2. Noche random

2141 Words
Me había quedado sin palabras, alguien estaba ¿Coqueteando conmigo? No voy a mentir, el hombre era realmente guapo, con una linda sonrisa y además parecía ser amable; me sonroje en ese momento y busque con mi mano cubrir mi rostro para ocultar la obviedad de mi respuesta. «¿Quiere mi teléfono? ¿Qué debería hacer?», me preguntaba a mi misma al mismo tiempo que veía los ojos marrones del mesero posados sobre los míos, además ¿Qué se supone que dijera? “Claro, te doy mi teléfono, no espera, ya lo tienes, porque te engañe hace un rato y el número que te di no era el de mi amiga sino el mío, pero no me hables, por que también tengo novio…” «Maldita sea, solo a mi me pasan estas cosas» —N-no hay problema —señaló el chico con su perfecta sonrisa en los labios—, si no quieres darme tu teléfono, puedes darme tu i********:, te sigo y por ahí platicamos. Quien quita y salimos por ahí alguna vez… —Em, es que… amm… —«¿Por qué no puedes hablar fluido Mildred? Tal vez sería más fácil si no me hubieran acosado en la secundaria cuando intenté dar una tarjeta de san Valentín al chico más guapo de la escuela… ¡NO TE DESVIES! dale una explicación o dale tu número ¡Y YA!», pensaba mientras mordía un poco el interior de mi labio, respiré u comencé— Yo no p-puedo, ¿Sabes? Tengo no… Y de pronto, de la nada, un puño se estampó contra la bella cara del mesero seguido de una sarta de palabras ofensivas hacia el mismo, abrí los ojos sin entender muy bien qué pasaba, el mesero se detenía la nariz con la mano, tenía sangre en su uniforme; yo solo estaba mirando con horror la escena, hasta que vi a Anuar. —Ella es mi novia, cabrón… —gritó, haciendo que toda la gente, incluso la que no se había percatado del acontecimiento, volteará a vernos. —¡Anuar! —intercedí desesperada, me puse entre él y el mesero, tomé su mano para que no siguiera golpeando al mesero, me encontraba en shock, no tenía idea de qué hacer o decir— Él solo estaba… —Coqueteando contigo —interrumpió—, te estaba molestando Mildred, lo vi, lo escuché o ¿Me vas a decir que no? —Pues no, no me estaba molestando, estaba retirando los platos y amablemente me estaba sugiriendo su… —Les voy a pedir que se retiren. —la voz de un hombre mayor detrás de Anuar me indicaba con la mano la salida. Tomé mi bolso y saqué algunos billetes para pagar la cuenta, tomé del brazo a Anuar y comencé a tirar de él para llevarlo a la salida, me constó trabajo por que seguía gritando improperios hacía el mesero y ahora también al hombre mayor. Caminé a prisa tomándolo de la mano a través de la gente hasta llegar afuera del lugar. —¿Qué es lo que te pasa, Anuar? ¿Me puedes explicar que fue eso de allá? —pregunté casi gritando mientras caminaba con él a cuestas, no entendía nada y necesitaba una explicación al respecto, pero él estaba más atento a su ropa, buscando alguna mancha de sangre proveniente del rostro del mesero—¡CONTÉSTAME! —¿Qué quieres que te diga, bebé? —dijo como si nada hubiera pasado, se acercó a mí tomando mi mentón entre sus dedos y haciendo que revoleará mis ojos en el acto— No, no, no, no me mires así, Mildred, yo hice lo que cualquier novio hubiera hecho. —Se acercaba a mí para darme un beso, pero su aliento macerado me llegó a las fosas nasales de inmediato. —¡Apestas a alcohol! —farfullé mientras le aventaba con las manos el pecho para que no se acercará a mí— No era necesario hacer nada de eso, Anuar, tu ni si quiera estabas ahí. De hecho, ni si quiera sabías que yo estaba aquí. Me molesté, me había arruinado un buen momento y ahora no podría venir a mi lugar favorita en algún tiempo, y es qué ¿Con qué cara podría volver a entrar a este lugar después de esto?, bufé con frustración, Anuar trataba de abrazarme, y de