Capítulo 8: En la biblioteca

1603 Words
Eloy Al llegar a esa vieja puerta, que se parece a la del cuarto de limpieza, la empuja para adentro y, recostada sobre ella con su mano en la perilla, me invita a pasar. Dejando libre poco menos de la mitad de una entrada de ochenta centímetros, sonriendo me apura a cruzar el umbral, y me advierte que no debería dejar que me atrapen allí. Inhalo profundo y meto panza antes de pasar; soy delgado, pero me esforcé por serlo aún más. No quería expulsar sus enormes pechos por su destapado escote. Me quedo a un lado de la puerta, dejándole todo el camino libre. Al verme casi escondido suelta una suave carcajada, y luego entra meneando todo su cuerpo. Estira el brazo sensualmente sin quitarme la mirada de en cima, y luego tira de una cadena que cuelga de una antigua lámpara de hierro. La tenue luz que enciende, ilumina todo el pasillo en el que estamos, y la cara de dos muebles enfrentados cargados de viejos libros. Ambos estantes están llenos de polvo acumulado, al igual que los textos de otras épocas que resguardan. Se nota que hace mucho no entra nadie aquí. Camina unos diez o doce pasos más y repite la misma acción, con otra lámpara de hierro mal pintada al igual que la primera. Dejando a la vista un espacio más abierto, dónde hay una hilera de estantes adheridos en cada pared del fondo. Bajo está segunda luz amarilla, hay un par de sillones redondos y mullidos, tirados en el suelo con una mesita de por medio. Uno de ellos está apoyado a los pies de las repisas de la pared izquierda; Cindy lo sacude y luego se acerca a mi. Mientras tanto, yo me quedé congelado tratando de decidir por dónde empezaré a leer. Esos libros son demasiado antiguos, me siento eufórico solo de pensar en todos esos misterios que cada uno de ellos tendrá en su interior. Cindy se coloca detrás de mi, con sus manos sobre mis caderas y sus pechos sobre mi espalda, y me lleva hasta el sillón que limpió previamente; a lo que solo me sale sonreír, y hacer un poco de fuerza para que no me tire. Al llegar me da vuelta bruscamente y, presionando mis hombros, hace que me siente, dejando su escote a solo dos centímetros de mi cara. Tragando saliva, me quedo viendo el caminar sugerente de Cindy, quien se dirige al estante largo a un lado de la puerta; frente a mi y bajo la primer lámpara. Se agacha con las piernas rectas y un tanto separadas, fingiendo que elige un libro importante de hasta abajo de todo, a la vez que mueve su trasero de un lado a otro mientras busca. Al tomar el polvoso libro vuelve a caminar hacia mi, manteniendo el contacto de nuestras miradas. —Ten bombón... —deja el libro en mis manos a la vez que las acaricia— ¡Te encantará! Es el mejor libro de toda la isla. —me guiña un ojo y sonriendo se retira, pero no antes de decirme que volverá. ¡Ja! Puedes venir cuantas veces quieras, pero yo no daré jamás el primer paso para ningún nada. ---------------------- Iris A fin de cuentas, la vida continúa y el dinero no cae del cielo, quiera o no, ya me comprometí a trabajar este turno; en el que por ser mi primer día, me dejaron cubrir solo las últimas tres horas. Llegando a la biblioteca me recibe una mujer, un tanto extravagante como para ser supervisora de este lugar. Ese vestido rojo que trae puesto, no le tapa nada; el más mínimo movimiento de sus brazos, hacia arriba o hacia abajo, la dejaría totalmente expuesta. Con el tecleo más lento del mundo, busca mi información en esa vieja computadora de escritorio. Después de varios minutos de espera, y exhibiendo como mastica ese chicle gastado, me dice que no puede encontrar mis datos y que tendrá que hacerlo manualmente. Respiro profundo y con una sonrisa fingida, le digo que no hay problema, que se tome todo el tiempo que necesite; que por más que no se lo dijera, lo haría. Después de buscar por casi una hora, decide que es mejor que llene otra ficha. Me da el nuevo formulario para completar mis datos, y mientras estoy en eso, una pequeña manada entra jugando sin mirar por donde camina; haciendo que uno de sus lobos golpeé su espalda contra una enorme estantería, la cual se queda tambaleando. —¡Ustedes si que...! ¿Qué haré con ustedes?