Capítulo 13.3

1808 Words
- Es cuestión de unos días para que conozcas cada rincón de la mansión, te familiarices con ella y ya no te sorprenda lo amplia que es –mencionó Masaki al ver la cara de asombro con la que Shiro miraba el espacio por donde transitaban para llegar al estudio. - Esta propiedad es inmensa. ¿No es demasiado para solo cuatro personas? –preguntó Shiro mirando a Masaki mientras cada uno tomaba asiento. - Bueno, en algún momento fuimos más de cuatro, además que era muy frecuente que se llenara de gente los fines de semana que la familia se reunía por completo, pero muchos de mis sobrinos viven en el extranjero y después de que Aki cayera enfermo, dejamos de ofrecer esos encuentros familiares en esta mansión –Masaki suspiró añorando esos tiempos en que las habitaciones de esa propiedad estaban llenas de risas, luego miró a su nieto con seriedad y le lanzó la pregunta que quería hacerle desde que vio que congeniaba con las mujeres de la familia-. Shiro, ¿te quedarás a vivir con nosotros? –la esperanza en la seria mirada del abuelo se notó y el nieto sonrió asintiendo con la cabeza. - Me quedaré, ojii chan –respondió Shiro y Masaki cerró los ojos, estaba agradeciendo a las divinidades que su nieto se mude con ellos-. Quiero empezar lo más pronto posible con la preparación que necesito para ser digno del amor de Kazumi chan –dijo el nuevo heredero Fukuda con la fuerte determinación de conseguir en un año su título universitario. - Dime, Shiro, ¿te quedas con nosotros solo porque puedo ayudarte a que la Dra. Shimizu sea tu esposa? –algo de angustia había en la mirada del anciano. - No. Me quedo porque entiendo que es la única forma que tengo para conocerlos bien, para compensar el tiempo que perdimos y no pudimos ser familia. Cuando te miro, veo en ti el deseo de querer compensarme todo lo que no tuve, por lo que, si lo quisiera y te pidiera que me ayudes en alquilar mi propio espacio, lo harías, pero creo que la convivencia contigo, con obaa chan –“abuela” en japonés-, tía y madre me ayudará a entender lo que significa vivir en familia, concepto que nunca conocí porque primero éramos solo mamá y yo, luego me acoplé a Maeko san y Reiko, pero después de ello no hay nada más que me haga saber lo que se siente el ser parte de una familia –la respuesta de Shiro despejó las dudas en Masaki sobre las razones para aceptarlos de manera tan rápida, sin rencor ni resentimiento. - Me sorprendo al reconocer en ti la capacidad de resiliencia. No importa cómo sea la vida, solo hay que seguir hacia adelante –mencionó Masaki más pensando en voz alta que queriendo compartir esa idea con su nieto. - Ojii chan, quizás mi vida no se ha desarrollado en un ambiente cómodo, pero los recuerdos de mis primeros años no los percibo con tristeza ni dolor. Mi madre siempre me hizo sentir que como sea podíamos ser felices. Cuando ella se fue, me dolió muchísimo el darme cuenta que no volvería a sentir sus manos acariciándome, su voz pronunciando mi nombre, su amor reflejado en la comida que preparaba para mí, pero que llegara Maeko san junto a su hija Reiko, quien es un año mayor que yo, a recogerme de esa pobre vivienda que lo poco que tenía había sido arrasado por los usureros a los que mi madre le debía dinero, me hizo entender que mi vida continuaba con o sin mi madre, por lo que debía seguir siendo feliz, dando lo mejor de mí. - ¿Y qué fue lo que te hizo sobrevivir a las situaciones difíciles y desalentadoras que tuviste que padecer? –Shiro entendió que la pregunta que acababa de hacer su abuelo era para tocar el tema de la viuda Takahashi. - ¿Se refiere a los meses que tuve que vivir bajo el techo de una mujer que me usó como su entretenimiento s****l? –repreguntó Shiro de manera directa. Masaki asintió con la cabeza-. El saber que, a diferencia de ella y de las demás personas con las que frecuentaba al realizar diferentes pequeños trabajos en Kabukicho, yo sí tenía sueños y un futuro que podía alcanzar si me lo proponía –la determinación en la voz de Shiro era notoria-. Yo debía sobrevivir, debía crecer, hacerme fuerte, así que cada vez que esa mujer abusó de mí traía a mi mente el sueño que tenía y que me mantenía con ganas de seguir vivo. - ¿Puedo saber cuál era ese sueño? - Volver a ver a Kazumi chan –el anciano se asombró y se preguntó desde cuándo su nieto era amigo de la Dra. Shimizu-. Desde que la conocí supe que, si quería que ella fuera parte de mi vida por siempre, debía esforzarme y hacer ciertos sacrificios. Ese período de siete meses fue un sacrificio que me sirvió para crecer y aprender a enfocarme en mis propósitos. - Antes de ir con Aihara san, me encargué de hacerle pagar a la viuda Takahashi lo que te hizo. No te voy a pedir detalles de los horrores que esa mujer cometió en tu contra, simplemente me imagino su comportamiento y ya me da rabia que