Se paró en un minisúper para que pudiera comprar los cigarros, algo de comer y un refresco para los dos, además lleve un paquete de chicles para él que no había bajado del auto y un chocolate para mí; regresé sin hablar, cómo lo había pedido antes, encendí un cigarro y baje la ventana. Tarareé la música, una tras otra, él solo me veía de reojo con una mueca insípida en sus labios mientras yo trataba de no prestarle atención.
—¿Me regalas uno? Por favor… —le estiré la cajetilla para que tomará uno, solo me dedicó una mirada extraña— ¿Me ayudarías a prenderlo? Es difícil hacerlo sin ocasionar un accidente. —Encontré muy lógico el argumento y atendí.
Prendí el cigarro y se lo pase, el bajo el volumen de la música y puso su mano en la palanca de velocidades parecía pensativo, con ganas de hablar, pero solo fumaba, en el semáforo unos artistas callejeros comenzaron a dar su función. Dos pequeños hermanos hacían acrobacias con unas pequeñas pelotas prendidas en fuego.
La escena me conmovió tanto que casi olvidaba que estaba con el fanfarrón y las lágrimas por poco salían de mis ojos; mi mente no encontraba una explicación lógica por la cual dos niños entre 6 y 10 años estuvieran en el frío de la noche intentando ganarse la vida al exponerla, andando entre autos y fuego. «¿Habrán comido hoy?», pensaba mientras buscaba en mis bolsas un poco de dinero para darles.
Sus ropitas llenas de agujeros, sucia contrastaba con sus ojos brillantes y la sonrisa llena de felicidad que habitaba en su rostro infantil; tragué saliva al verlos abrazarse después de terminar su acto, antes de que el semáforo cambiará a verde para dejarnos continuar. Saqué todas las monedas que traía para dárselas, baje la ventana y les llamé, les di lo que acababa de comprar en la tienda, incluso lo que le había comprado al fanfarrón y su cara se iluminó aún más.
El auto se puso en marcha dejándome muy poco tiempo para despedirme del niño con el que estaba cruzando apenas unas cuantas palabras, solo me dio tiempo de decir “cuida a tu hermanito” antes de que los demás coches empezarán a hacer sonar sus cláxones.
En completo silencio el novio de mi amiga desvió un poco el rumbo, pero no le di importancia, supuse que era por la cantidad de tráfico que había en ese momento, pero momentos después estacionó el auto y se bajó del mismo.
—Espérame un momento, en seguida regreso. —apuntó y se atravesó corriendo la calle.
Yo me quedé mirando mi celular y escuchando la música que salía del estéreo, tenía sueño, había sido un día largo, recargue mi cabeza en el asiento y cerré los ojos un momento temiendo quedarme dormida pero con cuerpo completamente cansado.
Una notificación me hizo abrir los ojos, f*******: me avisaba que alguien me había etiquetado en una foto, digité el código de desbloqueo y me dirigí a la aplicación, Anuar era quien me había etiquetado en un par de fotos que nos tomamos en la mañana en el parque de diversiones, antes de que se fuera. La foto tenía una leyenda al pie: “A través, del tiempo y cuando el tiempo acabe vivirá mi amor si habita en tu recuerdo. Te amo, contigo todo es mejor, tu sonrisa ilumina mis días.”
La había publicado apenas unos minutos atrás y todos nuestros amigos y conocidos estaban reaccionando a este posteo. Me hizo sonreír, no lo negaré, eran esos detalles los que me decían que él quería estar conmigo, que realmente me amaba, que seguía haciéndolo después de todos estos años. De inmediato le puse un corazón al post y escribí que también lo amaba seguido de una horda de emoticones.
«Yo también te amo, bebé, futura esposa, contra viento y marea.», contestó arrancándome una sonrisa de los labios.
