4. No mentí

2339 Words
Me colgó antes de que pudiera decir cualquier cosa, mande mi ubicación en tiempo real y me quedé mirando el celular, solo pensando. Siempre hallaba la manera de hacerme sentir así, no me golpeaba, pero sí me gritaba, también decía cosas hirientes sobre mí, mi peso corporal, mi desarrollo en la escuela, mis habilidades, sobre los errores que cometía, muchas veces me hacía sentir inferior a él, me hacía sentir ridícula, absurda, poca cosa, e incluso había veces que lograba hacerme sentir que exageraba las situaciones. Siempre había sido así, al principio de la relación él decía que hacía estas cosas porque me amaba y deseaba que yo fuera una mejor persona, hacia este tipo de cosas en privado, pero desde que comenzó a engañarme, o bueno, desde que la gente empezó a decirme que lo hacía, ese tipo de situaciones fueron en incremento. Y ahora, cuando todo se ponía peor, cuando yo creía que sí me estaba engañando con alguien más, que tenía otra pareja, esto se había vuelto una especie de rutina. Me había quedado sin ganas de festejar, apagué el estéreo de mi auto y estaba por introducir la llave para regresar a casa, pero un golpe bastante fuerte en el cristal me hizo saltar. —¡¿Qué diablos?! —Del otro lado, por fuera del auto, Ariadna está sonriéndome— ¡No mames! Casi me matas del pinche susto, güey. Baje del auto dispuesta a reclamarle la bienvenida que me daba pero en lugar de eso me abrazo, disipando mi reclamo. —Me da tanto gusto que hayas conseguido empleo ya. —comentó mientras me abrazaba fuerte hacia ella— Mírate, eres increíble. Y estás preciosaaa. —Gracias —dije peinándome un poco el cabello—. Pero creo que debería irme, amiga, a Anuar no le hizo mucha gracia que viniera sin él. —Ese pendejo, deberías terminarlo, amiga, ya, no sé que estás esperando. —Me sostuvo las manos entre las de ella y me hizo dar una vuelta— Vaya que te ves increíble, hasta me atrevería a decir, que luces más increíble que yo. «Aquí vamos de nuevo, ese egocentrismo es típico de mi amiga», revoleé los ojos mientras escuchaba aquello. —Ven, no dejaremos que te opaque este día. Sígueme. —intentó jalarme de la mano para que caminará detrás de ella, pero me negué. —¿Dejaremos? ¿Quién más vino? —Mi novio está aquí, lo siento, ya estaba con él cuando me marcaste y… —Ari, no… en serio, solo quiero estar contigo, no le tengo confianza a tu novio, podríamos dejarlo para después, ¿Sí? —Tonterías, te caerá muy bien en cuanto lo conozcas —«Seguro que sí, tremendo fanfarrón que tienes por novio…», pensaba irónica—, bueno, a ver, le diré que nos dejé solas mientras me cuentas, nosotras comemos algo, compramos algunas cosas en las tiendas y después lo integramos, ¿Te parece bien? Asentí resignada con la cabeza, mi amiga dio unos pequeños saltitos aplaudiendo y me pidió que la esperara un poco en lo que hablaba con su novio para que nos diera espacio, mientras tanto, yo tomé mi cartera, las llaves y cerré mi auto. —Listo, ya se fue, nos dará un tiempo a solas. ¿Qué quieres hacer primero? —Hay una blusa que me gustaría comprar, si voy a empezar a trabajar, tengo que verme profesional, ¿No lo crees? Recorrimos el centro comercial y nos metimos a una de esas tiendas elegantes, en donde claramente no podíamos comprar nada aún, pero eso cambiaría en cuanto empezará a ganar mi propio dinero. Me probe el estilo de ropa que quería para mí, unos de esos pantalones negros entubados de tiro alto, una blusa muy vintage y unos tacones negros increíbles. Nos probamos ropa hasta cansarnos, más bien, hasta que nos echaron de la tienda por el desorden que hacíamos. Nos sentamos en el área de comida de la plaza, ella compro un sushi y yo unos tacos, tenía tanto tiempo sin disfrutar de mi amiga y de su compañía que este tiempo con ella me sabía a gloria. Ella y Greta me hacían sentir cómoda en un punto inimaginable, podía ser yo misma. Platicamos de muchas cosas, ella estaba terminando la carrera, igual que yo, y empezaría sus prácticas en una aduana, uno de sus tíos le ayudó a conseguir esa plaza, pero era muy seguro que terminaría trabajando ahí, además, tenía poco de haber empezado con su novio, el fanfarrón, y algo dentro