en este mundo pueda existir gente como ella, pero puedes estar seguro que no la volverás a ver en tu vida porque estará en una prisión por el resto de la suya –Shiro miró asombrado a Masaki, no se imaginaba que su abuelo pudiera tener tanto poder como para haber logrado el encarcelamiento de la viuda. - Gracias. Por años ella estuvo acosándome, tratando de tenerme nuevamente bajo su dominio, pero los dueños del restaurante donde he vivido desde que me alejé de ella me protegieron, así como los empleados del negocio. Debo mencionar que ellos no han sido los únicos en ayudarme, ya que varios dueños de pequeños negocios en Kabukicho también abogaron por mí y la tenían amenazada, por lo que no intentó hacer algo extremadamente peligroso y estúpido para que volviera a su lado. - Entonces, debo ser generoso con todo aquel que te extendió la mano cuando conoció el abuso que sufrías –Shiro asintió con la cabeza ante las palabras de su abuelo-. Imagino que para ti fue difícil contarle a alguien lo que esa mujer te hacía y conseguir quien te ayudara. - Solo le conté a un amigo que me encontró llorando frente al portón de mi escuela, a una semana de empezar las clases, cuando no tenía a dónde ir. Estaba tan angustiado que le conté lo que me ocurría a Hashimura san, y él me brindó un espacio donde vivir, comida y protección, pero ya era un hombre mayor y estaba enfermo, así que tuvo que irse junto a su hijo a otra ciudad y me quedé nuevamente solo. Busqué alguna alternativa de vivienda, pero en todos lados me ofrecían un espacio para vivir sí trabajaba a tiempo completo, algo que no podía hacer porque estaba estudiando la escuela, y yo quería acabarla antes de tener que dedicarme a trabajar a tiempo completo. No fui capaz de comentar a nadie más a lo que me expondría si aceptaba el refugio de la viuda, me daba vergüenza, así como sentía miedo de que no me creyeran. »Tras graduarme de la escuela, vestido aún con el uniforme, fui al encargado de la distribución de los diarios por el barrio rojo y aledaños para que me dé el trabajo que me prometió, y así lo hizo. Luego fui a buscar al distribuidor de sake que me ofreció un trabajo de medio tiempo, y también lo conseguí. Había ahorrado algo de dinero porque ella no me pedía lo que me pagaban por los servicios de mantenimiento, limpieza y pintura que realizaba los fines de semana, así que estaba decidido a ir por mis cosas cuando ella ya se había ido al snack y dejar para siempre esa casa. Así lo hice, y caminando sin rumbo me topé con el restaurante en donde he vivido por estos años. Ahí habían ido a cenar y a celebrar el fin de las clases varios de mis compañeros de escuela con sus familias. Al tener hambre y dinero con el cual podía pagar una comida, me acerqué a un mesero que estaba cerca de la puerta y pregunté si podía ingresar a cenar, que estaba solo y no ocuparía mucho espacio. El joven era el hijo mayor de los dueños del restaurante, Ryusei, quien es unos años mayor que yo, por ese tiempo él iba a la universidad y en sus tiempos libres ayudaba a sus padres en el negocio. Él me llevó a la barra y guardó los bultos que cargaba detrás de ella, me entregó la carta y pedí un platillo, que era lo que me podía pagar. »Minutos después llegó con la comida y detrás de él su madre. Me saludó con una sonrisa, la cual acepté con miedo. No le voy a negar, ojii chan, que por esos años desconfiaba mucho de las mujeres mayores, de la edad de la viuda, pero no podía ser maleducado y no responder un saludo. Chihiro san me preguntó qué estaba celebrando, y casi en un susurro le dije el haberme graduado de la escuela. Ella miró hacia la puerta de la cocina, ahí estaba su esposo esperando una señal de ella. Yo seguí con lo mío y en eso llegó Hikaru san con un platillo enorme con una gran variedad de verduras y carnes fritas con tempura. Ellos sabían por su hijo sobre mí. Resulta que varios de los hijos o nietos de los vecinos de la viuda eran amigos de Ryusei, y él, como el resto del vecindario, sabían lo que ella hacía conmigo porque alguna vez me quebré ante su exigencia y empecé a gritar que me dejara en paz. »Hikaru san me preguntó si los bultos que llevaba conmigo eran mis cosas, al responder que sí me preguntó que a dónde me iba. Le conté que había conseguido dos trabajos de medio tiempo y que me estaba independizando, buscando un lugar que pudiera pagar. Él miró a su esposa y ella a su hijo, quien asintió con la cabeza. Con la aceptación de la familia, al menos con los mayores de edad porque la pequeña Kei tenía seis años, Hikaru san me ofreció un lugar donde vivir y tres comidas al día a cambio de que me encargue de la limpieza del comedor, almacenes y frontis del restaurante. A mí me pareció que era un trato que me convenía, así que acepté y desde esa noche me quedé ahí.
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