Iris
Despego mis párpados lentamente, mi visión aún está borrosa. ¿Qué fue lo que me pasó?
Sacudo la cabeza bruscamente, a la vez que me esfuerzo por recuperar la nitidez en mis ojos, o al menos algo de mi memoria; terminando boca arriba.
¿Qué es eso?
Por fin puedo ver mejor... ¡Esa es la lámpara que colgué el año pasado!
—¡Gracias! —suspiro con voz baja— Fue todo un sueño Iris... tranquila, tranquila…—continúo mientras me doy palmaditas en el pecho para calmarme.
Por un momento creí que estaba en la cama de Roy, al igual que lo que pasó aquella vez; estar en su cama significaría que lo que vi en mis sueños hubiera pasado en la vida real.
¿Coger con él? ¡JA!
Bueno, tampoco puedo decir mucho; desde lo que pasó hace cuatro años me vengo mentalizando, por si se llegara a repetir.
¿Pero disfrutarlo? ¡¡Mujer!! ¡Tus sueños si que son cosa de otro mundo! Si siempre temes que te vuelva a tocar, ¿cómo podrías dormir con él por placer y por iniciativa propia?
De golpe una mano cae sobre mí, y junto con ella todas mis falsas esperanzas.
—¿Qué es esto? Por favor que sea un mal sueño, por favor, por favor lo pido... —ruego entre dientes, casi murmurando e inentendible.
Mis brazos se enderezan automáticamente como si fingiera estar muerta, hay algo que se me está encimando.
—¿Estás despierta? —pregunta estando sobre mí.
Es Roy.
Se está acercando a mis labios, como si tuviera la intención de darme un beso. Corro mi rostro a un lado sin pensarlo, sin darle la oportunidad de hacerlo, y de reojo puedo ver su expresión después de que lo hago. Está ofendido, ¿pero por qué?.
Debería ser yo la que esté enojada... ¿Qué es lo que está haciendo en mi habitación?
Al no conseguir lo que buscaba, se apura a tomar su ropa del suelo y se va a medio vestir, azotando la puerta detrás de él.
—¡¡¡Imbécil!!! —grito después de que retumban las paredes.
Como si no hubiera pasado nada, continúo con la monotonía de mi vida.
Me levanto de la cama directo al baño, y al verme en el espejo noto que estoy completamente desnuda. Me envuelvo rápido en una toalla y sigo cepillando mis dientes, a la vez que miro mi reflejo buscando la mordida de aquel chico, pero estoy llena de chupones y ninguna herida; por un momento creí que Roy se enojó porque me había visto alguna marca.
¿Pero qué estoy pensando?
Es como si todo lo que sucedió está madrugada fuera parte de un mal sueño, un largo y lamentable mal sueño...
—Y ojalá fuera así... —suspiro apoyada sobre la mesada del baño.
Mi cabeza no deja de sacudirse. Está negando y sufriendo por recuerdos que no paran de emerger atormentando mi paz interior, junto a un fuerte dolor mental.
Después de terminar de asearme y vestirme, bajo a almorzar.
Roy está sentado en su lugar habitual de la mesa, con su comida ya servida, mirando en mi dirección con odio y desprecio en sus ojos. Está furioso, inhala y exhala el aire por su nariz como los toros; si no fuera porque lo detesto, hasta me parecería tierna esa expresión en él.
—Veo que durmieron juntos anoche. —dice Mirta, como si se estuviera regocijando por ello, a la vez que deja un plato vacío frente a mí— Llegué esta mañana, y cuando subí aún estaban durmiendo muy abrazados.
Que frustrante, ¿por qué llegó solo hasta esta mañana? Si hubiera estado aquí anoche estoy segura de que no hubiera pasado nada entre su hijito y yo.
—Ten, come un poco más. Imagino que necesitarás energías para reponerte; con ver el desastre que me dejaron por toda la casa, supongo que debes estar super cansada pequeña. —me guiña un ojo, y luego me sirve un plato lleno de tocinos y huevos— No me opongo a que tengan relaciones extramaritales, pero deberías tener cuidado. Si quedas embarazada no podrás graduarte antes de casarte como lo deseaba tu mami.
