Capítulo 11: Un atrevido "primer encuentro" Parte I

1527 Words
Iris —Te ayudaré —dice tímidamente, tras unos largos segundos en la misma postura. Manteniendo una mínima distancia entre nuestros cuerpos, sin decir ni una palabra, toma uno de los libros del carrito y lo coloca donde acabo de limpiar. Uno a uno, con su pecho casi pegado a mi espalda, cada que se estira para dejar un libro sobre el estante, su aliento va rozando mi oreja y su m*****o mi trasero. De cada tanto nuestras miradas hacen contacto, y cada vez que lo hace me derrite; siento como si me estuviera devorando con sus ojos y eso me encanta. No se si fue la escena en el gran salón lo que me prendió de alguna manera, o es este muchacho el que me está calentando. Es la primera vez que estamos así de cerca, podría decirse que es como nuestro primer encuentro, pero pese a eso, si él me lo pidiera, lo haría todo con él. ¡Auch! A la vez que me perdía en lo cristalino de sus ojos celestes, que parecen estar cambiando de color, mis manos seguían pasando el trapo por la madera. En la distracción froté contra una esquina sin barnizar, lo que hizo que una astilla se encarnara bajo la piel de uno de mis dedos. Retiro ese pedacito de molestia, y tras este comienza a brotar la sangre. Como una reacción habitual, llevo mi dedo directo a mi boca, pero antes de llegar a rozar mis labios, este vampiro sostiene mi muñeca interrumpiendo su curso. ¿Qué querrá? La sangre se queda estancada en una especie de gota que no quiere caer, y él la observa detenidamente, como si quisiera tomarla o lamerla. Luego de unos segundos estando paralizado, como si quisiera alimentarse de ella, va levantando mi brazo lentamente en dirección a su boca. Sé que debería detenerlo o irme, pero mi cuerpo no quiere. La sensación de su lengua enredada en mi dedo, conduce una extraña electricidad por todo mi interior, recorriendo desde lo más profundo de mi ser, hasta las últimas hebras de mi cabello; a medida que más absorbe de mi sangre, mis partes bajas se van humedeciendo con rapidez. El placer que me genera es indescriptible. Perdiendo el control de mi misma, un gemido se me quiere escapar. Muerdo uno de los nudillos de mi otra mano, volteando mi cabeza en dirección contraria a su rostro, con la esperanza de que el no lo note y/o ni escuche nada. Pese a mis inútiles esfuerzos el gemido sale con fuerza, y junto a el se expresa un permiso implícito, del que él se aferra para avanzar; tras escucharlo comienza a acariciar mi cuerpo sobre mi ropa. La expectativa del roce de su piel sobre la mía, hace que se me caliente todo el cuerpo y se derrita mi interior. Por suerte no pasó mucho para poder hacerlo realidad, pues sus manos ya están sobre ella. Con sus manos bajo mi camiseta, una sobre mi abdomen y la otra sobre mi pecho, aprieta mi cuerpo contra el suyo con gran fuerza. Hace menos de una hora me pareció despreciable la manera en la que la supervisora se dejaba llevar por sus deseos; al verla de esa manera pensé que si estuviera en su lugar, jamás me dejaría llevar por semejantes instintos carnales, y mucho menos en un lugar público como este. Aún así aquí estoy, en el mismo establecimiento, ansiosa por que este sujeto me haga suya, aunque en un lugar un poco más privado que la entrada de la biblioteca. Antes de que pueda pensar mejor las cosas, su mano izquierda ya desabrochó mi short y ahora está bajando por mi pelvis, a la vez que la otra frota con mayor intensidad mis pechos. Con sus labios recorriendo cada sector de mi cuello, y el jugueteo de sus dedos en mis partes bajas, cada parte de mi ser se estremece con enorme desesperación. Mi cuerpo está tan excitado que no me importaría que me tire sobre el suelo sucio y frío de la habitación, y empiece a darme con gran intensidad. Antes de que pueda decir algo, me toma por la nuca y gira levemente mi rostro hacia el. Inclinando su cabeza hacia mi, con su cabello tras su oreja cayendo lentamente, y mirando directo a mis ojos, hunde sus dedos en mi interior, lo que hace que otro gemido resuene con locura y mis piernas se debiliten. Con mi boca medio abierta tras ese sonido de placer, introduce su lengua casi hasta mi garganta, a la vez que apoya su endurecido pene entre mi