pegar su cuerpo al mío. —Te llevo a tu casa, Anuar. —sentencié al buscar las llaves de mi auto en la cartera. —Mejor vamos a otro lado. —intentaba besarme el cuello y comenzar a “seducirme” de una manera que más que provocarme, me hacía sentir asqueada, le empuje para que se despegará de mí— ¿Qué, Mildred, qué? ¿No quieres? ¿Prefieres que sea el mesero quien te bese? —Anuar, estas muy tomado y estás diciendo estupideces. —Sus ojos estaban cargados de coraje y tenía miedo de que fuera hacerme algo a mí, aquí, en el estacionamiento, donde prácticamente estábamos solos— No quiero estar con nadie más que contigo, ahora ven, sube al auto que te llevaré a tu casa. —Tuve que cambiar mi tono de voz a uno más dulce para que él pensará que no estaba molesta, aunque claro que lo estaba, pero el miedo que me provocó momentos atrás me había dejado la piel como gallina. Abrí la puerta del copiloto para que se subiera y esperé, él buscaba algo en sus pantalones y balbuceaba algunas cosas que no entendía. —¡Anuar, súbete! —No bebé, yo traigo mi carro. —Sacó de una de sus bolsas las llaves de su auto acompañado de una sonrisa triunfal. Sabía que no podría persuadirlo, aunque me preocupaba bastante el hecho de que manejará en ese estado de ebriedad, así que solo lo escuché decir, cómo siempre, que él podía, que manejaba mucho mejor tomado que sobrio, que nunca había tenido un accidente y todas esas estupideces que siempre me decía. Asentí resignada a que condujera pero sin que lo supiera lo seguiría para saber que había llegado con bien hasta su casa. Estaba bastante enojada, no entendía qué hacía ahí Anuar, yo no le dije en donde estaría, solo le dije que estaría con Ariadna y no lo invité porque ellos no se toleran… «Ya hablaré con él después, mañana cuando se le baje el alcohol», pensaba mientras conducía por las calles de la cuidad, “cuidando” a Anuar, asegurándome que llegará con bien a su casa. Definitivamente no era algo que quisiera para mi vida, conducir atrás de mi novio para asegurarme de que no sufrió algún accidente, fingir mi voz para no caer en otro tipo de situaciones y encima lidiar con todas sus infidelidades, porque está, no era la primera vez que lo hacía, ya mucha gente me había dicho que me ponía el cuerno con cuanta mujer se le atravesaba, pero esta vez algo estaba siendo diferente. No me merecía nada de eso, pero tampoco sabía como salir de este circulo horrible e interminable, por más que intentaba, sentía que no podía más. puse mi reproductor de música para distraerme un poco, tuve que saltar varias pistas para llegar a una que cumpliera con la encomienda fue así como “Los hoteles de la cuidad” de un artista colombiano que vi alguna vez en un show de cabaret llego a mis oídos, Roberto Camargo sí que me cambió el humor en ese momento, y por un momento las palabras del fanfarrón llegaron a mi cabeza haciendo que pusiera mis ojos en blanco, tenía algo de razón. Busque en mi bolsa un cigarrillo para fumar antes de llegar a mi casa con mi roomie, no solía fumar mucho, pero en esta ocasión, lo ameritaba. Faltaba unas cuantas cuadras para llegar a mi departamento cuando mi celular estaba sonando, creí que era Anuar y ni si quiera me tomé la molestia de verlo, solo seguí manejando, pero ante la insistencia busque el teléfono en mi bolso para contestar. —¿Diga? —ni si quiera vi el nombre en la pantalla del celular solo contesté por inercia. —¡Güeeeey! ¿Dónde estás? —La voz chillona de Greta, mi roomie¸ del otro lado del teléfono me tomaba por sorpresa, sonaba desesperada y algo triste— Te he mandado mil mensajes y no contestas ninguno. ¿Te vas a tardar? —No Greta, ya voy llegando. ¿Qué paso? ¿Estás bien? —Por lo regular ella no me marcaba a menos de que fuera algo muy