis padres, le diría a todo el mundo que estaba empezando con el pie derecho. «15 mensajes» abrí de inmediato el chat y Ariadna se ofrecía a llevarme al cine para que le perdonará por dejarme ayer botada y que le contará lo que había pasado, desde luego que acepté, tenía que salir a celebrar esto, no era mi ideal ser recepcionista pero, empezaría a trabajar y después podría cambiarme a otro trabajo o área de está misma empresa, todo era cuestión de tiempo. Le envié un mensaje a Greta contándole, y traté marcarle a Anuar pero no hubo respuesta, así que le envié un mensaje contándole los pormenores del reciente acontecimiento y aproveché para mencionarle que iría al cine a celebrar con Ari; mis padres por el contrario se alegraron mucho de este pequeño logro. «¿Bromeas? Tenemos que celebrar completo, ¡ven de una vez y comemos algo!», el mensaje de Ari me arrancaba una sonrisa enorme, me puse en marcha, no había necesidad de esperar nada más, los pies me mataban porque no estaba acostumbrada a usar zapatillas, pero no pensaba quitarme este outfit hasta que el día terminará. Llegué a la plaza comercial en cuestión de minutos, invadida por la felicidad y la música a todo volumen a modo de celebración, estaba disfrutando de mi momento “Do you want to” de Franz Ferdinand. Estacioné el auto y busqué mi celular para visarle a mi amiga que había llegado, pero en lugar de eso, 23 llamadas perdidas de Anuar me cortaron la atmósfera, llamé de vuelta, seguro estaría furioso de no haberle contestado. —¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Qué te paso? —Una tras otra las preguntas ametrallaban mi mente. —Estoy bien —repuse, acongojada, mi corazón se apretó en mi pecho, sabía lo que seguía y no quería sentirme culpable, no hoy, me llevé las uñas a la boca para desquitar mi ansiedad—, solo que la música no me dejo escuchar tus llamadas, amor, vine a un centro comercial a comer con Ari y después iremos al cine. —Desvié la conversación hacía otra cosa, esperando tener éxito. —Mildred, ¿Es en serio? —increpó y en su tonó de voz noté algo de ironía, solo me limité a cerrar los ojos y dejarme caer en el asiento mientras escuchaba todo lo que tenía que decir— Primero me dejas por completo preocupado por que no contestas y luego me dices que irás sin mí a celebrar algo importante en tu vida, Ya veo que no soy TAN importante para ti, como tú para mí. —Fracasé en mi intento, Anuar siempre encontraba la manera de hacerme sentir cómo la mierda. —No, amor, no digas eso. Es que no contestaste cuando te hable… —¿Es mi culpa? ¿Eso es lo que tratas de decir? —«¡Con un carajo! ¿Qué tengo que decir o cómo para que no te sientas así?», me cuestionaba completamente ahogada por esta discusión. —Anuar, no, por favor —supliqué—, este día en verdad quiero festejar, es importante para mí, amor, ven ¿Sí? Te mando mi ubicación, pero nada me haría más feliz que estar contigo, celebrando esto, es el inicio de muchos de nuestros planes… —No sé Mildred, me lastima la forma en la que haces las cosas, ¿Sabes, creo que no me amas? Ya veré si ir o no…
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