—¡Necesito mi teléfono! —exclamé al dejar marcas de pisadas por el suelo. Haría un hoyo en la madera si continuaba caminando. El tacón de las botas sonaba a medida que mis pisadas aumentaban de vigor y rapidez. Seguía eufórica y con ansias de ahocar a Nicholas por arrastrarme a acostarme con él. Me sentía demasiado enojada para pensar con claridad. Mi vida entera reposaba allí, y la perdí por idiota. Ellie se encontraba en la habitación, sentada en la orilla de la cama. Le conté la verdad, no tuve elección. Si quería que me perdonara por los errores cometidos, debía abrir mi corazón y narrar lo sucedido. Entre nosotras nunca hubo secretos, ni los tendríamos en el futuro. Sabía que podía contar con ella y no me juzgaría, así que me limité a contar lo contable, sin caer en el morbo o lo o