¡Y soltó su veneno la víbora!
Si no fuera porque es cierto que estoy completamente agotada, le respondería ingeniosamente. Pero de hacerlo la charla se alargaría, y en este momento es lo que menos deseo. Solo quiero irme cuanto antes y estar a solas para pensar mejor las cosas.
Al no tener nada que agregar, finjo una sonrisa para que pueda callarse.
"¡No se preocupe tía querida, eso no sucederá jamás!" Me moría de ganas de decirle eso, a la vez que le presumiría la caja de anticonceptivos que tomo sin falta. Pero como dirían por algún lugar: ¿"Soldado que huye, sirve para otra guerra"?
Me embuto todo lo que queda en el plato y me levanto con prisa.
—Provecho, se me hace tarde... ¡Me tengo que ir! —balbuceo casi sin que puedan entenderme.
Tomo rápido mis cosas y me voy antes de que puedan decirme algo más.
Al cerrar la puerta alcanzo a ver como Roy trata de fulminarme con su mirada; estoy segura de que hubiera deseado tener el poder de destruirme.
Desde lo qué pasó la noche en que perdí mi virginidad, tomo puntualmente mis pastillas anticonceptivas; las cuales por cierto mantengo bien escondidas, no vaya a ser cosa de que esta loca las encuentre y me las cambie. Mantengo la firme sospecha de que se muere de ganas de que me embarace, y así poder obligarme a dejar la universidad; y de seguro luego me hostigaría hasta que contraiga nupcias con su precioso bebé.
¡Que se quede con las ganas! Mientras esté a mi alcance, jamás cumpliré con sus inútiles deseos.
Mientras manejo trato de recordar lo que pasó anoche, pero lo único que viene a mi cabeza es esa aislada habitación. No puedo parar de pensar en ese sujeto y la forma en la que me echó... ¡Ya lo veré y le diré las mil y una!
¿A quién quiero engañar? No lo haré, me rendiré ante él en el mismo segundo en que se pose frente a mí.
¿Cómo me pudo llegar a afectar de esta manera? Sí, es hermoso, pero después de eso ¿qué tiene? Ni siquiera se su nombre o edad, y los vampiros pueden mantener una imagen juvenil por años.
¿Y si resulta que es un vejestorio? ¿Estás loca Iris? ¡¿Qué te pasa?! A estas alturas pudiste haber cogido con un hombre que podría llegar a tener la edad como para ser tu abuelo o tu tátara abuelo.
¡Demente! Esa es la única palabra que te puede describir en estos momentos.
¿Habrá usado algún poder en mí cómo para tenerme de esta manera? ¿En verdad me volví loca o me habré enamorado? ¡¿Puede ser eso posible?!
Aunque más que estar enamorada diría que me obsesioné, y mucho. La manera en que no dejo de revivir en mi cabeza cada instante que estuve con él, no puede ser una manera sana de amar.
En verdad parece que me afectó estar juntos… ¿En qué momento llegué al campus?
No es un día laborable para mí, pero aquí estoy, parada frente a la misma puerta gastada por la que entré y pude verlo.
—¡Niña, esa es una zona prohibida!
—¿Ah? ¿Quién fue? —quito mi mano del picaporte asustada, y miro alrededor buscando la fuente de esa voz.
Al darme vuelta veo a una mujer mayor que estaba parada detrás de mí.
—Disculpe. ¿Qué dijo? —le pregunto.
—Esa es una zona restringida, y los estudiantes no pueden entrar allí sin un permiso especial y acompañados por la supervisora de turno; lo tienen terminantemente prohibido. Los libros que resguarda esa habitación son los más viejos de toda la isla, si algo les llegara pasar, me temo que no podrías pagarlo en años. No tienen copia y muchos fueron escritos a mano por nuestros fundadores hace más de mil años.
—Pero...
—¿Pero qué? —me replica algo disgustada.
—No, nada. Me habré confundido —sonrío y me encamino a la salida.
No, no me equivoqué. Es la única habitación que está de este lado de la biblioteca, y estoy más que segura de que es la misma en la que estuvimos ayer. Aunque es mejor no decir nada, o nos pondré en problemas a ambos.