de mí me hizo pensar en la relación que tenía con Anuar, cunado recién empezamos. —¿Cómo le haces para que tu novio te haga caso, amiga? Tienes que pasarme el dato. —pregunté sin tapujos, ella sonrió y me miró con malicia. —El secreto es: tu novio debe amarte más de lo que tú a él. —Se escuchaba muy sencillo, pero la verdad no lo era— Amiga, ¿Qué paso ayer? Prometiste que me contarías. Esboce una sonrisa resignada y comencé a contarle, con mucho pesar, el show que había montado mi novio un día antes, el golpe que le dio al mesero y todas las cosas que grito en el restaurante, ella me miraba con coraje, con impotencia. —Es que no puedo creer que estes con un tipo así, Mily. —dijo visiblemente molesta y yo también, por la insistencia— Mira amiga, tú te mereces otra cosa, algo mucho mejor. En verdad, no sé que decirte para que reacciones. —No creo que nada de lo que digas me haga dejar de amarlo. —Ella dejó de sostener mis manos y suspiro mientras se recargaba en su silla— Él estuvo ahí en todos los momentos difíciles, cuando mis padres se separaron, cuando mi abuela falleció, cuando los demás, se alejaron él se quedo para mí, incluso tú, te has ido varias veces —Me ofreció una sonrisa de lado, con pesar—, Anuar es lo único seguro, la única persona que me quiere, y no sé, tal vez algún día cambie y se de cuenta que eso, la forma en la que es me lastima. —No lo creo Mily, yo creo que tu relación ya no puede seguir, creo que estas en el punto de no retorno y que a partir de aquí empezará a ser peor… —Le fulminé con los ojos, aquello me había lastimado profundamente y ella lo sabía— Mejor, no hablemos más de eso y vamos al cine para terminar de disfrutar este día, ¿te parece bien? Asentí, tomé mi bolsa para meter mi celular y comencé a recoger las cosas para poner en la charola y tirar la basura en el bote, cuando la cara de mi amiga cambio por completo de felicidad a hastío. El fanfarrón novio de mi amiga nos alcanzó en cuanto ella le llamo, lo encontramos en la entrada del cine en donde considerábamos qué película ver. Ari se apartó para ir al baño y me dejó ahí, con el fanfarrón de su novio. Terminé escogiendo una película de Spiderman que tenía muchas ganas de ver pero no pude pagar los boletos, resulta que Ari le dejo instrucciones a su novio para que él y ella cubrieran todos esos gastos como una disculpa conmigo por el día anterior y claro, como una felicitación por mi reciente puesto de trabajo. Esperamos a Ari un rato antes de ir a comprar las palomitas, pero ella se estaba tardando más de lo habitual, tanto que pensaba en ir a buscarla. —Dice Ari que hay mucha gente en el baño, que compremos los combos y que ella quiere palomitas de caramelo… —el chico parado a un lado de mí sostenía su celular en la mano, antes de que pudiera contestar el apuntó con su cabeza la fila de la dulcería— ¿Vamos? Afirme con la cabeza, mis pies me estaban matando, pronto tendría que quitarme estas zapatillas, porque empezaría a caminar como pollo espinado, eran bastante cómodos pero ya los había tenido todo el día y mi cuerpo estaba reclamando. Intentaba disimular el cansancio pero mis pies no estaban muy de acuerdo conmigo y mis tobillos comenzaron a flaquear, haciendo que trastabillará un poco. —Hey, cuidado. ¿Necesitas ayuda? —No me dejo ni contestar cuando estaba tomando mi brazo para engarzarlo al de él y ayudarme a caminar. —No, gracias, puedo sola. —Le arrebate el brazo pero mi berrinche salió mal y mis tobillos volvieron a doblarse, arrancándole una sonrisa al falso Gustav. —Ya Mildred, no puedes caminar, detente de mí si no terminarás en el suelo. Odiaba admitir que aquel guapo sujeto tuviera razón, bufe mientras me recargaba en él para no volver a flaquear de nuevo, se ofreció a comprarme lo que yo pidiera, pero me negué, pedí, en una cuenta separada unos nachos, un refresco y palomitas. —Oye… —musité mientras salíamos de la fila— No me parece justo decirte todo el tiempo fanfarrón ¿Podrías decirme tu nombre? Empezó a carcajearse, parecía que no estaba en sus planes decirme su nombre. Pero antes de que pudiera decir alguna otra cosa Ariadna caminaba hacia nosotros con Anuar detrás de ella. —Te lo