trasero; que pese a la tela de mi jean y el de su pantalón, se deja sentir como si estuviéramos desnudos. ¡Basta Iris! ¿Qué es esta manera de comportarse? ¿En qué momento podrás tener el control de la situación? Comienzo a mover mis caderas sobre su pelvis, como si fuera una gata en celo, intentando que me penetre pese a la barrera de nuestra ropa. Antes de que pueda decir o hacer algo más, otra vez se me adelanta agregando otro de sus dedos en mi interior, provocando gozosas palpitaciones en las paredes de mi v****a. No puedo parar de abalanzarme sobre su mano, quisiera que entre aún más profundo de lo que él lo está haciendo. ¡Por favor! ¡No puedo más! —mi voz interior bombardea mi mente con toda clase de pensamientos obscenos. Metiendo su mano casi hasta levantarme, y estirando mi pezón con brusquedad, hace que un gemido desgarrador salga, a la vez que me retuerzo del placer. Tras un intenso orgasmo, me vengo como nunca lo había hecho. Agitada y con mi corazón bombardeando a mil por hora, caigo sobre el estante que acabamos de limpiar; al mismo tiempo que su cuerpo se reposa sobre el mío. Pese a que aún estoy temblando, me doy vuelta y manteniendo el contacto visual, lo atraigo hacia mí tirando de su camiseta, dejando sus labios a milímetros de los míos. Esto lo deja perplejo, sin saber que hacer, a lo que aprovecho para morder su labio inferior, lo cual hace que reaccione y me siga el juego. Besándonos apasionadamente, su espalda choca contra la otra estantería de la entrada. Me digo a mi misma que es el momento de tomar el control. Luego levanto la ropa que cubre su torso, lo suficiente como para darle a entender que quiero que se la quite. Tras desaparecer esas molestas telas, voy pasando gentilmente mi lengua y mis labios intercaladamente, por todo su delgado pero trabajado cuerpo. Lentamente voy bajando hasta quedar arrodillada frente a el, y besando su abdomen, voy desprendiendo uno a uno los botones de su pantalón. Mirando directo a sus ojos, saco su gran m*****o de dentro de su ropa interior, y comienzo a lamerlo como si se tratara de un dulce. Al llegar a su rosada y delicada punta, jugueteo con ella, provocando que se ponga extremadamente duro y venoso. Con una de sus manos agarrando mi cabello, se inclina y luego hunde su lengua en lo más profundo de mi boca. Luego, con su otra mano libre sobre mi espalda, tomando nuevamente el control de la situación, me levanta de un solo intento mientras me sigue besando, y después me dirige contra la pared; esa que está entre el primer estante y la puerta. Me quita la camiseta, y lamiendo mis pezones sobresalidos, me baja el short y las bragas. Luego, a la vez que me besa todo el cuello, me toma por las caderas y me carga sobre el, dejándome contra la pared y su cuerpo. Libera una de sus manos dejando caer una de mis piernas, y la lleva hasta su m*****o, haciendo que su delicioso pene roce mis labios inferiores, liberando nuevos y calientes líquidos en ambos. Alargando mi orgasmo, sigue jugueteando haciendo que me desespere. Después de que termino de retorcerme, y terminan de salir todos mis jugos, deja la punta en la entrada de mi v****a y me toma de la pierna que dejó caer. Una vez más en sus brazos, introduce su m*****o todo entero hasta el fondo, haciendo que vuelva a excitarme y gima como loba en celo. Lo mete y lo saca una y otra vez sin control, como si su vida dependiera de ello, empujando más y más profundo en cada ocasión; logrando que libere otro placentero y largo orgasmo que recorre todo mi cuerpo. En la excitación del momento me olvidé de que es un vampiro, y entrelazando su cabellera entre mis dedos, presiono su cabeza contra mi yugular expuesta. Mi intensión era sostenerme y sentir la mayor parte de su piel sobre la mía mientras me estremecía; sin embargo esto lo incitó a otra cosa. Aún con un enorme placer recorriendo todo mi cuerpo, sigo disfrutando de su enorme pene en mi interior. Cierro los ojos por un instante, y antes de que pueda abrirlos de nuevo, sus colmillos ya están hundidos en mi cuello y su semen chorreando en mi entrepierna. Lejos de asustarme o cualquier otra cosa, hace que mi orgasmo se vuelva cosa de otro mundo.
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