—grita la supervisora fingiendo estar enojada. Luego se dirige a ellos, haciendo sonar esos tacos aguja que trae puestos, contra el suelo a un prolijo ritmo, y meneando sus caderas como si desfilara ropa interior. —No te enojes hermosa... —le dice uno de ellos; a la vez que la toma por sus caderas, atrayendo su cuerpo a él, haciendo que sus glúteos presionen contra su marcado bulto. Otro de ellos, siguiendo la escena, se les acerca y con su mano sobre la mandíbula de la mujer, levanta su rostro. Abriendo bien grande su boca, le ingresa su lengua bruscamente y sin disimulo. —Tranquilos... Hagan de cuenta que no estoy aquí. —digo para mi misma por lo bajo. Uno de los hombres parece que me oyó, porque dejó de besarla y me miró fijamente con una sombría sonrisa, que me heló todo el cuerpo. Me dan muchas ganas de correr, pero mi cuerpo no me hace caso. Bajándose el vestido, que el primer hombre le estaba subiendo lentamente, la supervisora se encamina hacia mi, pero antes de alejarse del grupo, un tercer hombre le da una nalgada. Todo esto mientras el segundo, me sigue mirando de una manera que da miedo. —gira su cuerpo levemente—¡Tontito! —dice sonriendo, dirigiéndose al lobo que la nalgueó. Luego sigue caminando hacia su escritorio, sin sentarse e inclinada, sube mis datos a la red interna del lugar; no hay internet, pero podemos hacer uso de sistemas similares sin necesidad de usar los satélites. Tecla a tecla le lanza unas miraditas a la manada, la cual está toda babeando mirando sus senos sobresalidos. Media hora más tarde... Rodea el escritorio principal y se acerca a mi —Bienvenida linda, mi nombre es Cindy —dice mientras me extiende la mano. Antes de poder responder, ese lobo que me miraba se acerca a ella, sin romper el contacto visual con migo. Tiene los ojos de color verde, de un tono oscuro y profundo; no me había dado cuenta antes, pero eso explica su comportamiento salvaje. ”Resulta que son lobitos pura sangre”, dice mi voz interior. Los licántropos jóvenes de esas manadas antiguas, andan por la vida como si fueran una r**a superior. Al ser considerados una especie de realeza, nadie se mete con ellos; a excepción de los cazadores por supuesto. Mientras me sigue mirando directo a los ojos, se coloca detrás de la supervisora, y pasando su brazo sobre el hombro de Cindy, ingresa esa enorme mano por su escote. A la vez que frota uno de sus pechos con intensidad, la toma por la nuca y le mete su lengua cargada de saliva; todo sin quitar sus ojos de los míos. No se qué busca actuando de esa manera, es como si quisiera incomodarme o provocarme. Sea lo que sea no me produce absolutamente nada. Esperando a que termine, me cruzo de brazos sin prestarles atención. —Ja... —se me escapa junto a una sonrisa sarcástica. Ese sonido le recordó a mi nueva jefa que aún estaba allí. Despega su boca del lobo y trata de hablarme, mientras que el otro sigue manoseando su pecho con gran brusquedad, y la otra mano le va recorriendo su marcada silueta, dirigiéndose a su pelvis; haciendo que Cindy pegue su trasero más a el. —Lo siento linda, te daré un recorrido en otra ocasión. —me dice, a la vez que el lobo le hunde sus dedos; sobre el vestido en su zona baja— Como verás… —el lobo le pasa su lengua sobre el cuello, haciendo que se estremezca— estoy algo ocupada en este momento. —¡Ay, bruto! —le dice al licántropo que acaba de morderla— Camina derecho en aquella dirección y al final encontrarás una puerta... —¿Y entonces? —le pregunto mientras se sigue retorciendo. —Entras y limpias un poco, o has lo que quieras linda —me responde frotando su trasero al lobo. —¿Dónde? —su mano tambalea en todas direcciones, no puedo terminar de entender hacia donde quiere que vaya. No me responde, solo alcanza a sacudir su mano, señalando hacia una zona alejada y oscura de la biblioteca, a la vez que el lobo la sube al escritorio sin dejar de besarla. Pese a mis dudas, comencé a caminar. Luego de avanzar un poco, miro a Cindy esperando una afirmación de que voy por buen camino, pero no tengo la oportunidad de confirmar si era este lado el que me señalaba; el único que me está prestando atención es el que la estaba manoseando, manteniendo su mirada en mi, saca su m*****o del pantalón disponiéndose a penetrarla. Mi intención no es verlos durante el acto, pero necesito saber si voy por la dirección correcta. Pero antes de que Cindy pueda verme, el resto de la manada se pone alrededor de ellos. Algunos se ríen a carcajadas, mientras unos otros se le enciman a la supervisora, haciendo quién sabe qué.
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