Me llevé el celular al pecho suspirando como tonta, «¿Futura esposa? ¿Te imaginas? Un vestido blanco de encaje, caminando en la arena, al lado del mar, con el atardecer de fondo y Anuar esperando en el altar por mí… ¿Estás bromeando, verdad Mildred? Si Anuar sigue así contigo ¿Qué vida te espera? Además, tienes sospechas de que te engaña, no puedes estar con alguien así... No, es solo una etapa, seguro está muy presionado por la universidad, es una etapa solamente», mi dialogo interno estaba a mil por hora, una parte de mí sentía que él no me merecía y otra estaba embelesada con la idea de contraer nupcias.
Bufé sopesando las ideas que salían de mi mente, pronto tendría que buscar un psicólogo o me volvería loca entre tantos puntos de vista que surgían desde mí interior.
La puerta del auto se abrió llamando por completo mi atención, un olor peculiar entro antes que el fanfarrón, una bolsa con comida se alzaba delante de mí. Eran hamburguesas y papas fritas. Las tomé sin decir nada y él se puso de nuevo en marcha rodeando para regresar a la ruta, y de pronto, lo entendí.
Estábamos en el mismo semáforo, con los mismos niños de antes, él tocó lo bocina antes de que la luz cambiará, el más pequeño de los niños se acercó a nosotros, el falso Gustav sacaba un par de hamburguesas y entregaba la bolsa al pequeño artista que de inmediato comenzó a brincar y agradecer sin parar.
No pude con la escena, las lágrimas salieron sin control y corrieron por mis mejillas. Sí, era una chica ruda, pero aun así tenía un corazón blando debajo de esa coraza que alejaba a todos, el castaño había acertado desde que me vio en el restaurante hacía algunos días. Cuando la luz se puso en verde me giré para secarme las lágrimas disimulando un poco.
—Lo sabía —aseveró—, dura por fuera, ponys por dentro.
Me extendió una hamburguesa y desenvolvió la de él, comimos en silencio, aunque tenía ganas de preguntarle algunas cosas, pensé mucho en cómo iniciar una conversación, no prestaba atención a otra cosa que no fueran mis pensamientos en ese momento.
«¿Qué debería decir? Él fue quien pidió silencio desde el principio, y sí a mi me gusta que respeten mis tiempos lo menos que puedo hacer es respetar los de él. Pero tienes ganas de saber, debería preguntarle de una vez y ya», discutía conmigo misma mientras me mordía las uñas.
—Tu teléfono está sonando. —apuntó. Ni si quiera había tomado en cuenta que las notificaciones no dejaban de llegar— ¿Tu novio te está buscando?
—Sí, publico una foto de nosotros —dije y provoque una risita ahogada de su parte—, no veo que es tan gracioso, la verdad.
—No nada. —quito de su boca algunas migajas de pan que habían quedado de la hamburguesa— Debe ser su manera de disculparse —comentó de nuevo haciendo plática, asentí con la cabeza—, después de todo, no puede darse el lujo de perder a una persona que de verdad lo ama.
—No lo conoces. —respondí tajante para que no siguiera hablando de él y después de unos segundos de silencio, atendí a mis pensamientos que seguían pidiendo que le preguntará— ¿Cómo fue que conociste a Ari?
—Ahhh —suspiró—, pues me la presentó un amigo, en una fiesta, hace mucho —espejeaba para cambiarse de carril, estábamos cerca de llegar a mi casa y le indicaba el camino en medio de la conversación—, ya tenemos casi un año de relación, en un mes más, de hecho, sería mucho más tiempo, pero hemos tenido algunos “descansos”. ¿Y tú? —Abrí los ojos ante la pregunta, no contaba con que le interesará— ¿Cómo conociste a tu novio?
—En la preparatoria —espeté—. Tenemos 5 años juntos, hace dos años terminamos por la universidad, él se fue de estancia y cuando regreso continuamos nuestra relación. Supongo que lo que dicen es verdad “lo que es para ti, aunque te quites, lo que no, aunque te pongas”.
—Yo creo que sí. —sonrió de medio lado— ¿Sabes? Nunca había conocido a ninguna amiga de Ari y me da gusto que cuente contigo, pareces buena persona, parece que te esfuerzas.