preguntaré otra vez ¿Has visto a Mily? —demandó él con agresividad verlo ahí me paralizó, erizo cada vello de mi cuerpo y me hizo tragar saliva, mi amiga solo cruzaba los brazos y le sonreía sarcástica, revoleaba los ojos mientras Anuar seguía parloteando y ella intentaba hacerlo a un lado para poder pasar. —Sí, bueno, es que cuando uno quiere saber algo primero se saluda —contestó mi amiga—, y después no tengo porque decirle nada a patanes como tú, hazte a un lado. —Estoy hablando enserio zanahoria —el color de la cara de mi amiga paso de blanco a rojo por el coraje, ella odiaba los apodos, y zanahoria era uno de los que más le disgustaban— ¿Dónde está Mily? Ella dijo que estaría contigo, odio que me mienta. Seguro está con alguien más y yo aquí como estúpido, haciendo el ridículo. Me parecía increíble que no me hubiera reconocido, sí había cambiado un poco la forma de vestir y me veía diferente, pero tal vez ni si quiera me había prestado atención. —Pues no te mentí. —espeté con coraje girando para encararlo, su cara reflejaba confusión, de inmediato frunció el ceño y busco mi boca para besarme. —¿Qué haces abrazada con ese idiota Mily? ¿Para eso vine? —gruñó Anuar en mi dirección —No le hables así mi novio, ¿quieres, animal? —Mi amiga le engarzaba el brazo del otro lado a su novio— Sí la está sosteniendo es porque es un caballero, no por mismas razones que tú piensas. —Bueno ya… —murmuró Anuar con hastío y se acercó a mí para besarme—Nunca te había visto ese vestido, no lo reconocí… —murmuro en mi oído —Sí, es nuevo. —Ya veo porque te dieron el trabajo. —masculló entre dientes haciéndome sentir horrible, «¿insinúa que solo por vestirme así conseguí trabajo? ¿Qué no soy lo suficientemente inteligente o capaz para hacerlo por mis medios?» —Bueno, ya… —Ari imitó las palabras de Anuar— estábamos por entrar al cine, si quieres pasar con nosotros, tienes que comprar tu entrada, porque nosotros no sabíamos que vendrías. Él solo se limitó a fulminarnos a todos con la mirada y dirigirse a la entrada del cine, mi amiga avanzó hacia la arquilla para que nos recibieran los boletos, y Anuar esperaba que lo acompañará a comprar su entrada, tuve que dejarlos e ir con mi novio, aun cuando sabía que me diría algo por la forma en la que me miró con el fanfarrón aquel. Y no, no estaba equivocada, en cuanto estuvimos algo lejos de ellos empezó a decirme que no le respetaba, que cualquiera pensaría que estaba saliendo con ese sujeto y no con él. —Anuar, en serio tengo ganas de ver la película, no quiero pelear, por favor. —No, si no estamos peleando —ironizó—, solo te estoy dejando en claro que no me gusta que te comportes como una cualquiera, ese vestido y tu maquillaje, llamando la atención de todos en la plaza y la forma en la que estas actuando, no me gusta. —Amor, no me arreglé así para venir aquí, esto me lo puse desde la mañana y… —No me des explicaciones Mildred, ninguna será valida para mí y también quiero ver la película, así que mejor después hablamos ¿Sí? Me quedé callada para no pelear más con él, entramos en la sala oscura, apenas empezaban a proyectar los cortos, nos sentamos en medio de la sala en los lugares que habían apartado y me dispuse a disfrutar de la película. Anuar paso su brazo por detrás de mi espalda acercándome más a él y comía de mis palomitas indiscriminadamente haciendo más ruido de lo habitual al masticar. Estaba bastante incómoda, mi novio exageraba sus reacciones tratando de llamar la atención de todos en la sala, yo solo respiraba para no perder el control, pero Ariadna en cada oportunidad le lanzaba miradas cargadas de coraje a Anuar. —Tengo que ir al baño, regreso enseguida. —Anuar casi grito aquello ocasionando que la sala entera le demandará silencio, él solo se levantó abandonando la sala dejándome al fin ver la película. —No sé cómo lo aguantas, es un patanazo —Ari me susurraba. —No te preocupes amiga, yo solo quiero ver la película. —le contesté en un hilo de voz. —Es que, Mily, me da tanta rabia que te trate así, pero ¿Sabes qué? Esto no se puede quedar así… —Giró para encarar a su novio— Ahora regreso, voy al baño.
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