importante, y escucharla en ese estado me alarmaba. —Solo apúrate, no puedo entrar a la casa, estoy atrapada en el balcón. —¿En el balcón? —inquirí al tiempo que fruncía el ceño no entendía nada— No me tardo nada, espérame, no te muevas, que ya solo estacionó el coche y voy para allá. —Aunque quiera, no puedo ir a ningún lado. Ya te vi, te voy a colgar para que te estaciones bien, no vaya a ser que le pegues a algún coche. Corto la comunicación para dejar que me estacionará, y se lo agradecía, la verdad manejaba muy bien pero estacionarme siempre era un problema, por fortuna en este momento pude estacionarme rápido, tenía espacio suficiente, saqué mi bolsa y desconecté mi estéreo para que no me lo robaran, en esta ciudad, uno ya no sabe. Entre lo más rápido que pude al edificio, subí las escaleras y abrí la puerta de nuestro departamento, deje mis cosas en uno de los sillones, sin prestar atención a nada más me dirigí al balcón, pero no estaba preparada para lo que vi. Del otro lado del cristal, Greta se paraba para que la dejará pasar al departamento, se protegía con los brazos el cuerpo para evitar que viera. Greta tenía puesto un diminuto traje de conejita morado y rosa, creo que había más tela en los guantes afelpados y las orejas que adornaban su cabeza que en la micro tanga y bustier que se entallaba a su cuerpo. —No mames, Greta, ¿Qué paso, güey? —Ni si quiera dijo gracias, solo salió corriendo hasta su cuarto y cerró la puerta. Juró que tenía los ojos llenos de lágrimas, pero Greta era igual que yo, tal cómo lo había dicho el fanfarrón, ruda por fuera y suave por dentro. No quise molestarla, seguro tenía cosas que pensar. Y ya que yo no podía pasarme la impresión me dirigí a la cocina a prepararme un café, el día de hoy había sido muy random, y lo seguía siendo, el departamento estaba invadido con algunos juguetes sexuales que nunca había visto en persona. Esto era incómodo, pero traté de ignorarlo sin embargo al buscar una cuchara para el café del cajón saltó un pene de silicón tan grande como mi brazo. «Okey, tengo que hablar de esto con Greta…», pensé al fijar la ventosa a la barra de la cocina. —Perdón Mildred, perdón. —La cara completamente roja de mi compañera de piso enfrente de mí me dejaba muy claro que no tenía planeado que yo encontrará nada de esto— Es que, tenía que recoger todo esto antes de que tu llegarás, pero el pendejo balcón se atoró. —Greta… ¿Estás intentando decirme que estabas sola en la casa? —bufó con frustración dejándose caer de cara contra el sillón de la sala— Porqué claro que te creo —ironicé—, yo también me he hecho fiestas de rol, pero si prefieres que no hablemos de eso, lo entiendo. ¿Quieres un café? —Cambié el tema. —Gracias. Mily, si te aceptó el café, eres la mejor. —Se sentó para hacerme espacio en el sillón y tomó el café entre sus manos— Me dejó encerrada ahí, creo que fue to much para Lore. Se asustó y se fue, creo que malinterpreté lo de llevar la relación a otro nivel. Pero, por favor, no quiero hablar de eso, si no te molesta, me siento como una estúpida. Lore era la novia de Greta, y por lo que sabía llevaban como 3 meses saliendo. Greta era bastante linda, era diseñadora en una compañía desde el año pasado, tenía una perforación en la nariz, el cabello rapado de un lado de la cabeza, facciones finas, ojos marrones piel blanca y un buen cuerpo. Era una buena compañera de casa, a excepción de este episodio nada nunca se había salido de control. —No te preocupes, pero, tengo una duda… juró que si me contestas, no te diré nada más del tema —dije con curiosidad, ella enarcó una ceja en mi dirección— ¿Dónde compraste tu traje? Es que la colita no se te cayó en ningún momento…
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