Me reí, no entendí nada de lo que dijo pero sonó muy gracioso y luego, algo en mí hizo “clic”, él había dicho que Ari no tenía otras amigas.
—Es por aquí —reaccioné para indicarle donde aparcará, estábamos llegando a mi departamento—, de hecho, es aquí. Muchas gracias.
Estaba dispuesta a tomar mis cosas para salir del auto, estaba muy cansada, lo único que quería era meterme a bañar y acostarme dormir hasta el día siguiente, pero “Gustav” me tomó de la mano antes de que abriera la puerta.
—Necesito pedirte un favor, Mily. —le miré con curiosidad, parecía que era importante por el tono de voz con el que me hablaba, después de un momento se acomodó en el asiento y continuo— Le pediré a Ari que se case conmigo, pero no quiero hacer la clásica pedida con rosas y una cena, ella se merece todo, pero no se me ocurre nada. —Regreso su vista al frente y se talló el cuello mientras levantaba una ceja.
—¿Y…? — pregunté animándolo a seguir hablando— ¿Quieres que te ayude a planear algo para ese día?
—Si, si no es mucha molestia, creo que aún estoy a buen tiempo, me gustaría hacerlo el día de nuestro aniversario.
—¿Ya tienes el anillo? —afirmó con la cabeza y una enorme sonrisa en la boca— ¡Tienes que enseñármelo!
—¿Bromeas, pony, verdad? Ella aún no lo ha visto y… —«¿Me dijo “pony”?»— no lo verá hasta ese día.
—Bien, entiendo eso, tiene sentido para mí —pensé mordiendo los bordes de mis dedos con una sonrisa contenida—, no te preocupes, te ayudaré con una condición —arqueó una ceja de nuevo en mi dirección—, tienes que invitarme o por lo menos grabar ese momento.
—Eso es un hecho, muchas gracias, Mily. Desde ahora seremos cómplices —guiño un ojo en mi dirección—, no hace falta pedirte discreción ¿Cierto?
—Ushh, yo pensaba hablar con Ari en cuanto llegará a casa, preguntarle sus ideas. —me miró con zozobra, entrecerrando los ojos, sonreí y le golpeé levemente el brazo— Obvio no diré nada, ¿Por quién me tomas?
—Ya me estaba preocupando. Pero yo sabía que podía confiar en ti. Sí necesitas algo, cualquier cosa no dudes, aquí estaré para ti.
No me contuve las ganas y le di un abrazo, estaba invadida por la felicidad, mi mejor amiga se iba a casar y yo sería cómplice en esta aventura de crear uno de los mejores días de su vida. Salí del auto y caminé hasta la entrada de mi departamento, agité mi mano con mucha euforia en dirección al coche del fanfarrón.
«Eres el colmo Mildred, tu amiga se va a casar con él y tú no sabes ni su nombre, no puedes decirle fanfarrón toda la vida, tienes que averiguar cómo se llama…», pensaba mientras buscaba las llaves dentro de los bolsillos de mi chamarra.
De entre la oscuridad, en un árbol cercano a la entrada, una sombra comenzó a moverse lento en mi dirección, me sentí en peligro, tomé mis llaves y toqué el timbre de mi departamento para que Greta estuviera alerta, toque de forma desesperada y metí la llave rápido para evitar ser asaltada o ultrajada, la CDMX no es precisamente el lugar más seguro, sobre todo de noche.
Los nervios no me dejaban abrir la cerradura de la puerta principal del edificio, la sombra estaba más cerca de mí, era claro que era un hombre, mi corazón estaba acelerado. El interfon sonó con la voz de mi roomie del otro lado.
—¿Quién es?
—Ábreme, Greta, por favor. —dije, tratando de mantener la calma.
La puerta eléctrica se abrió de inmediato pero la mano del sujeto me apretaba fuertemente el brazo, me estaba lastimando, jalándome hacía él, puse mi cuerpo rígido y cerré los ojos, esperando lo peor.